Sombras del Mal. Los asesinatos de niños en Atlanta
30 menores afroamericanos fueron asesinados entre 1979 y 1981, una ola de asesinatos que nunca llegó a los tribunales
La década de los años 70 fue un tiempo conflictivo en Estados Unidos, especialmente en los estados del sur, donde todavía lidiaban con una profunda crisis económica, que se intensificaba debido a lo fresco de las huellas de la segregación y el racismo.
En medio de un panorama poco estimulante, entre 1979 y 1981 la ciudad de Atlanta, en el estado de Georgia, vivió una ola de asesinatos y desapariciones. 30 niños y adolescentes de color en la ciudad fueron asesinados de manera brutal.
En medio de un panorama poco estimulante, entre 1979 y 1981 la ciudad de Atlanta, en el estado de Georgia, vivió una ola de asesinatos y desapariciones. 30 niños y adolescentes de color en la ciudad fueron asesinados de manera brutal.
Esos crímenes no han recibido justicia, y a pesar de que un hombre fue señalado de ser el posible asesino, los casos de los niños nunca llegaron a la corte y el asesino nunca fue juzgado por las horrendas muertes.
La ola de asesinatos comenzó en el verano de 1979, cuando el niño Edward Hope Smith desapareció. Poco tiempo después su cuerpo fue encontrado brutalmente asesinado, en la medida que pasaba el tiempo más niños y adolescentes desaparecían.
Algunas de las víctimas fueron Anthony Bernard Carter, de nueve años, desaparecido en 1980, Carlton Coleman (10), Yolanda K. Smith, Derrick D. Smith (12)... la lista se hizo muy larga en corto tiempo, a la vez que la comunidad afroamericana de Atlanta comenzó a criticar la lentitud con que la policía realizaba las investigaciones.
La comunidad alarmada activó la cobertura mediática de los asesinatos. Muchos de los cuerpos de las víctimas fueron encontrados en condiciones desgarradoras, a menudo con signos de abuso.
La policía de Atlanta, junto con el FBI, inició una investigación masiva con una abrumadora presión pública, que los señalaba por actuar a destiempo debido a que las víctimas en su mayoría eran miembros de la comunidad afroamericana, que estaba particularmente sensible.
La falta de evidencias concretas, aunada a la naturaleza caótica de los crímenes, complicó las investigaciones, por lo que se creó un equipo especial de detectives que contó con la participación de la Unidad de Análisis de Conducta del FBI, que dio un perfil del asesino.
En 1981, la policía centró su atención en Wayne Williams, un fotógrafo y cazatalentos afroamericano, quien fue detenido por su presunta vinculación con la desaparición y asesinato de dos hombres adultos.
La evidencia encontrada en los cuerpos incluía fibras de alfombra y pelos de perro que coincidían con las de su hogar y su automóvil, sin embargo no había mayores evidencias que lo vincularan a los casos de los niños, por lo que fue enjuiciado por los dos casos de los adultos.
En marzo de 1982, Williams fue condenado por el asesinato de los dos hombres, nunca fue juzgado por los asesinatos de los menores. A pesar de que se creía que él era el responsable de al menos 24 de los asesinatos, la falta de pruebas directas dejó muchas preguntas sin respuesta.
La controversia persiste. Aunque los casos fueron oficialmente cerrados, apuntando a Williams como el asesino, sin un juicio, las dudas quedan.

Wayne Williams, fotógrafo y cazatalentos, fue condenado por el asesinato de dos hombres (Cortesía)
La ola de asesinatos comenzó en el verano de 1979, cuando el niño Edward Hope Smith desapareció. Poco tiempo después su cuerpo fue encontrado brutalmente asesinado, en la medida que pasaba el tiempo más niños y adolescentes desaparecían.
Algunas de las víctimas fueron Anthony Bernard Carter, de nueve años, desaparecido en 1980, Carlton Coleman (10), Yolanda K. Smith, Derrick D. Smith (12)... la lista se hizo muy larga en corto tiempo, a la vez que la comunidad afroamericana de Atlanta comenzó a criticar la lentitud con que la policía realizaba las investigaciones.
La comunidad alarmada activó la cobertura mediática de los asesinatos. Muchos de los cuerpos de las víctimas fueron encontrados en condiciones desgarradoras, a menudo con signos de abuso.
La policía de Atlanta, junto con el FBI, inició una investigación masiva con una abrumadora presión pública, que los señalaba por actuar a destiempo debido a que las víctimas en su mayoría eran miembros de la comunidad afroamericana, que estaba particularmente sensible.
La falta de evidencias concretas, aunada a la naturaleza caótica de los crímenes, complicó las investigaciones, por lo que se creó un equipo especial de detectives que contó con la participación de la Unidad de Análisis de Conducta del FBI, que dio un perfil del asesino.
En 1981, la policía centró su atención en Wayne Williams, un fotógrafo y cazatalentos afroamericano, quien fue detenido por su presunta vinculación con la desaparición y asesinato de dos hombres adultos.
La evidencia encontrada en los cuerpos incluía fibras de alfombra y pelos de perro que coincidían con las de su hogar y su automóvil, sin embargo no había mayores evidencias que lo vincularan a los casos de los niños, por lo que fue enjuiciado por los dos casos de los adultos.
En marzo de 1982, Williams fue condenado por el asesinato de los dos hombres, nunca fue juzgado por los asesinatos de los menores. A pesar de que se creía que él era el responsable de al menos 24 de los asesinatos, la falta de pruebas directas dejó muchas preguntas sin respuesta.
La controversia persiste. Aunque los casos fueron oficialmente cerrados, apuntando a Williams como el asesino, sin un juicio, las dudas quedan.

Wayne Williams, fotógrafo y cazatalentos, fue condenado por el asesinato de dos hombres (Cortesía)
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