Sombras del Mal: El soldado que fue conocido como el “Caníbal Loco”
Un ex uniformado y su banda aterrorizaron a la Europa central con sus crímenes en el XVI
En la historia de los crímenes más brutales de la historia, el nombre de Martin Roháč, conocido como "el Caníbal Loco", tiene un lugar destacado. Este soldado checo del siglo XVI, desmovilizado tras la guerra contra los turcos, se convirtió en un asesino en serie y caníbal que sembró el terror en Europa central. Su historia, marcada por la crueldad y el salvajismo, sigue siendo un recordatorio escalofriante de los límites de la violencia humana.
De los primeros años de vida de Martin Roháč se sabe poco, nació en Velká Bíteš, Moravia, y sirvió como soldado en el ejército del emperador Maximiliano II durante la guerra contra los turcos (1566-1568).
Tras la firma del Tratado de Drinopol, en 1568, Roháč fue desmovilizado y, como muchos otros, quedó sin medios para subsistir. Fue entonces cuando decidió formar una banda de ladrones y asesinos, compuesta principalmente por veteranos de guerra.
La banda operó en una zona que incluía Transilvania, Austria, Eslovaquia y Moravia. Sus víctimas eran principalmente comerciantes y artesanos, a quienes robaban dinero, bienes y ropa. Sin embargo, lo que diferenciaba a Roháč de otros criminales de su época era su extrema crueldad y su práctica de canibalismo.
Entre 1568 y 1571, Roháč y su banda fueron responsables de al menos 59 asesinatos. Sus crímenes no solo se caracterizaban por la violencia, sino también por un nivel de sadismo que mantenía horrorizadas a las comunidades locales. Uno de los episodios más macabros ocurrió cerca de Mělník, Čáslav y Chrudim, donde Roháč asesinó a tres mujeres embarazadas. Les extrajo los fetos y consumió sus órganos, creyendo que esto le daría fuerza y coraje.
Este acto de canibalismo no fue un hecho aislado. Roháč y sus cómplices también desmembraron a varias de sus víctimas y consumieron partes de sus cuerpos, lo que les valió el apodo de “los Caníbales Locos". La brutalidad de sus métodos y la falta de escrúpulos convirtieron a Roháč en una de las figuras más temidas de su época.
El reinado de terror de Roháč llegó a su fin en 1571, cuando uno de los miembros de su banda, Mikuláš Miča, fue capturado y, bajo tortura, Miča confesó los crímenes y proporcionó información que llevó a la captura de Roháč en Velká Bíteš.
El juicio de Roháč fue rápido y contundente. Fue condenado a una muerte tan brutal como sus crímenes. Le arrancaron las falanges de los dedos, le desgarraron la carne con tenazas, le rompieron los huesos y lo entrelazaron en una rueda de tortura, donde murió el 17 de febrero de 1571. Su ejecución fue un espectáculo público diseñado para enviar un mensaje claro: la justicia, aunque tardía, siempre llegaría.
Hoy, la historia de Roháč sigue siendo un tema de interés para historiadores y criminólogos, quienes la estudian como un ejemplo extremo de cómo la guerra y la desesperación pueden transformar a un soldado en un monstruo.
Han pasado más de cuatro siglos y aun la vida y crímenes de "el Caníbal Loco" son un testimonio escalofriante de la capacidad humana para la violencia extrema. Su historia se mantiene relevante como un caso de estudio sobre los límites de la crueldad y la justicia en tiempos de crisis.
De los primeros años de vida de Martin Roháč se sabe poco, nació en Velká Bíteš, Moravia, y sirvió como soldado en el ejército del emperador Maximiliano II durante la guerra contra los turcos (1566-1568).
Tras la firma del Tratado de Drinopol, en 1568, Roháč fue desmovilizado y, como muchos otros, quedó sin medios para subsistir. Fue entonces cuando decidió formar una banda de ladrones y asesinos, compuesta principalmente por veteranos de guerra.
La banda operó en una zona que incluía Transilvania, Austria, Eslovaquia y Moravia. Sus víctimas eran principalmente comerciantes y artesanos, a quienes robaban dinero, bienes y ropa. Sin embargo, lo que diferenciaba a Roháč de otros criminales de su época era su extrema crueldad y su práctica de canibalismo.
Entre 1568 y 1571, Roháč y su banda fueron responsables de al menos 59 asesinatos. Sus crímenes no solo se caracterizaban por la violencia, sino también por un nivel de sadismo que mantenía horrorizadas a las comunidades locales. Uno de los episodios más macabros ocurrió cerca de Mělník, Čáslav y Chrudim, donde Roháč asesinó a tres mujeres embarazadas. Les extrajo los fetos y consumió sus órganos, creyendo que esto le daría fuerza y coraje.
Este acto de canibalismo no fue un hecho aislado. Roháč y sus cómplices también desmembraron a varias de sus víctimas y consumieron partes de sus cuerpos, lo que les valió el apodo de “los Caníbales Locos". La brutalidad de sus métodos y la falta de escrúpulos convirtieron a Roháč en una de las figuras más temidas de su época.
El reinado de terror de Roháč llegó a su fin en 1571, cuando uno de los miembros de su banda, Mikuláš Miča, fue capturado y, bajo tortura, Miča confesó los crímenes y proporcionó información que llevó a la captura de Roháč en Velká Bíteš.
El juicio de Roháč fue rápido y contundente. Fue condenado a una muerte tan brutal como sus crímenes. Le arrancaron las falanges de los dedos, le desgarraron la carne con tenazas, le rompieron los huesos y lo entrelazaron en una rueda de tortura, donde murió el 17 de febrero de 1571. Su ejecución fue un espectáculo público diseñado para enviar un mensaje claro: la justicia, aunque tardía, siempre llegaría.
Hoy, la historia de Roháč sigue siendo un tema de interés para historiadores y criminólogos, quienes la estudian como un ejemplo extremo de cómo la guerra y la desesperación pueden transformar a un soldado en un monstruo.
Han pasado más de cuatro siglos y aun la vida y crímenes de "el Caníbal Loco" son un testimonio escalofriante de la capacidad humana para la violencia extrema. Su historia se mantiene relevante como un caso de estudio sobre los límites de la crueldad y la justicia en tiempos de crisis.
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