Historias de la violencia. Muerte en Altamira
El escultor Joel Casique fue asesinado el 17 de diciembre de 2010
En muchos países el arte es el tesoro que los artistas dejan a las generaciones futuras. Es la permanencia del hombre más allá de su tiempo, más allá de los egoísmos, más allá del destino, son millones de obras que nos hacen recordar a quienes caminaron adelante, en muchos países el arte tiene el valor de la memoria, en otros no son más que cosas, objetos que estorban y pocos valoran.
Metales, reflejos, brillos, herramientas, pinzas, calor, llamas ardientes, madera, esqueletos que sirven de base al brillo del metal, de pulidos espejos metálicos, o son los músculos que sostienen las unas garras que salen de las paredes. Que soportan discos de acero en los que la luz rebota y baila.
Las ideas que vuelan son el corazón y las venas de enormes bloques rectangulares de espejos metálicos que una vez reflejaron el cielo y el ardiente sol margariteño, en los que espinos y cujíes se miran en el árido paisaje.
Así era la obra de Joel Casique, un artista plástico que en la década de los 90 se convirtió en una estrella, que brilló desde los talleres de la escuela de arte Cristóbal Rojas y gracias a una beca aterrizó en The Arts Students League de Nueva York, una prestigiosa escuela de artes.
En esos años expuso su obra en galerías y museos de Venezuela, Estados Unidos y Aruba; participó en ferias nacionales e internacionales como las Ferias Iberoamericanas de Arte (FIA) XVI y XVII en Caracas, la Feria de Arte Latinoamericano en Miami de 2007 y la Feria Internacional de Arte de Bogotá (ARTBO) de 2006 en Bogotá, Colombia.
Compartía sus dotes artísticas con trabajos más terrenales, carpintería y herrería en su taller ubicado en Guarenas, donde acudía a diario en su motocicleta, con los que se financiaba y mantenía en los momentos en que era difícil conseguir clientes. Así se mantuvo, además era un convencido dirigente vecinal, lo que se refleja en disposición a trabajar en la junta de vecinos del edificio donde vivía en Altamira.
Todo parecía normal hasta el 17 de diciembre de 2010, cuando a sus 52 años fue asesinado a puñaladas en su propio apartamento
El cuerpo del artista fue localizado la noche del mismo viernes, luego de que intentara infructuosamente comunicarse con el escultor. Al llegar al edificio y encontrar el apartamento cerrado, le dieron una llave que tenía guardada para casos de emergencia.
Al ingresar encontró el cuerpo de su hermano con una puñalada en un costado. Debido a que estaba cerrado el apartamento, las autoridades presumieron que el o los asesinos podrían ser conocidos del artista, ya que ni la puerta ni ventanas habían sido violentadas.
Los asaltantes se llevaron una computadora y el carro de Casique. Hasta la fecha el caso no ha sido oficialmente cerrado.
Metales, reflejos, brillos, herramientas, pinzas, calor, llamas ardientes, madera, esqueletos que sirven de base al brillo del metal, de pulidos espejos metálicos, o son los músculos que sostienen las unas garras que salen de las paredes. Que soportan discos de acero en los que la luz rebota y baila.
Las ideas que vuelan son el corazón y las venas de enormes bloques rectangulares de espejos metálicos que una vez reflejaron el cielo y el ardiente sol margariteño, en los que espinos y cujíes se miran en el árido paisaje.
Así era la obra de Joel Casique, un artista plástico que en la década de los 90 se convirtió en una estrella, que brilló desde los talleres de la escuela de arte Cristóbal Rojas y gracias a una beca aterrizó en The Arts Students League de Nueva York, una prestigiosa escuela de artes.
En esos años expuso su obra en galerías y museos de Venezuela, Estados Unidos y Aruba; participó en ferias nacionales e internacionales como las Ferias Iberoamericanas de Arte (FIA) XVI y XVII en Caracas, la Feria de Arte Latinoamericano en Miami de 2007 y la Feria Internacional de Arte de Bogotá (ARTBO) de 2006 en Bogotá, Colombia.
Compartía sus dotes artísticas con trabajos más terrenales, carpintería y herrería en su taller ubicado en Guarenas, donde acudía a diario en su motocicleta, con los que se financiaba y mantenía en los momentos en que era difícil conseguir clientes. Así se mantuvo, además era un convencido dirigente vecinal, lo que se refleja en disposición a trabajar en la junta de vecinos del edificio donde vivía en Altamira.
Todo parecía normal hasta el 17 de diciembre de 2010, cuando a sus 52 años fue asesinado a puñaladas en su propio apartamento
El cuerpo del artista fue localizado la noche del mismo viernes, luego de que intentara infructuosamente comunicarse con el escultor. Al llegar al edificio y encontrar el apartamento cerrado, le dieron una llave que tenía guardada para casos de emergencia.
Al ingresar encontró el cuerpo de su hermano con una puñalada en un costado. Debido a que estaba cerrado el apartamento, las autoridades presumieron que el o los asesinos podrían ser conocidos del artista, ya que ni la puerta ni ventanas habían sido violentadas.
Los asaltantes se llevaron una computadora y el carro de Casique. Hasta la fecha el caso no ha sido oficialmente cerrado.
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