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Turismo en Caracas
El Avila y su casco histórico son algunos de los lugares visitados por turistas en la capital venezolana
Caracas es cultura, color, aroma, una combinación de características sin fin que hacen de ella una ciudad particular: "Es y ha sido siempre un punto de referencia", señalan muchos. Es una ciudad de contrastes, luminosa y caótica, con amplias avenidas saturadas de altos edificios, tranquilas zonas residenciales y barriadas que se agolpan en las afueras de la ciudad para tenerla cerca.
¿Qué ha traído eso como resultado? Una cultura en todas partes, en cada rincón, en cada esquina, en cada uno de los barrios, calles, paredes, que cuenta con ciudadanos, reconocidos pintores, músicos, y artistas que en conjunto hacen de la capital de Venezuela un destino único sin parangón.
Ahora bien ¿qué representa para quienes la habitan?, ¿qué significa ser caraqueño? Más allá del gentilicio, por nacer o vivir en esta ciudad, ser caraqueño despierta un sentido de pertenencia por el Ávila como un órgano vital ¡Sí!, tal como dice la canción, respecto a otro paisaje, pero retomando el foco, para el caraqueño el Ávila es la primera recomendación de visita en la ciudad de los techos rojos, es un ícono con la mejor visual de la ciudad, llena de senderos para transitar por los amantes de la naturaleza y aquello que desean contemplar la magia de una capital desde las alturas.
Y es que la subida al Parque Nacional Waraira Repano, como se llama desde el 2007, es accesible para todas las condiciones físicas ya que si no la caminas, la disfrutas a través del teleférico, atractivo que realiza el trayecto de unos tres kilómetros y medio, en poco más de quince minutos. Quien la decide recorrer a pie, se acerca al puesto de guarda parques de Sabas Nieves en la urbanización Altamira, punto de encuentro de muchas personas en busca del ejercicio, respirar y conectar con la naturaleza y descubrir en cada cima hasta la cúspide diferentes visuales del Valle de Caracas. Entretanto, es la opción por excelencia cuando se trata de elegir qué hacer en la ciudad con grandes y chicos, pues en el recorrido, según la vía que se tome hay cascadas y riachuelos aptos para todo público.
Quienes acogen a Caracas como su base de operaciones, se apegan a sus calles, sus avenidas, sus edificaciones, por sus comidas, sus tradiciones y su vocabulario tan atípico que solo los caraqueños pueden entender. Esto se pone de manifiesto al visitar los mercados principales de la ciudad: el Mercado de Quinta Crespo, el Mercado Guaicaipuro y el Mercado Municipal de Chacao, tres ejemplos de la rutina de un caraqueño, como lo describe María Berus, caraqueña de nacimiento. "Yo, como caraqueña, los invitaría a ir a los mercados de Caracas porque es el día a día de nosotros. Se muestran nuestros gustos, nuestras respectivas formas de vivir por medio de la interacción, la gastronomía (...)".
Haber nacido o haber sido criado en la ciudad de los techos rojos, del teatro, de la música, de la cultura de los museos, es gozar de una cultura diferente y divertida, concebida por la mezcla de varias culturas que se asentaron en la segunda mitad del siglo XX en nuestro país en una convivencia sin distingo que es posible percibirse, por ejemplo, cada domingo en el Mercado Chino que ocupa las calles de la urbanización El Bosque desde tempranas horas. En este lugar la comunidad asiática convive entre sí mientras participan de la venta de productos de su cultura culinaria.
Ser caraqueño es saber cómo sacar provecho de una mala situación, es saber burlarse o contar un chiste inclusive de uno mismo. Es tener la premisa, "Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra". Y, como a los caraqueños les gusta bromear y sacar partido de este humor negro, espacios dedicados a concentrar gran número de personas se han consolidado para disfrutar de esas ironías en el Centro Cultural BOD, Teatro Escena 8 y más recientemente el Urban Cuplé en el CCCT, con los llamados stand up comedy de talentosos humoristas del país, las funciones de micro teatro, en conjunto con muestras de diferentes expresiones artísticas las cuales pueden revisarse en los portales web y redes sociales de estos recintos a los que acuden todos aquellos que desean desconectarse de la realidad especialmente, los fines de semana.
Manuel Soto, comerciante de la ciudad dice, "ser caraqueño significa ver pequeños momentos de felicidad donde no los hay", y a esto se le incorpora el hecho de disfrutar un helado en una de las más famosas heladerías del Boulevard de Sabana Grande, La Poma, representativo punto de encuentro con más de veinte años, que abre sus puertas al público de lunes a domingo.
Ser caraqueño es caminar el Centro de Caracas cada diciembre, es buscar una excusa para salir de fiesta, es decir, "voy llegando", cuando apenas se está entrando al Metro o decir "había mucha cola", cuando en realidad estaba libre la autopista. Es tener una huella inigualable, es tener la creatividad y la cultura como marca de nacimiento.
Visitar esta ciudad, es visitar la historia, si te acercas a la cuna del héroe de la independencia, la Casa de Simón Bolívar en la esquina de San Jacinto, ahora un tanto alterada con la incorporación de un café en el Pasaje Linares, una réplica de una exposición de talla mundial, así como la anulación de los comercios dedicados a la venta de juguetes y el restaurante que gozaba con más de ochenta años de historia. Es respirar cultura, recorriendo los pasillos de la Universidad Central de Venezuela (UCV) que se niegan a morir y dejar en el recuerdo, la otrora Hacienda Ibarra que, con la pericia del arquitecto Carlos Raúl Villanueva dio lugar a uno de los centros de estudios más importante de Venezuela y el mundo. Así es Caracas, así es el caraqueño y así se visita Caracas.
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