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¡El 21, el 21, el 21!

Por supuesto que Venezuela quiere votar. Pero quiere elegir. Para conservar la república, para restaurar la nación, para reconstruirse. Eso no es posible con Maduro, ni como presidente ni como candidato.

  • SOLEDAD MORILLO BELLOSO

11/05/2018 05:00 am

Quizás sea mi último artículo antes de la mamarrachada electoral del 20 de mayo de 2018, fecha que quedará inscrita en la historia de Venezuela como el día en que el estamento dominante pisoteó todo lo decente y convirtió a lo que va quedando de este país en una letrina. 

Mientras escribo, pienso que no he perdido la esperanza de que Falcón se retire. Confío aún en que va a entender que esto no es elección irregular, plagada de escollos, que viene a parecerse a tantos comicios que hemos enfrentado con anterioridad. No. Esto no es lo mismo. Tan simple como que esto no es una elección. Los venezolanos no han sido convocados a usar el instrumento del sufragio para elegir. Esto es una mayúscula farsa. No se trata entonces de hacer malas comparaciones con acontecimientos electorales ocurridos en Venezuela u otros países que sirvieron para liberar a los pueblos de gobiernos autocráticos. Esto es un proceso amañando de punta a punta. Y los resultados están cantados. Por eso el dilema ya no es votar o no votar. Estamos mucho más allá de ello. Esto es entender que el juego ha cambiado. La solución de los inmensos dramas de Venezuela pasa por un proceso electoral. Eso no lo dudamos. No así la salida de Maduro. Él no va a salir por la vía de votos. Tampoco de botas. Su caída ocurrirá porque convirtió a Venezuela es un espacio tóxico. La arruinó. Y es tan tremebundo el daño que ha hecho que ya supera los límites tradicionales de los malos gobernantes. Maduro es dañino para el país, pero también para la región, el hemisferio, los socios comerciales, los mercados financieros, las industrias, las iglesias, las comunidades. Es perjudicial para la salud y el futuro. Maduro es certeza de desastre. Incluso para el chavismo y principalmente para el PSUV. Maduro sobra.

Por supuesto que Venezuela quiere votar. Pero quiere elegir. Para conservar la república, para restaurar la nación, para reconstruirse. Eso no es posible con Maduro, ni como presidente ni como candidato. No es entonces votando en esta mamarrachada como se puede emprender la difícil y dolorosa empresa de rehacer a Venezuela. 

Si deja de oír los malos consejos de quienes son cadáveres políticos y no tienen nada que perder, Falcón entenderá que su retiro es crucial para su propia carrera en un futuro próximo y para no hacer más cuesta arriba lo que ocurrirá después del 20 de mayo. El y todos nosotros tenemos que comprender que lo importante es lo que se diga y haga el 21 de mayo. Esa es la fecha clave. Muchos liderazgos lo han entendido. Lamento que hasta ahora no lo han sabido explicar a la población. Pero espero que consigan hacerlo.

¡Es el 21, el 21, el 21!

soledadmorillobelloso@gmail.com

@solmorillob


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