En los albores del siglo XXI está planteada la necesidad de definir los esquemas y programas que canalicen la participación de la mujer en las tareas del desarrollo de la sociedad y en los problemas que son inherentes a toda evolución social. Pienso que en primer lugar la mujer debe aceptar el reto implícito en una mayor responsabilidad, no se trata de cambiar el papel de compañera del hombre, por el rol de competidora, sino buscar el justo equilibrio de la pareja que permita afrontar conjuntamente las enormes responsabilidades en la marcha de la sociedad actual y futura.

Problemas como el hambre, la delincuencia, la drogadicción, retos como la sobrepoblación, la educación científico-tecnológica, etc, son tareas que exigen la participación de ambos en niveles de equilibrio, sobre planes debidamente elaborados. Está planteada así, una más activa función de la mujer en la concepción y funcionalismo del Estado. Las predicciones contemplan cambios profundos en la organización de las sociedades, por lo cual, los conceptos de mecánica funcional del Estado van a experimentar transformaciones, algunas no sospechadas hoy. Tengo la impresión de que frente a las complejidades de un mundo equilibrado que se desarrolla algo más rápido que el comportamiento humano, individual y colectivo, la integración de la pareja en todas las áreas y actividades, es algo insoslayable y por tanto urge la búsqueda de soluciones equilibradas, con perfiles de participación mucho más activa en el Estado, y con acceso a los centros de toma de decisiones.

Creemos que el impulso de la mujer venezolana por buscar una ubicación idónea en las instituciones y organismos que propendan al desarrollo del país, no es un imperativo coyuntural que emana de la cada día más compleja estructura de la sociedad venezolana. El país se nos está volviendo difícil de manejar, los retos derivados de un irregular crecimiento económico y poblacional anárquico no se afrontan con las líneas de pensamiento vigentes. El tiempo apremia y nuestros mejores elementos para una nueva postura defensiva están en nuestra creatividad, en las nociones sobre las realidades, en el hecho estupendo de que la venezolana es una sociedad igualitaria y que deseamos construir un futuro mejor.

Intento decir que el fortalecimiento de las comunidades, en su más amplio sentido, puede ser la piedra fundamental del mundo nuevo. Una comunidad autónoma, en cierto sentido, cuyos integrantes estén motivados por ideales de fraternidad, puede resultar una extraordinaria respuesta a los temores que nos causa el porvenir. Las opiniones emitidas convalidan la idea central de buscar un desarrollo armónico de la nación, mediante la participación de la mujer. Hemos captado la esencia de los retos y nos estamos perfeccionando para afrontarlos creando una conciencia colectiva de jerarquización de los problemas, dimensionándolos, juzgando su incidencia en el proceso de desarrollo del país y luego escogiendo métodos de tratamiento de fácil aplicación y de nulidad inmediata.

No hay soberanía sin desarrollo, ni el desarrollo puede descansar en un solo elemento, por ello es preciso una armónica participación de hombres y mujeres.