Alfredo Álvarez, con Milagros, venció a Tánatos
La experiencia contenida en "Cartas a Tánatos" que acaba de regalarnos Alfredo Álvarez, debe servirnos a todos en el momento que por mandato divino o por irresponsables nos toque enfrentar una enfermedad como la Covid-19
JR Ramírez, periodista
Toda esta experiencia, contenida en “Cartas a Tánatos” que acaba de regalarnos su protagonista, debe servirnos a todos en el momento que por mandato divino o por irresponsables nos toque enfrentar una enfermedad, como esta, Covid-19, que en un año ha azotado al mundo, y donde existe el riesgo real de morir, con el consabido temor que genera en todo ser humano, el saber que la muerte puede estar acurrucadita con nosotros debajo de la sabana, en la cama.
El testimonio de Alfredo Álvarez, quién junto a su fiel compañera Milagros, también afectada por la terrible epidemia, se fajó como los grandes a no dejarse vencer por Tánatos y gracias a Dios lo logró, sobre todo en este tiempo de pandemia que jamás olvidaremos, es sumamente valioso, sobre todo, porque en sus cartas también hace buenas recomendaciones para evitar tan maligno sufrimiento y, eso hay que agradecerlo.
Alfredo Álvarez al verse afectado por ese maligno virus, decidió convertirse en un investigador a tiempo completo de esa enfermedad y su origen. Estudió sin pereza alguna. Consultó entre otros al “doctor Google”. Leyó no sabemos cuántas declaraciones y explicaciones de médicos de todo el mundo, especialistas en la materia. Tomó notas y escribió sus cartas públicas para alertar sobre la peligrosidad de esta pandemia y cómo enfrentarla y en otros casos evitarla, además no ha tenido miedo de compartir su experiencia, regalando con palabras sencillas todo lo que le tocó vivir, enfrentando la enfermedad y venciendo con inteligencia a la muerte. Queda así escrito en este libro, con los sacrificios que ello implica y, que debe servirnos a todos de cabecera, por si nos tocara vivirlo.
Sin lugar a dudas al colega periodista Alfredo Álvarez le brotaron “palabras como manantiales que hablan, inevitablemente, de todo lo divino y de todo lo profano despegando verdades, enigmas, sabiduría infusa…. Así la enfermedad se transforma en uno de los varios “mensajeros divinos” a través del cual el cielo nos habla, y, luego, nos hace hablar. Esto justamente es lo que creo le sucedió a Alfredo…”, como lo sostiene Benítez en el prólogo.
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