El gusto por la cerveza ha conseguido sin proponérselo un espacio importante dentro del turismo. Fue en 2008, cuando en Estados Unidos la intención de exaltar la cultura tras esta bebida centró su atención en la más de tres mil cervecerías artesanales que ya hacían vida en ciudades como Chicago, Portland, Louisville y Seattle entre otras.
Con la curiosidad, fue enarbolándose un culto por quienes las fabricaban, así por quienes las degustaban. El interés se acrecentaba y las unidades de negocio del entorno se consolidaban como por ejemplo las rutas turísticas para dar a conocer el extenso abanico que existe de acuerdo a las técnicas empleadas en su preparación, pero este trabajo como ninguno es cosa fácil requiere de un dominio sobre el tema bastante minucioso porque las preguntas abundan y quienes manifiestan agrado por estos recorridos suelen ser entusiastas y exigentes con estas propuestas.
En Venezuela, la cultura cervecera cumple con estas características. El mercado venezolano es intrépido y le gusta la novedad. Hemos visto como propuestas de los food truck en la Plaza Alfredo Sadel, Parque Cerro Verde, Centro San Ignacio y más recientemente en El Cafetal se han ido consolidando desde hace unos tres años y el público ha sido bastante receptivo. Las redes sociales y la oferta cada vez más limitada para disfrutar de espacios entre amigos y familiares han sido una oportunidad muy bien canalizada y han permitido a quienes asisten enriquecer su paladar con prácticas de maridaje que se hacen más comunes día a día. Es decir, una tradición enmarcada en un consumo responsable va arraigándose. No en vano son más de una veintena de marcas que además extienden su oferta con talleres, rutas gastronómicas e incursión en locales de consumo.
Datos procedentes del diario El Confidencial de España aseveran que el 70% de los turistas reconoce que consume cerveza más de la mitad de los días de su estancia, mientras que el 47% lo hace casi todo los días. El mismo texto califica a la cerveza como la bebida alcohólica que más contribuye a la economía de esa nación. La innovación es la palabra clave de todo este movimiento.
Alemania y Bélgica los líderes
En el mundo, fenómenos como el Oktoberfest han afianzado el turismo por la cerveza en los últimos años. Si bien son eventos de larga trayectoria, el atreverse a exportar el modelo con convocatorias en diferentes lugares donde se congregan comunidades alemanas, ha expandido como un virus, en buena lead, el gusto por la cultura cervecera enmarcada en un consumo responsable. De esa misma forma, se han visto beneficiadas naciones europeas como Bélgica, República Checa y Reino Unido que han hecho lo propio, trascendido y repetir en diversas ediciones este tipo de propuestas en las que el turismo juega un papel fundamental por el tránsito y flujo de visitantes que genera, así como el empleo y otros servicios.
Por su parte Bélgica ha desarrollado toda una maquinaria de la cerveza. Son 150 fábricas que producen casi 2mil millones de litros. Los beneficios de este esfuerzo hablan por sí solos cuando al turismo por la cerveza nos referimos. Además la Unesco, en 2016 incluyó la cultura de la cerveza belga en su lista de Patrimonio Inmaterial.
Insólitas propuestas
El Atlántico Norte decidió no quedarse rezagado ante esta tendencia del turismo propiciado por la cerveza. Su incursión a este mercado decidió dar un paso más allá, inaugurando en el 2017 el primer spa con base a esta bebida que supone limpia la piel y genera una sensación de bienestar corporal. Se trata de Spa Bjórbödin en Islandia cuentan con piscinas en las que niños y adultos pueden sumergirse. Claro está el agua no es apta para el consumo. Sin embargo los grifos de cerveza están a la orden para quienes desean consumir cantidades frescas de este elixir con tanta historia que contar y que aún le falta por dibujar.
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