Sombras del mal: La condesa asesina
Se convirtió en el más notorio ejemplo de un asesino serial en la Rusia de los zares
Los asesinos en serie no conocen de clases sociales, los hay nacidos en los estratos más bajos, golpeados por el hambre, el abuso y las carencias, y existen los que nacieron encumbrados, sin necesidades insatisfechas, quienes durmieron calientes durante los más crudos inviernos y que siempre contaron con un plato de comida en sus mesas. Pero tanto el que tiene, como el que no, pueden ser bestias asesinas.
Esta es una de esas historias de quienes, a pesar de haber nacido enmantillados, terminaron convertidos en una muestra del mal, tanto así que el nombre de nuestra protagonista pasó a la posteridad como un ejemplo de las injusticias del sistema zarista. Es la historia de Darya Saltykova, quien sería conocida como “la Condesa Asesina” de la Rusia gobernada por los zares.
Darya Saltykova nació en el seno de una familia aristocrática en 1730, una época en la que la aristocracia rusa tenía un poder casi divino, lo que le permitió actuar casi impunemente durante décadas, en las que habría asesinado a más de cien de sus sirvientes, la mayoría de ellos mujeres jóvenes.
Como era costumbre en esa época, Saltykova se casó muy joven y enviudó a los 26 años. Con la muerte de su marido recibió una considerable fortuna y vivió junto con sus hijos y un número notable de sirvientes en un castillo, en el que pudo torturar y matar a su servidumbre sin dejar muchos testigos.
No era una mujer muy paciente ni pacífica, y más bien era conocida por tener un humor oscuro y por sus brutales castigos, pero tras enviudar se volvió aún más violenta. Utilizó su poder para infligir sufrimiento a aquellos que estaban bajo su control y las quejas que llegaron a hacerse sobre sus tratos eran ignoradas por las autoridades y gracias a sus contactos en la corte, lo que le permitió actuar con impunidad durante años. Quienes se atrevían a denunciarla, desaparecían víctimas de sus castigos.
Pero su poder no era tan absoluto como creía, ya que familiares de sus víctimas lograron hacerse un espacio y llegar hasta la zarina Catalina II (llamada Catalina la Grande), quien tras conocer las denuncias ordenó que se investigaran como parte de la política contra “actos ilícitos” con la que los zares buscaban calmar los ánimos del pauperizado pueblo ruso.
En 1762 Saltykova fue detenida y se iniciaron las investigaciones, las cuales se extendieron por seis años, tiempo en el que se recopiló información sobre 138 muertes sospechosas que fueron calificadas como posibles asesinatos.
Cuando fue llevada a juicio, fue declarada culpable de la muerte a golpes y mediante torturas de 38 siervas. La pena de muerte había sido abolida en 1754, por lo que Saltykova fue encadenada durante una hora sobre una plataforma, con un cartel colgado al cuello que decía: "Esta mujer ha torturado y matado".
La asesina rusa Darya Saltykova fue recluida de por vida en un convento en Moscú, en donde murió el 27 de noviembre de 1801.
Esta es una de esas historias de quienes, a pesar de haber nacido enmantillados, terminaron convertidos en una muestra del mal, tanto así que el nombre de nuestra protagonista pasó a la posteridad como un ejemplo de las injusticias del sistema zarista. Es la historia de Darya Saltykova, quien sería conocida como “la Condesa Asesina” de la Rusia gobernada por los zares.
Darya Saltykova nació en el seno de una familia aristocrática en 1730, una época en la que la aristocracia rusa tenía un poder casi divino, lo que le permitió actuar casi impunemente durante décadas, en las que habría asesinado a más de cien de sus sirvientes, la mayoría de ellos mujeres jóvenes.
Como era costumbre en esa época, Saltykova se casó muy joven y enviudó a los 26 años. Con la muerte de su marido recibió una considerable fortuna y vivió junto con sus hijos y un número notable de sirvientes en un castillo, en el que pudo torturar y matar a su servidumbre sin dejar muchos testigos.
No era una mujer muy paciente ni pacífica, y más bien era conocida por tener un humor oscuro y por sus brutales castigos, pero tras enviudar se volvió aún más violenta. Utilizó su poder para infligir sufrimiento a aquellos que estaban bajo su control y las quejas que llegaron a hacerse sobre sus tratos eran ignoradas por las autoridades y gracias a sus contactos en la corte, lo que le permitió actuar con impunidad durante años. Quienes se atrevían a denunciarla, desaparecían víctimas de sus castigos.
Pero su poder no era tan absoluto como creía, ya que familiares de sus víctimas lograron hacerse un espacio y llegar hasta la zarina Catalina II (llamada Catalina la Grande), quien tras conocer las denuncias ordenó que se investigaran como parte de la política contra “actos ilícitos” con la que los zares buscaban calmar los ánimos del pauperizado pueblo ruso.
En 1762 Saltykova fue detenida y se iniciaron las investigaciones, las cuales se extendieron por seis años, tiempo en el que se recopiló información sobre 138 muertes sospechosas que fueron calificadas como posibles asesinatos.
Cuando fue llevada a juicio, fue declarada culpable de la muerte a golpes y mediante torturas de 38 siervas. La pena de muerte había sido abolida en 1754, por lo que Saltykova fue encadenada durante una hora sobre una plataforma, con un cartel colgado al cuello que decía: "Esta mujer ha torturado y matado".
La asesina rusa Darya Saltykova fue recluida de por vida en un convento en Moscú, en donde murió el 27 de noviembre de 1801.
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones