Hasta los buenos irán al infierno
En tiempos de primaria bien les valdría volver a los terrenos donde han cosechado triunfos y abandonar los tableros de las derrotas, caso contrario en Venezuela hasta los buenos iremos al infierno
El día 9 de marzo J. Rodríguez anunció que el gobierno no firmaría ningún acuerdo con el sector de la oposición con el cual negocia, si no se suspenden previamente las sanciones impuestas por Estados Unidos a personeros y empresas de Venezuela.
Las sanciones fueron pensadas por Obama y continuadas por Trump para doblegar al régimen de Maduro aislándolo de los circuitos financieros y comerciales formales internacionales, especialmente petroleros, para disminuir sus ingresos y, por esa vía, crearle condiciones de ingobernabilidad que lo obligaran a renunciar, lo depusieran o negociara mejores condiciones políticas para la oposición y los procesos electorales.
Desde el 2015 hubo sanciones que afectaron a personeros del gobierno, empresas y bienes nacionales (como aviones o embarcaciones), bajo acusaciones de vinculaciones con el narcotráfico, a las FARC, al terrorismo islámico, señalamientos de corrupción y violación de derechos humanos y legitimación de capitales, hasta declarar a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria llegándose hasta ofrecer recompensa por la captura de varios altos funcionarios o ex funcionarios de alto rango.
Las sanciones profundizaron la baja de los ingresos fiscales ocasionada por la caída de la producción petrolera y la desaparición de la mayor parte de las empresas contribuyentes en Venezuela, creando dificultades para vender petróleo y otros productos, cobrar las facturas, importar materias primas - entre ellas los insumos para mejorar los crudos – y productos terminados para la población.
Antes que un bloqueo fue la construcción de exclusiones, prohibiciones y trabas para transar con los clientes y proveedores internacionales. La respuesta fue construir puentes con circuitos financieros y comerciales paralelos. La idea no era nueva ya la practicaban los circuitos de la droga, del terrorismo, el contrabando internacional y países sancionados como Irán.
Gracias a esta ingeniería no hubo explosión social, ni se fracturó la coalición hegemónica dominante, ni tampoco el gobierno se sentó doblegado a negociar. El resultado fue el aprendizaje a vivir sancionado, elevar los costos de salida del régimen, mayor presencia de países enemigos de Estados Unidos y un mayor tejido de alianzas con ellos. La pérdida de soberanía a cambio de sesiones de territorio y espacios económicos: una neo colonia con varias metrópolis con un gobierno interino que terminó incomodando a sus mismos promotores y una oposición tan fragmentada como un vaso de vidrio estrellado contra el piso.
El gobierno aprendió que para mantenerse en el poder lo mejor era sustituir el liderazgo individual por uno colectivo, fortalecer la nueva burguesía importadora, incluir a la cúpula militar al usufructo del tesoro público, dejar a la población a su suerte y como botín a los cuerpos de seguridad para complementar sus ingresos. Paralelamente a la conversión de las fuerzas armadas en apéndice privilegiado del gobierno se entregó a grupos armados parte del territorio donde ejercen soberanía creando una exitosa y amplia red de cómplices en el mantenimiento del status quo, competidores por el reparto, pero con más interés en mantenerse unidos que en luchar entre sí, apoyar a las fuerzas del cambio o resolver los problemas de la población. Un gobierno que logra así su permanencia no puede llamarse fallido por más que sacrifique el gasto en servicios a la población.
La guerra de Ucrania introdujo cambios profundos y dejó a Venezuela sin el puente ruso con el sistema financiero internacional, al mismo tiempo que perdía prioridad en el foco de Putin y del mundo. La geopolítica acercó entonces a Washington y a Caracas flexibilizando algo las sanciones y el segundo tragándose su anti imperialismo en aras de las conveniencias mutuas de comerciar petróleo. Para guardar las apariencias el primero declaró exigir negociar con la oposición condiciones de elecciones libres y el segundo mostró ligera disposición a conversar.
En este contexto de intereses mutuos, los dos piensan que ya han dado mucho y esperan que el otro sea el primero en dar más, de crecimiento de la producción petrolera gracias a Chevron que reportará este año U$$ 8000 MM, más de U$$ 3000 MM de ayuda humanitaria, más pronóstico de crecimiento de la economía para el segundo semestre, el gobierno no tiene incentivos para negociar porque bien puede navegar como Cuba e Irán en el mar de las sanciones, sobre todo si tiene una oposición que no aprende que el abandono de la lucha electoral siempre fortaleció al régimen, que el ensayo de otras vías tuvieron como resultado neto su desgaste y fragmentación y que cuando se enfocó solo en pelear con el gobierno sin escuchar a la gente desmotivó al ciudadano a escucharlos y a seguirlos. En tiempos de primaria bien les valdría volver a los terrenos donde han cosechado triunfos y abandonar los tableros de las derrotas, caso contrario en Venezuela hasta los buenos iremos al infierno.
@AsuajeGuedez
asuajeguedezd@gmail.com
Las sanciones fueron pensadas por Obama y continuadas por Trump para doblegar al régimen de Maduro aislándolo de los circuitos financieros y comerciales formales internacionales, especialmente petroleros, para disminuir sus ingresos y, por esa vía, crearle condiciones de ingobernabilidad que lo obligaran a renunciar, lo depusieran o negociara mejores condiciones políticas para la oposición y los procesos electorales.
Desde el 2015 hubo sanciones que afectaron a personeros del gobierno, empresas y bienes nacionales (como aviones o embarcaciones), bajo acusaciones de vinculaciones con el narcotráfico, a las FARC, al terrorismo islámico, señalamientos de corrupción y violación de derechos humanos y legitimación de capitales, hasta declarar a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria llegándose hasta ofrecer recompensa por la captura de varios altos funcionarios o ex funcionarios de alto rango.
Las sanciones profundizaron la baja de los ingresos fiscales ocasionada por la caída de la producción petrolera y la desaparición de la mayor parte de las empresas contribuyentes en Venezuela, creando dificultades para vender petróleo y otros productos, cobrar las facturas, importar materias primas - entre ellas los insumos para mejorar los crudos – y productos terminados para la población.
Antes que un bloqueo fue la construcción de exclusiones, prohibiciones y trabas para transar con los clientes y proveedores internacionales. La respuesta fue construir puentes con circuitos financieros y comerciales paralelos. La idea no era nueva ya la practicaban los circuitos de la droga, del terrorismo, el contrabando internacional y países sancionados como Irán.
Gracias a esta ingeniería no hubo explosión social, ni se fracturó la coalición hegemónica dominante, ni tampoco el gobierno se sentó doblegado a negociar. El resultado fue el aprendizaje a vivir sancionado, elevar los costos de salida del régimen, mayor presencia de países enemigos de Estados Unidos y un mayor tejido de alianzas con ellos. La pérdida de soberanía a cambio de sesiones de territorio y espacios económicos: una neo colonia con varias metrópolis con un gobierno interino que terminó incomodando a sus mismos promotores y una oposición tan fragmentada como un vaso de vidrio estrellado contra el piso.
El gobierno aprendió que para mantenerse en el poder lo mejor era sustituir el liderazgo individual por uno colectivo, fortalecer la nueva burguesía importadora, incluir a la cúpula militar al usufructo del tesoro público, dejar a la población a su suerte y como botín a los cuerpos de seguridad para complementar sus ingresos. Paralelamente a la conversión de las fuerzas armadas en apéndice privilegiado del gobierno se entregó a grupos armados parte del territorio donde ejercen soberanía creando una exitosa y amplia red de cómplices en el mantenimiento del status quo, competidores por el reparto, pero con más interés en mantenerse unidos que en luchar entre sí, apoyar a las fuerzas del cambio o resolver los problemas de la población. Un gobierno que logra así su permanencia no puede llamarse fallido por más que sacrifique el gasto en servicios a la población.
La guerra de Ucrania introdujo cambios profundos y dejó a Venezuela sin el puente ruso con el sistema financiero internacional, al mismo tiempo que perdía prioridad en el foco de Putin y del mundo. La geopolítica acercó entonces a Washington y a Caracas flexibilizando algo las sanciones y el segundo tragándose su anti imperialismo en aras de las conveniencias mutuas de comerciar petróleo. Para guardar las apariencias el primero declaró exigir negociar con la oposición condiciones de elecciones libres y el segundo mostró ligera disposición a conversar.
En este contexto de intereses mutuos, los dos piensan que ya han dado mucho y esperan que el otro sea el primero en dar más, de crecimiento de la producción petrolera gracias a Chevron que reportará este año U$$ 8000 MM, más de U$$ 3000 MM de ayuda humanitaria, más pronóstico de crecimiento de la economía para el segundo semestre, el gobierno no tiene incentivos para negociar porque bien puede navegar como Cuba e Irán en el mar de las sanciones, sobre todo si tiene una oposición que no aprende que el abandono de la lucha electoral siempre fortaleció al régimen, que el ensayo de otras vías tuvieron como resultado neto su desgaste y fragmentación y que cuando se enfocó solo en pelear con el gobierno sin escuchar a la gente desmotivó al ciudadano a escucharlos y a seguirlos. En tiempos de primaria bien les valdría volver a los terrenos donde han cosechado triunfos y abandonar los tableros de las derrotas, caso contrario en Venezuela hasta los buenos iremos al infierno.
@AsuajeGuedez
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