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Debate T.V.

Lo cierto es que los debates televisivos, hoy por hoy, son más penetrantes y decisivos que las marchas, giras y templetes de pueblo de los candidatos a presidenciales. No tanto así las municipales que son más puerta a puerta

  • JAVIER VIDAL

21/07/2023 05:00 am

El primer debate presidencial se celebró en USA el 26 de septiembre de 1960 entre John F. Kennedy y Richard Nixon, en los estudios de la CBS. Tanto en debates como en combates, siempre emerge un triunfador. En aquella ocasión, fue para Kennedy sobre un Nixon con más horas de vuelo en la política exterior, pero que sucumbió ante la imagen grata, serena, joven e impoluta de su contendor demócrata. Nixon se negó a maquillar, se vió pálido y grasiento, con una barba que ensuciaba su rostro y un traje que se confundía en la degradación de los 9 tonos del gris televisivo.

Teniendo Nixon una pequeña ventaja sobre Kennedy en las encuestas, el debate levantó los números para el demócrata católico y ganar las elecciones con leve ventaja.

La telepolítica nacía y Marshal MacLuhan, 4 años después nos sacudió con su “El medio es el mensaje”. El medio se incrusta en el mensaje creando una relación simbiótica en la que el medio influye en cómo se percibe el mensaje.

La imagen formó parte de la telepolítica y los “debates” en campañas, se impusieron, años después, incluso con normativas legisladas por consejos electorales en países democráticos. En México y Argentina son obligatorios por ley electoral.

En nuestros tiempos democráticos podemos recordar el que produjo la Cámara Venezolana de T.V. en cadena conjunta con todas las emisoras entre Caldera y Lusinchi en 1983, cerrando la bipolaridad del voto y dejando al partido MAS en el fondo de un tercer lugar. No sabemos cuánto más ayudó ese foro a Lusinchi, pero sí al declive de Teodoro con la saturación de la imagen de ambos contendores.

Lo cierto es que los debates televisivos, hoy por hoy, son más penetrantes y decisivos que las marchas, giras y templetes de pueblo de los candidatos a presidenciales. No tanto así las municipales que son más puerta a puerta.

En estos tiempos hay que agregar la visualización en pantalla a las rr.ss. de todo tipo, al instante y en rodaje proyectivo con la suma de emoticones, memes y demás tiktoks en pro y contra de los debatientes.

En el último debate a tres de las elecciones españolas entre Díaz, Abascal y Sánchez (con premeditada ausencia de Feijóo) se vuelve a demostrar lo trascendental que es para la telepolítica la imagen. Allí vimos a una triunfal Yolanda por encima de ambos varones en su impronta ofensiva y en su inmaculado look con un blazer blanco a 8 botones, dos de ellos en la punta de pezones, bluyín entubado y tacones agujas, mostrando que para ser progre no hace falta disfrazarse de lumpen como lo hacía el impresentable Iglesias con coleta grasienta y camisa arremangada. Bien maquillada, peinada y sonrisa por delante. Las ausencias, por soberbias que sean, también se cobran en imagen.

La inhabilitada Maria Corina, por ejemplo, en el poco agraciado debate católico siguió con su blanco impoluto bajo una chaqueta black & white. Sin grises, mostrando el extremo de la gama de colores que junto a la negativa de alzar los brazos en grupo, muestra, nuevamente, que la imagen vale mucho en la política, aún sin televisión.

javiervidalpradas@gmail.com
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