Para cerrar con broche de oro
La segunda celebración por los recién casados fue en Frogmore House cerca de Windsor
El día más importante para el príncipe Harry y Meghan Markle, ahora duques de Sussex, llegó a su final. Después del banquete que tuvo lugar en el palacio del Windsor, Carlos de Inglaterra ofreció una recepción en la residencia campestre Frogmore House, que data del siglo XVII, cercana al castillo de Windsor y su restauración más reciente data de 1990.
Los recién casados se dirigieron allí a bordo de un descapotable que condujo el mismo príncipe. Para esta ocasión Meghan se cambió por un traje no menos elegante, también blanco, firmado por Stella McCartney, de esta manera no sólo seleccionó para este día a dos diseñadores británicos, sino que se trata de dos mujeres, una manera de pronunciarse por el apoyo al liderazgo femenino, algo que ha venido haciendo desde hace tiempo.
El traje está confeccionado en creppe blanco, cuello halter. El corte de la falda es en evasé y tiene una pequeña cola. Al igual que el traje de novia no lleva ningún adorno y todo se centra en el corte y la confección. Acompañó su vestido con unos zarcillos Cartie y una sortija de aguamarina que perteneció a Diana y que heredó su hijo Harry, que para esta cita seleccionó un esmoquin.
Para este recepción estuvieron invitados un grupo de unas 200 personas, todas amigas de los recién casados y del anfitrión.
Se esperaba que Meghan dirigiera a los presentes unas palabras de agradecimiento, algo innovador, pues hasta ahora no se acostumbraba. Indiscutiblemente que la duquesa de Sussex dará de que hablar, pues será una mujer muy activa.
La maravillosa sortija con una aguamarina que perteneció a Diana y ahora luce Meghan Markle PA