Estrella por mérito propio
A sus 73 años mantiene el título de la show woman venezolana y continúa deleitando al público
ELENA SOTO
—¿Se ha sentido opacada por su hermano Rudy?
—Jamás. Primeramente, Rudy es el gran artista que toda Venezuela quiere y admira, incluyéndome a mí. Él tiene una exitosa carrera de 57 años, y yo de 31. Lo que he logrado profesionalmente lo he hecho sin tener que “palanquearme” usando su nombre. Aún hay muchas personas que no saben que soy su hermana. Somos colegas, él me tiene un gran respeto como profesional y hemos compartido escenario con un bello show: Dos hermanos-Un solo corazón.
—¿Se considera una madre sobreprotectora?
—En lo absoluto. Aunque amo y protejo mucho a mis hijas Patricia y Floria Alejandra, al mismo tiempo siempre les he dado mucha independencia y respeto sobremanera sus espacios y decisiones.
—En su rol de abuela, ¿cómo se define?
—Me considero una buena abuela, con un balance entre el amor y la disciplina. Consiento prudentemente a mis nietos Daniel Eduardo, Constanza Isabella y Andrés Enrique.
—¿Cómo conoció a Pedro López?
—En mi primer show como profesional ¡y le puse el ojo!
—¿Quién fue el primero entre ustedes en decir “Te amo”?
—YO.
—¿Trabajar con su esposo no resulta asfixiante para su relación de pareja?
—En nuestro caso para nada lo ha sido, gracias a Dios, porque nos respetamos mutuamente en todos los sentidos. Por el contrario, la presencia de Pedro ha sido determinante para lo que he logrado en mi carrera.
—¿Qué es la pasión para usted?
—Entrega total.
—¿Un bolero que defina su vida?
—No un bolero, una canción: A mi manera.
—¿A qué le teme?
—No pienso en el temor mismo. Conscientemente deseo no tener temor alguno.
—¿Cómo logra conservarse tan vital?
—Creo que siempre he sido así. Amo la vida y todo lo que vivo, lo que hago.
—¿Su elegancia es un don natural o adquirido?
—¡Gracias por la flor! Debe ser natural, un regalo de Dios.
—¿Le gustaría ser el abono de un cerezo en flor o lápida en un cementerio?
—Me encanta eso que propones, el abono de un cerezo en flor. Lo anoto.
—¿Regrabaría su vida?
—La regrabaría igualita, especialmente desde el 11 de Febrero de 1987, el día cuando me dijeron en el restaurant El Parque, después que canté como aficionada: “¿Por qué no te quedas cantando aquí contratada?” y yo contesté “¿Y por qué no?”
—¿Ha pensado en volver a actuar en el teatro?
—Seguramente lo volveré a hacer. Es una de las cosas que más he disfrutado durante mi carrera, y sé que mi trabajo gustó al público.
—¿Cree en Dios?
—Creo en la existencia de un ser supremo, más no soy religiosa practicante.
Juega con las cartas que le da la vida
Considera que la suerte determinó su destino como cantante: “Estar en el sitio preciso, a la hora precisa, con la gente precisa”.
“Tuve el placer y el honor que Los Panchos compartieran conmigo un show aquí, en Caracas, y, posteriormente, ellos me apadrinaron en varias actuaciones en el exterior (Miami, México, Argentina). Son fabulosos como artistas y como personas, además que indudablemente _son parte del acervo musical latinoamericano”.
Un juego: me encanta jugar canastón con las amigas.
Una comida: pollo al curry
Un libro: Concierto del río amarillo de Chow Ching Lie.
Una compositora: Concha Valdés Miranda.
Una joya: una sortija para el dedo meñique.
Una cantante: Paloma San Basilio.
Un color: coral.
Juega con las cartas que le da la vida
Considera que la suerte determinó su destino como cantante: “Estar en el sitio preciso, a la hora precisa, con la gente precisa”. Le encanta jugar canastón con sus amigas.
Una comida: pollo al curry
Un libro: Concierto del río amarillo de Chow Ching Lie.
Una compositora: Concha Valdés Miranda.
Una joya: una sortija para el dedo meñique.
Una cantante: Paloma San Basilio.
Un color: coral.
En cifras
28 años de matrimonio, en el cual la pasión sigue estando presente. Su esposo es su mánager, director musical y arreglista. No tuvieron hijos pero han grabado, hasta 2013, ocho CD y realizado cientos de presentaciones en vivo.
Una infancia compuesta de música y amor
Tuvo una niñez muy feliz. Recuerda que su madre Bertha Van Stenis fue una modista que al enviudar se dedicó a sus hijos: Juan, Celia, Rodolfo (nombre real de Rudy) y a ella. “Fue una vida familiar tranquila y normal, con mucha música ya que mi mamá y mis tías tocaban música clásica en piano, mi hermano Juan perteneció al grupo musical de la facultad de Ingeniería de la UCV, y Rudy siempre fue el rockero de la familia”.