“No puedo decir que los días son buenos. A decir verdad hay unos días malos y otros que son peores. A veces me despierto esperando que todo fuera un mal sueño, luego piso la realidad. La soledad golpea muy duro. A uno le dicen que el tiempo lo cura todo, el dolor se olvida, pero es mentira, la verdad es que hay que acostumbrarse a la ausencia, a sentir este dolor, hasta que uno termina creyendo que no lo siente, pero está allí punzando como una herida permanente”.
Yelitza Morales, recuerda que su hijo Adrián le pidió permiso para ir a la fiesta, “jamás me imaginé que iba a pasar algo como lo que ocurrió. Yo hasta pagué un taxi para que lo llevara y buscara y así estaría más seguro”.
Austria Suárez, madre de Giannina y de Elvira Gómez, recuerda la insistencia de Giannina para ir al evento.
“Giannina era muy buena estudiante, ya había terminado las clases y había pasado a tercer año, muchos de sus amigos de salón iban a ir a la fiesta y ella insistió, yo no estaba convencida, hasta que finalmente cedí la tarde del sábado, el mismo día de la fiesta, y le dije que podía ir pero con su hermana mayor, mi esposo no estuvo de acuerdo, pero al final terminó convenciéndolo también, jamás imaginábamos lo que estaba por pasar ”.
Los padres y familiares de las víctimas de la tragedia de Los Cotorros, luchan contra la culpa que sienten al saber que permitieron que sus hijos fueran a la fiesta. Se sienten responsables de lo ocurrido, que todo se reduce al hecho de que dieron el permiso para que sus hijos salieran al encuentro con la muerte esa noche.
Preguntas sin respuestas
Además las preguntas agobian a los sobrevivientes que sienten que a pesar de que las autoridades detuvieron a los implicados directos en el asesinato de los 19 jóvenes, a los organizadores de la fiesta y a los administradores del club, todavía no se han establecido todas las responsabilidades en los hechos, porque hay otras culpas que se difuminan en el entramado de las competencias del Estado.
“Nos preguntamos ¿dónde queda la responsabilidad del Estado que permitió que armas y bombas, que deben estar bajo su control, terminen en manos de niños y adolescentes?, ¿dónde está la responsabilidad de la alcaldía de Libertador que permitió el funcionamiento del club?, la alcaldía dio los permisos para funcionar y cobra impuestos, entonces porqué no inspeccionó el local y detectó las fallas de seguridad que tenía, y si lo hicieron ¿porqué estaba funcionando?, ¿cuántos clubes y salas de fiesta operan con las mismas fallas?”, señaló Yelitza Morales.
¿Es legal que una persona organice fiestas sin controles ni medidas de seguridad?, ¿porqué los bomberos nunca llegaron al lugar?, ¿la seguridad en ese tipo de eventos queda en manos de empresas privadas?, ¡cuál es el papel de la policía municipal entonces?
Nos parece muy fácil para el Estado quitarse de encima la responsabilidad que tiene en los hechos, pero lo grave es que las consecuencias las tendremos que vivir nosotros.
Mamá yo estoy viva
El impacto de la muerte de un hijo es tremendo, la culpa es devastadora, pero en medio del dolor, otros hijos terminan sufriendo las consecuencias del dolor de sus padres.
Sienten que fueron relegados que perdieron importancia para sus padres.
En muchas oportunidades son los hijos quienes deben hacer reaccionar a sus padres, deben acompañarlos en su dolor y alertarlos sobre lo que está ocurriendo, para que no dejen solo a un hijo vivo, por llorar a uno que murió.
Rosario en Los Cotorros
A un año de la tragedia, familiares de las víctimas rezaron un rosario por la memoria de los fallecidos. La actividad se llevó a cabo este sábado en los alrededores del club.
Colocaron unas cruces en memoria de los jóvenes fallecidos en la trágica madrugada
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