Luis Eduardo Martínez: A propósito del 5 de Julio
Es Venezuela una República a que dudar, pero aún debemos empeñarnos para que sea totalmente libre, soberana e independiente
Luis Eduardo Martínez
Cuarenta diputados votaron el 5 de julio de 1811 a favor de la independencia de la hasta entonces Capitanía General de Venezuela delegándose, inmediatamente después, en Juan Germán Roscio, diputado de la Villa de Calabozo y en el secretario, Francisco Isnardi, nativo de Cádiz, la redacción de la declaración definitiva que fue aprobada el día 7 y publicada el 14, “…nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro proceder y de la rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y celestiales auxilios, y ratificando, en el momento en que nacemos a la dignidad, que su providencia nos restituye el deseo de vivir y morir libres, creyendo y defendiendo la santa, católica y apostólica religión de Jesucristo. Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límite y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes”.
Pasados casi diez años, el 25 de junio de 1821, en el parte de la Batalla de Carabobo, Simón Bolívar escribía al vicepresidente: “Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político la República…”. Decenas de miles de muertos, a la par la destrucción de la economía y del orden social fue el precio pagado.
Es Venezuela una República a que dudar, pero aún debemos empeñarnos para que sea totalmente libre, soberana e independiente lo que nos obliga a garantizar que nuestro pueblo, sin injerencias externas, decida acerca del presente y el futuro.
Que alcancemos la reconciliación y preservemos la paz a través del diálogo inclusivo, reconociéndonos mutuamente, respetándonos y esforzándonos por alcanzar consensos.
Que se garanticen las libertades fundamentales y el respeto a todo evento de los derechos humanos.
Que cesen las medidas coercitivas unilaterales extranjeras que tanto daño ocasionan a los venezolanos, violación fragrante estas del derecho internacional y una práctica intervencionista repudiable.
Que por sobre todas las cosas trabajemos juntos por liberar a nuestra gente de la pobreza y las muchas carencias que hoy padecen.
Entonces si serán realidad los postulados y sueños de quienes en la capilla de Santa Rosa de Lima y en los campos de batalla hicieron posible la emancipación de Venezuela.
Pasados casi diez años, el 25 de junio de 1821, en el parte de la Batalla de Carabobo, Simón Bolívar escribía al vicepresidente: “Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político la República…”. Decenas de miles de muertos, a la par la destrucción de la economía y del orden social fue el precio pagado.
Es Venezuela una República a que dudar, pero aún debemos empeñarnos para que sea totalmente libre, soberana e independiente lo que nos obliga a garantizar que nuestro pueblo, sin injerencias externas, decida acerca del presente y el futuro.
Que alcancemos la reconciliación y preservemos la paz a través del diálogo inclusivo, reconociéndonos mutuamente, respetándonos y esforzándonos por alcanzar consensos.
Que se garanticen las libertades fundamentales y el respeto a todo evento de los derechos humanos.
Que cesen las medidas coercitivas unilaterales extranjeras que tanto daño ocasionan a los venezolanos, violación fragrante estas del derecho internacional y una práctica intervencionista repudiable.
Que por sobre todas las cosas trabajemos juntos por liberar a nuestra gente de la pobreza y las muchas carencias que hoy padecen.
Entonces si serán realidad los postulados y sueños de quienes en la capilla de Santa Rosa de Lima y en los campos de batalla hicieron posible la emancipación de Venezuela.
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