Espacio publicitario

Una mirada oportuna al estoicismo

El llamado es a afrontar con valentía, astucia, conciencia, virtud, y estoicismo el momento presente y cultivar un renacer de la ética, de una óptica más profunda y menos superflua de la infinitud de fenómenos que se suscitan a nuestro alrededor...

  • JULIO CÉSAR PINEDA

08/10/2020 05:04 am

Sabemos que el estoicismo, aunque de raíces más remotas, comienza con Zenón de Citio, que solía impartir sus lecciones en el Pórtico; pero a ciencia cierta nadie sabe dónde termina, ya que el estoicismo, si bien ejerció su impronta directa durante un período prolongado de cerca de cinco siglos, particularmente implícitamente en los autores neoplatónicos, tiene una amplia permanencia en toda la doctrina del pensamiento occidental, en exponentes tan destacados como Immanuel Kant. 

El estoico se vuelve a la filosofía, pero no en un sentido original, sino que busca en ella, un sustituto de las convicciones políticas, sociales y religiosas, es decir, un sustituto de las cuestiones éticas. La filosofía se transforma en una norma de vida, en una especie de religiosidad, que va, en definitiva, a permitirle vivir, y encontrar la salvación de la existencia. De aquí la necesidad de volver nuestra mirada a la doctrina estoica en los turbulentos tiempos actuales, donde la imperturbabilidad del alma se hace una necesidad imperante. El sabio para el estoicismo es definido por su pericia moral. El conoce lo que ha de hacerse en cada situación de la vida. Se mantiene, frente a los diversos sucesos, inmutable, seguro y firme en sus principios morales.

Ante la reafirmación en el estoicismo del destino, queda pendiente el asunto de la libertad. Para el estoico todas las acciones y conductas ya estaban predeterminadas por una suerte de causalidad que encadena y que concluye en los hechos; por tanto, la libertad del hombre es reducida a una mera creencia o conducta subjetiva que se funda en que todo hecho ocurre u ocurrirá independientemente de la voluntad de cada cual; esto le confiere al estoicismo una suerte de carácter terapéutico ante las desavenencias de la vida. Es de hacer notar que para Epicteto sólo el hombre culto es libre. 
 
La filosofía estoica ha sido preferentemente una doctrina que especula acerca de cuestiones físicas, cuestiones lógicas; sin embargo, los estoicos hacían sobre todo ética. La ética estoica sigue simples preceptos que hoy no han perdido nada de su eficacidad. Epicteto explicaba la importancia de distinguir lo que depende de nosotros, y lo que no depende de nosotros; más en el fondo, en la moral estoica hay un principio invariable que nos permite definirlo, esto es, salvarse mediante un continuo "retroceso hacía sí mismo", para encontrar la felicidad, la eudaimonía, alejándose del placer efímero y fugaz, adoptando la continencia y la sobriedad. 

La sociedad de nuestro tiempo cayó en un olvido casi hipnótico del hombre y de sus necesidades; se desentendió del hombre como ser que piensa y siente -lo que denominarán los Nihilistas “el olvido del ser”. 

Hoy, ante las adversas condiciones que el mundo entero vive, debemos aferrarnos al dogma de la humanidad como unidad, y enfrentarnos como un nuevo David frente al Goliat de la pandemia. Como el Sísifo de Camus en el Mito de Sísifo, es justamente porque se vive en el presente, sin buscar una salida imposible a su destino, que se llega a ser felices. La felicidad consiste así pues en librarse de las pasiones, en la tranquilidad de espíritu y la imperturbabilidad del ser. 
 
En esta vida sin excesos los filósofos estoicos trataban de iniciar un camino a lo denominaron como “el cuidado de sí” o “la práctica de sí”, como lo ilustrará Foucault en sus conferencias en el Collage de France. Ésta “práctica de sí” consiste fundamentalmente en buscar de forma permanente la manera de moderar la conducta, de desprenderse de las cosas y por consiguiente conformarse con aquello que es estrictamente necesario para la vida. "No esperes que el mundo sea como deseas, sino como es realmente. De esa manera tendrás una vida pacífica". No debemos ver conformismo en estas palabras, ni una pasividad en relación a la vida, sino que acepte las cosas que están más allá de su control y que ya sucedieron. 

Hoy afrontamos como humanidad varias epidemias globales; la pandemia por Covid-19 ha colocado en manifiesto una realidad incontrovertible: no estamos solos y no podemos vivir aislado del resto; vivimos en una “Casa Común” como lo plantea S.S Papa Francisco, que debemos preservar y la única vía de conciliar soluciones a problemas globales es a través de acciones y esfuerzos globalmente coordinados. No hay espacio para el proteccionismo, ni para nacionalismos en la respuesta al Covid-19. La cooperación internacional debe marcar la agenda global. 

Esta mirada al estoicismo, donde la idea de la felicidad humana está basada en el ejercicio de la virtud, debe ser retomada. En un mundo donde se promulga “el olvido del ser” y se limita al hombre a su condición material, debemos luchar por retomar la virtud, la ética, estética y la moral, en nuestra cotidianidad. 

El llamado es pues, a afrontar con valentía, astucia, conciencia, virtud, y estoicismo el momento presente de nuestra historia y cultivar un renacer de la ética, de una óptica más profunda y menos superflua de la infinitud de fenómenos que se suscitan a un ritmo vertiginoso a nuestro alrededor; sin perder la esperanza en un mejor mañana. 

jcpineda01@gmail.com
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario