Odalys Sánchez: “El mercado venezolano de arte es el más fuerte de América Latina”
La casa de subastas Odalys cumplió 30 años, y sigue activa a pesar de las asechanzas
Ha empuñado un martillo sin pretender ser una heroína escandinava. Su martillo es el de las pujas de arte que desde hace 30 años viene realizando desde la casa de subastas Odalys. Y en sus manos, esa herramienta se ha convertido en el símbolo de la existencia de un mercado del arte que ha sorteado toda clase de obstáculos, pero se mantiene.
Odalys Sánchez, directora del Grupo Odalys, recuerda que cuando dejó la Física Nuclear y comenzó a interesarse por el coleccionismo para luego centrarse en la venta de obras de arte, lo hizo a partir de una clara visión: “Había un vacío en el mercado del arte venezolano. Solo algunas instituciones públicas y privadas -como los bancos- compraban arte. Mi idea fue crear una fórmula que permitiera que cualquier persona que tuviera interés en el arte, de una forma justa y razonable, pudiera acceder a las obras de una colección e ir así creado poco a poco, un mercado del arte”.
Tres décadas. 300 subastas. Dos galerías -una en Caracas y otra en Madrid-. Publicaciones. Investigaciones. Proyectos expositivos internacionales. Una fundación. Y todo tipo de servicios relacionados con el área, dan cuenta de una empresa familiar que no ha cesado de crecer. Para Sánchez, el objetivo inicial se ha logrado “aun con todas las vicisitudes que las fluctuaciones naturales del mercado han creado, por la economía, la política, el medioambiente, la pandemia, en fin…, este sigue activo, de hecho, para mí el mercado venezolano de arte es el más fuerte de toda América Latina”, dice quien reconoce poseer una muy mala memoria para acordarse de los peores momentos por los que ha pasado su negocio.
Pero, ¿qué hay detrás de las subasta?, ¿detrás del martillo, las paletas numeradas y un público conformado por coleccionistas y personas amantes del arte? Sobre eso responde la directora del Grupo Odalys.
-¿Cuáles son las vías por las que llegan las obras a sus manos?
-Los propietarios de las piezas se movilizan hasta la galería y nos traen sus cuadros. Esta es la fórmula más frecuente, y las traen voluntariamente para escuchar nuestra opinión y saber el avalúo; si llegamos a un acuerdo en las condiciones, las dejan en nuestra subasta.
-¿Revisan que su origen sea lícito?
-Sí, revisamos que tengan una procedencia lícita. Cada persona que trae una obra, y para todos los efectos legales nuestros, es porque es propietario de la misma, y tiene que firmar una nota de consignación en donde se asume como propietario y asume que la obra es auténtica, de buena procedencia. Nosotros somos intermediarios de buena fe. Nos ajustamos estrictamente a lo que la ley venezolana dicta para poder tanto recibir como entregar y devolver las obras.
“En todo caso, siempre tenemos contacto con los organismos competentes ante cualquier duda en cuanto a la autenticidad de una pieza. También investigamos, en la medida en que cada persona quiera darnos información, cuál es su origen, la procedencia, la tradición legal de cada una de las obras”, agrega.
-Cuando se trata de artistas consagrados o muy bien cotizados, ¿establecen comunicación con los albaceas de esos creadores, bien sean fundaciones o las familias de los artistas?
-Independientemente de que las obras sean de artistas consagrados o bien cotizados, no hay nada que nos obligue a establecer una relación ni con los albaceas ni con la familia del artista. Sin embargo, si tenemos alguna duda de procedencia o de autenticidad, nos comunicamos no solamente con los albaceas, las familias o las fundaciones, sino también con los expertos en cada una de las áreas. Internacionalmente está reconocido que el experto es la máxima autoridad para determinar la autenticidad de una obra, por encima incluso del propio autor, entonces siempre buscamos al especialista de cada área, cuando lo hay. Lamentablemente en Venezuela quedan muy pocos especialistas, por lo tanto tenemos que ingeniárnosla: buscar bibliografía, documentación, ver la tradición legal y, por supuesto, apoyarnos en nuestra experiencia de treinta años recibiendo obras de arte.
-¿Cuál es el promedio mensual de obras que la casa Odalys recibe en consignación? ¿Cómo hacen para verificar la autenticidad de cada una?
-Recibimos entre unas 200 y 300 obras mensuales. Y en propuestas recibimos bastante más, lo que pasa es que no todo es aceptado porque claramente no tenemos clientes para todas estas obras. ¿Cómo hacemos para verificar su autenticidad? Hay un primer gran filtro que soy yo. Es decir, después de treinta años y de tener en mis manos 50 mil obras, pues claramente uno sabe cuándo una obra es y cuándo no es. Sin embargo, puede haber dudas porque hay obras de algunos artistas o algunas obras dentro de la producción de cada artista, que son singulares, en cuyo caso busco la opinión, fundamentalmente, de los expertos y también de las fundaciones que lleven un registro de obras, un récord de un artista; aunque son pocas las que lo han hecho, las consultamos. Las fundaciones Armando Barrios, Carlos Cruz-Diez, Oswaldo Vigas… tienen un registro exhaustivo de las obras de los artistas, por lo tanto son nuestra primera fuente, pero hay otras que no tienen ese registro y no pueden darnos la información que requerimos.
-¿Qué garantías de autenticidad da su firma a quienes compran obras en sus subastas?
-Nosotros no damos ningún certificado general por obra porque sería demasiado oneroso para cada una de las piezas. Cuando recibimos la obra, su propietario se responsabiliza de la autenticidad de esta. Nuestras obras se catalogan, se exhiben públicamente, se llama a los expertos, se revisan, pero por escrito no se da absolutamente nada. El que quiera tramitar una certificación adicional por una pieza, puede hacerlo como un servicio adicional, que presta nuestra empresa, y lo hace a su costo, lo cual yo realmente sugiero, pero que lo asuma la persona que quiere comprar o que ha comprado la obra. No podemos ni cambiarles los marcos ni hacerles restauraciones ni certificados de autenticidad porque entonces no podríamos vender a los precios que el mercado nos obliga.
-Si una obra que llegó a ustedes a través de sus dueños legítimos (un coleccionista, por ejemplo) no es vendida, pero es reclamada por los albaceas y/o fundaciones que representan a su autor, ¿cómo actúan ustedes?
-Actuamos como se debe actuar, regidos fundamentalmente por la ley. Nos ajustamos a las leyes vigentes. Eso significa que si un coleccionista lamentablemente fallece, los herederos tienen que hacer su trámite legal con el Seniat, crear la figura de heredero legítimo y a ese heredero legítimo es a quien la casa de subastas Odalys, o galería Odalys o el Grupo Odalys, le devuelve la pieza. No hacer eso es, primero, ilegal, acarrearía grandes problemas para la empresa, y segundo, grandes dolores de cabeza porque nosotros no tenemos conocimiento, ni tenemos por qué tenerlo, de cuál es la vida privada de cada persona. Por lo tanto, si un coleccionista o un artista nos consigna una pieza, nosotros no sabemos si ya se ha muerto, si tiene tres, cuatro hijos, siete esposas, dos viudas, un testamento, una disposición especial para su obra, un donativo a un museo… Nada de eso lo conocemos nosotros y no tenemos, repito, por qué saberlo, por lo tanto nuestra única garantía es devolverlo al heredero legítimo y ese documento lo da el Seniat a través de los trámites sucesorales que debe hacer cada fundación o cada grupo de personas cuando una persona muere. Nos ajustamos estrictamente a la ley, sin excepciones.
-¿Les ha pasado que les ofrezcan para subastarlas obras robadas?
-Sí, claro. En treinta años nos ha pasado de todo. Han venido aquí obras robadas, obras falsas, obras que consigna un matrimonio y en el término del período de consignación y venta, la pareja se divorcia y entonces hay reclamos de los dos lados… Todos los casos posibles han pasado por aquí. Este es un sitio público, abierto a todo público, por lo tanto y por esa razón es que nosotros nos ajustamos estrictamente a la rigurosidad de la ley y a lo que los protocolos internacionales establecen. Cuando vienen y tratan de negociar condiciones o pedir algunas excepciones, tengo que ser absolutamente coherente con nuestra forma de llevar la empresa y nuestra forma personal de actuar.
-Cada fundación que se dedica a velar por el legado de los artistas tiene sus propios estatutos. ¿Están ustedes obligados a someterse a ellos?
-Nosotros no estamos obligados a someternos a nadie. Internacionalmente está reconocido que cuando una fundación ha hecho estudio de la obra de un artista y lleva un registro exhaustivo, un catálogo razonado, una relación general de las obras del artista, se supone que podemos hacer la consulta porque es una forma de proteger la obra del artista y proteger el mercado. Por sanidad comercial, yo primero consulto a los expertos y después, ante cualquier duda, a aquellas fundaciones que sé que tienen registro de la obra del artista.
-En todo este tiempo, ¿han intentado meterle una zancadilla para poner en tela de juicio su trabajo?
-Lo hacen con toda frecuencia. Llevo treinta años luchando contra molinos de viento, pero tal como dice el Quijote: “Ladran los perros Sancho, señal de que cabalgamos”. Solamente es criticable la persona que hace algo; la que no hace nada no tiene nada por qué criticarla.
@juanchi62
Odalys Sánchez, directora del Grupo Odalys, recuerda que cuando dejó la Física Nuclear y comenzó a interesarse por el coleccionismo para luego centrarse en la venta de obras de arte, lo hizo a partir de una clara visión: “Había un vacío en el mercado del arte venezolano. Solo algunas instituciones públicas y privadas -como los bancos- compraban arte. Mi idea fue crear una fórmula que permitiera que cualquier persona que tuviera interés en el arte, de una forma justa y razonable, pudiera acceder a las obras de una colección e ir así creado poco a poco, un mercado del arte”.
Tres décadas. 300 subastas. Dos galerías -una en Caracas y otra en Madrid-. Publicaciones. Investigaciones. Proyectos expositivos internacionales. Una fundación. Y todo tipo de servicios relacionados con el área, dan cuenta de una empresa familiar que no ha cesado de crecer. Para Sánchez, el objetivo inicial se ha logrado “aun con todas las vicisitudes que las fluctuaciones naturales del mercado han creado, por la economía, la política, el medioambiente, la pandemia, en fin…, este sigue activo, de hecho, para mí el mercado venezolano de arte es el más fuerte de toda América Latina”, dice quien reconoce poseer una muy mala memoria para acordarse de los peores momentos por los que ha pasado su negocio.
Pero, ¿qué hay detrás de las subasta?, ¿detrás del martillo, las paletas numeradas y un público conformado por coleccionistas y personas amantes del arte? Sobre eso responde la directora del Grupo Odalys.
-¿Cuáles son las vías por las que llegan las obras a sus manos?
-Los propietarios de las piezas se movilizan hasta la galería y nos traen sus cuadros. Esta es la fórmula más frecuente, y las traen voluntariamente para escuchar nuestra opinión y saber el avalúo; si llegamos a un acuerdo en las condiciones, las dejan en nuestra subasta.
-¿Revisan que su origen sea lícito?
-Sí, revisamos que tengan una procedencia lícita. Cada persona que trae una obra, y para todos los efectos legales nuestros, es porque es propietario de la misma, y tiene que firmar una nota de consignación en donde se asume como propietario y asume que la obra es auténtica, de buena procedencia. Nosotros somos intermediarios de buena fe. Nos ajustamos estrictamente a lo que la ley venezolana dicta para poder tanto recibir como entregar y devolver las obras.
“En todo caso, siempre tenemos contacto con los organismos competentes ante cualquier duda en cuanto a la autenticidad de una pieza. También investigamos, en la medida en que cada persona quiera darnos información, cuál es su origen, la procedencia, la tradición legal de cada una de las obras”, agrega.
-Cuando se trata de artistas consagrados o muy bien cotizados, ¿establecen comunicación con los albaceas de esos creadores, bien sean fundaciones o las familias de los artistas?
-Independientemente de que las obras sean de artistas consagrados o bien cotizados, no hay nada que nos obligue a establecer una relación ni con los albaceas ni con la familia del artista. Sin embargo, si tenemos alguna duda de procedencia o de autenticidad, nos comunicamos no solamente con los albaceas, las familias o las fundaciones, sino también con los expertos en cada una de las áreas. Internacionalmente está reconocido que el experto es la máxima autoridad para determinar la autenticidad de una obra, por encima incluso del propio autor, entonces siempre buscamos al especialista de cada área, cuando lo hay. Lamentablemente en Venezuela quedan muy pocos especialistas, por lo tanto tenemos que ingeniárnosla: buscar bibliografía, documentación, ver la tradición legal y, por supuesto, apoyarnos en nuestra experiencia de treinta años recibiendo obras de arte.
Sánchez: "Nos ajustamos estrictamente a la ley, sin excepciones" (CORTESÍA GRUPO ODALYS)
-¿Cuál es el promedio mensual de obras que la casa Odalys recibe en consignación? ¿Cómo hacen para verificar la autenticidad de cada una?
-Recibimos entre unas 200 y 300 obras mensuales. Y en propuestas recibimos bastante más, lo que pasa es que no todo es aceptado porque claramente no tenemos clientes para todas estas obras. ¿Cómo hacemos para verificar su autenticidad? Hay un primer gran filtro que soy yo. Es decir, después de treinta años y de tener en mis manos 50 mil obras, pues claramente uno sabe cuándo una obra es y cuándo no es. Sin embargo, puede haber dudas porque hay obras de algunos artistas o algunas obras dentro de la producción de cada artista, que son singulares, en cuyo caso busco la opinión, fundamentalmente, de los expertos y también de las fundaciones que lleven un registro de obras, un récord de un artista; aunque son pocas las que lo han hecho, las consultamos. Las fundaciones Armando Barrios, Carlos Cruz-Diez, Oswaldo Vigas… tienen un registro exhaustivo de las obras de los artistas, por lo tanto son nuestra primera fuente, pero hay otras que no tienen ese registro y no pueden darnos la información que requerimos.
-¿Qué garantías de autenticidad da su firma a quienes compran obras en sus subastas?
-Nosotros no damos ningún certificado general por obra porque sería demasiado oneroso para cada una de las piezas. Cuando recibimos la obra, su propietario se responsabiliza de la autenticidad de esta. Nuestras obras se catalogan, se exhiben públicamente, se llama a los expertos, se revisan, pero por escrito no se da absolutamente nada. El que quiera tramitar una certificación adicional por una pieza, puede hacerlo como un servicio adicional, que presta nuestra empresa, y lo hace a su costo, lo cual yo realmente sugiero, pero que lo asuma la persona que quiere comprar o que ha comprado la obra. No podemos ni cambiarles los marcos ni hacerles restauraciones ni certificados de autenticidad porque entonces no podríamos vender a los precios que el mercado nos obliga.
-Si una obra que llegó a ustedes a través de sus dueños legítimos (un coleccionista, por ejemplo) no es vendida, pero es reclamada por los albaceas y/o fundaciones que representan a su autor, ¿cómo actúan ustedes?
-Actuamos como se debe actuar, regidos fundamentalmente por la ley. Nos ajustamos a las leyes vigentes. Eso significa que si un coleccionista lamentablemente fallece, los herederos tienen que hacer su trámite legal con el Seniat, crear la figura de heredero legítimo y a ese heredero legítimo es a quien la casa de subastas Odalys, o galería Odalys o el Grupo Odalys, le devuelve la pieza. No hacer eso es, primero, ilegal, acarrearía grandes problemas para la empresa, y segundo, grandes dolores de cabeza porque nosotros no tenemos conocimiento, ni tenemos por qué tenerlo, de cuál es la vida privada de cada persona. Por lo tanto, si un coleccionista o un artista nos consigna una pieza, nosotros no sabemos si ya se ha muerto, si tiene tres, cuatro hijos, siete esposas, dos viudas, un testamento, una disposición especial para su obra, un donativo a un museo… Nada de eso lo conocemos nosotros y no tenemos, repito, por qué saberlo, por lo tanto nuestra única garantía es devolverlo al heredero legítimo y ese documento lo da el Seniat a través de los trámites sucesorales que debe hacer cada fundación o cada grupo de personas cuando una persona muere. Nos ajustamos estrictamente a la ley, sin excepciones.
-¿Les ha pasado que les ofrezcan para subastarlas obras robadas?
-Sí, claro. En treinta años nos ha pasado de todo. Han venido aquí obras robadas, obras falsas, obras que consigna un matrimonio y en el término del período de consignación y venta, la pareja se divorcia y entonces hay reclamos de los dos lados… Todos los casos posibles han pasado por aquí. Este es un sitio público, abierto a todo público, por lo tanto y por esa razón es que nosotros nos ajustamos estrictamente a la rigurosidad de la ley y a lo que los protocolos internacionales establecen. Cuando vienen y tratan de negociar condiciones o pedir algunas excepciones, tengo que ser absolutamente coherente con nuestra forma de llevar la empresa y nuestra forma personal de actuar.
-Cada fundación que se dedica a velar por el legado de los artistas tiene sus propios estatutos. ¿Están ustedes obligados a someterse a ellos?
-Nosotros no estamos obligados a someternos a nadie. Internacionalmente está reconocido que cuando una fundación ha hecho estudio de la obra de un artista y lleva un registro exhaustivo, un catálogo razonado, una relación general de las obras del artista, se supone que podemos hacer la consulta porque es una forma de proteger la obra del artista y proteger el mercado. Por sanidad comercial, yo primero consulto a los expertos y después, ante cualquier duda, a aquellas fundaciones que sé que tienen registro de la obra del artista.
-En todo este tiempo, ¿han intentado meterle una zancadilla para poner en tela de juicio su trabajo?
-Lo hacen con toda frecuencia. Llevo treinta años luchando contra molinos de viento, pero tal como dice el Quijote: “Ladran los perros Sancho, señal de que cabalgamos”. Solamente es criticable la persona que hace algo; la que no hace nada no tiene nada por qué criticarla.
@juanchi62
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