Críticas de Elliot Abrams a la Casa Blanca
El enfoque de Abrams consiste en incrementar al máximo las hostilidades
En un reciente artículo publicado en el portal del Consejo de relaciones Exteriores de Estados Unidos, Elliot Abrams critica la política de la Casa Blanca hacia Venezuela bajo la administración de Biden. Abrams señala que durante el gobierno de Donald Trump, la política estadounidense hacia Venezuela era dura y se aplicaban sanciones integrales. Sin embargo, en los últimos dos años se ha reducido considerablemente el esfuerzo por imponer sanciones.
PETRÓLEO
Abrams cuestiona el enfoque basado en negociaciones con el presidente venezolano Nicolás Maduro, debido a que no se han logrado los cambios políticos esperados. En su artículo hace referencia a la inhabilitación de María Corina Machado, así como a la democracia y los asuntos relacionados con el funcionamiento del sistema político venezolano. Estos han sido los los argumentos utilizados por Washington para intervenir en la política interna del país, una actuación que ha ido en contra de las normas internacionales y las disposiciones de Naciones Unidas.
Al mismo tiempo, hay que tomar en cuenta que el objetivo central de Estados Unidos en relación con Venezuela ha sido la apropiación de sus reservas petroleras y su alineamiento en la orbita estadounidense. Hasta ahora, las políticas diplomáticas implementadas por la administración de Biden no han logrado este objetivo.
En un evento celebrado en Carolina del Norte hace pocas semanas, el expresidente Trump expresó que su estrategia de imponer sanciones había provocado un colapso en Venezuela, pero que la administración de Biden no había aprovechado la situación para tomar el control de la producción petrolera venezolana en lugar de tener que comprarla.
Si se observa con detenimiento la situación, se puede concluir que las críticas de Abrams son exageradas, porque en realidad la política de Estados Unidos hacia Venezuela no ha experimentado cambios sustanciales. Es importante considerar que para el momento en que Biden asciende a la presidencia, el intento de derrocamiento organizado por Trump ya había fracasado puesto que no logró generar una implosión social ni se pudo ejecutar un levantamiento militar. Otras acciones, como la operación Gedeón, tenían escasas posibilidades de salir bien por lo que se retiró el apoyo de los servicios de inteligencia.
Estos fracasos dejaron a las fuerzas internas debilitadas y divididas. Como resultado, se da inicio a un proceso de repliegue hacia actividades legales y electorales por parte de las organizaciones de oposición. El propósito de esta nueva política ha sido recuperar fuerzas y reconectar con la gente. Esta necesidad explica que Washington haya estado de acuerdo en realizar negociaciones.
El análisis de Abrams en su artículo no ha tenido en cuenta el hecho fundamental de que la política de sanciones ha continuado con Biden. Estas sanciones a Venezuela se centran en la prohibición de ventas de la producción de Pdvsa, la apropiación de fondos, activos y bienes nacionales, como Citgo y el oro depositado en Londres, el bloqueo al sistema bancario y la imposibilidad de renegociar la deuda.
El acuerdo petrolero con Chevron no es un ablandamiento de las sanciones, sino más bien una consecuencia de la guerra de Ucrania y la necesidad de los mercados occidentales de tener a disposición las reservas venezolanas. Por eso, cuando comenzó el conflicto en Europa, una delegación de la Casa Blanca viajó de inmediato a Caracas y se estableció un compromiso en el cual se convenía que Chevron produciría petróleo en los campos venezolanos. Con este acuerdo, ambas parte obtienen beneficios, pero las sanciones a Pdvsa siguen en vigor.
COOPERACIÓN
El enfoque de Abrams consiste en incrementar al máximo las hostilidades, incluso si esto dificulta aún más la normalización de la situación interna y perjudica el interés estadounidense de asegurar el suministro de petróleo venezolano durante la guerra de Ucrania. Desde su punto de vista, lo fundamental es alcanzar los objetivos establecidos, sin importar el tiempo que sea necesario. Anteriormente, el exembajador en Venezuela, William Brownfield, había señalado que podrían requerirse "meses o años" para acelerar el colapso.
PETRÓLEO
Abrams cuestiona el enfoque basado en negociaciones con el presidente venezolano Nicolás Maduro, debido a que no se han logrado los cambios políticos esperados. En su artículo hace referencia a la inhabilitación de María Corina Machado, así como a la democracia y los asuntos relacionados con el funcionamiento del sistema político venezolano. Estos han sido los los argumentos utilizados por Washington para intervenir en la política interna del país, una actuación que ha ido en contra de las normas internacionales y las disposiciones de Naciones Unidas.
Al mismo tiempo, hay que tomar en cuenta que el objetivo central de Estados Unidos en relación con Venezuela ha sido la apropiación de sus reservas petroleras y su alineamiento en la orbita estadounidense. Hasta ahora, las políticas diplomáticas implementadas por la administración de Biden no han logrado este objetivo.
En un evento celebrado en Carolina del Norte hace pocas semanas, el expresidente Trump expresó que su estrategia de imponer sanciones había provocado un colapso en Venezuela, pero que la administración de Biden no había aprovechado la situación para tomar el control de la producción petrolera venezolana en lugar de tener que comprarla.
EXAGERADAS
Si se observa con detenimiento la situación, se puede concluir que las críticas de Abrams son exageradas, porque en realidad la política de Estados Unidos hacia Venezuela no ha experimentado cambios sustanciales. Es importante considerar que para el momento en que Biden asciende a la presidencia, el intento de derrocamiento organizado por Trump ya había fracasado puesto que no logró generar una implosión social ni se pudo ejecutar un levantamiento militar. Otras acciones, como la operación Gedeón, tenían escasas posibilidades de salir bien por lo que se retiró el apoyo de los servicios de inteligencia.
Estos fracasos dejaron a las fuerzas internas debilitadas y divididas. Como resultado, se da inicio a un proceso de repliegue hacia actividades legales y electorales por parte de las organizaciones de oposición. El propósito de esta nueva política ha sido recuperar fuerzas y reconectar con la gente. Esta necesidad explica que Washington haya estado de acuerdo en realizar negociaciones.
UCRANIA
El análisis de Abrams en su artículo no ha tenido en cuenta el hecho fundamental de que la política de sanciones ha continuado con Biden. Estas sanciones a Venezuela se centran en la prohibición de ventas de la producción de Pdvsa, la apropiación de fondos, activos y bienes nacionales, como Citgo y el oro depositado en Londres, el bloqueo al sistema bancario y la imposibilidad de renegociar la deuda.
El acuerdo petrolero con Chevron no es un ablandamiento de las sanciones, sino más bien una consecuencia de la guerra de Ucrania y la necesidad de los mercados occidentales de tener a disposición las reservas venezolanas. Por eso, cuando comenzó el conflicto en Europa, una delegación de la Casa Blanca viajó de inmediato a Caracas y se estableció un compromiso en el cual se convenía que Chevron produciría petróleo en los campos venezolanos. Con este acuerdo, ambas parte obtienen beneficios, pero las sanciones a Pdvsa siguen en vigor.
COOPERACIÓN
El enfoque de Abrams consiste en incrementar al máximo las hostilidades, incluso si esto dificulta aún más la normalización de la situación interna y perjudica el interés estadounidense de asegurar el suministro de petróleo venezolano durante la guerra de Ucrania. Desde su punto de vista, lo fundamental es alcanzar los objetivos establecidos, sin importar el tiempo que sea necesario. Anteriormente, el exembajador en Venezuela, William Brownfield, había señalado que podrían requerirse "meses o años" para acelerar el colapso.
Lo inquietante no es tanto la posición extrema de Abrams, sino la ausencia de una reflexión entre los demócratas que permita actualizar las bases de su política hacia Venezuela, con el fin de abrir paso a una cooperación basada en la amistad y el principio de igualdad soberana.
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