Venezuela y los venezolanos ante la pandemia
El arribo del Covid-19 coincide con la mayor migración en la historia del país. Creadores y artistas venezolanos de aquí y de allá, comparten sus opiniones y vivencias
El aislamiento social, impuesto por las autoridades sanitarias, es la única medida preventiva capaz de contener el avance de este coronavirus o Covid-19 (Enfermedad por Corona Virus 19, según el acrónimo proporcionado por la Organización Mundial de la Salud), que ha infectado a 828.340 personas en 186 países del mundo, la mayoría en Estados Unidos, donde se han registrado ya casi cuatro mil muertes.
Sin embargo, aun cuando pudiéramos detener el avance, después de esto el mundo no volverá a ser el mismo. “Aceptémoslo, el estilo de vida que conocíamos no va a volver nunca”, titula la publicación digital del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés), pues “Mientras haya una sola persona en el mundo con el virus, los brotes pueden y seguirán ocurriendo sin controles estrictos para contenerlos”.
En Venezuela, con 135 contagiados hasta la fecha y tres muertos, la pandemia coincide con el mayor número de migrantes venezolanos en nuestra historia, muchos de los cuales se encuentran en los países más afectados.
Artistas, escritores y cineastas, residentes en algunos de esos países, aceptaron compartir con El Universal detalles de su vida cotidiana y sus visiones sobre las consecuencias de la enfermedad en el futuro de la Humanidad.
Erika Reginato se marchó a Italia luego de sobrevivir un episodio de cáncer. “Esto es terrible. Este es el país de los ancianos. Hay muchos muertos, y los hospitales están atestados de enfermos. Yo no salgo ni me asomo. Y tengo que ir al médico, por una otitis”, afirma la joven poeta y traductora desde el norte de ese país que ocupa el segundo lugar en el número de muertos y afectados.
Sin embargo, allá cuenta con atención especial. Considerada persona en riesgo por sus capacidades disminuidas, la Alcaldìa y la policía le llevan la comida a su casa, y dispone de un pequeño vehículo para desplazarse, proporcionado por el gobierno regional. “Pero el aislamiento no me afecta tanto. Hace ya mucho tiempo que vivo un tanto retirada de todo, dedicada a mi poesía y las traducciones”, finaliza.
México, donde la cifra de contagiados ascendió alarmantemente a 1.094 personas, con 28 fallecidos, es el país donde el artista Carlos Zerpa se instaló hace varios meses, luego de su exposición Metiendo mano, presentada en el Museo de la capital azteca. Allá, dice, no estaba declarada la cuarentena, “pero la gente se queda en casa por iniciativa propia, aunque pocos usan el tapabocas. Sí fueron prohibidos los espectáculos y cerrados los espacios con gente aglomerada”.
“Yo, en estos días estoy metido en casa. Leo, pinto y veo películas. Salgo a lo esencial: supermercado, farmacia, panadería. Siempre con tapabocas, con mucho gel en las manos y alcohol en la suela de los zapatos al regresar. Pongo la ropa al sol para no usarla así en la casa. Esperando que pase esta pandemia y deseando que sean pocos los contagiados.
Golcar Rojas: “Madrid está desolada”
España es el cuarto país en la lista negra de esta enfermedad que ha transformado las vidas en el mundo entero. Instalado en Madrid desde hace dos años, el escritor Golcar Rojas comenta los cambios y transformaciones en la capital española, y en su propia vida: “Madrid está sola. Desolada, mejor dicho. Siento que es muy complicado todo este encierro para el español que siempre ha hecho vida en la calle. El español siempre queda en un bar, en un restaurante. Todo lo celebra en la calle. En las mañanas se toman el café en el bar y en la tarde se ven para tomarse unas cañas o tomarse una copa. Aquí le dicen 'tomar copas' a echarse palos o tomarse un trago. Entonces es difícil imaginarse a los españoles sin su reunión en el bar con la peña".
“En cuanto a mí -continúa-, sobrevivo con dolores. Tanto tiempo de encierro, tantas horas con uno mismo, lo hacen más consciente de su cuerpo físico. Y el cuerpo se entumece por la falta de actividad y empieza a crujir y a doler. Si me recuesto inclinado para leer o ver televisión, duelen los pies, el talón de alquiles da jalones y arde el talón. Si me siento, duelen las rodillas. Si me acuesto del todo, duele la espalda. Todo eso sin contar la paranoia. Aunque no salgamos, la falta de actividad nos hace susceptibles al miedo. ¿Tendré el coronavirus? ¿Se está incubando? ¿Qué es esta tosesita? ¿Y este dolor de cabeza? ¿No tengo una décimas?. Así vamos, un día tras otro. Ya no sé qué día es. Tampoco estoy pendiente. Lo que es más constante es la incertidumbre. Vivimos en un qué va a pasar, qué vamos a hacer, constante. Dudamos de si sobreviviremos y luego dudamos de qué haremos luego, si logramos sobrevivir”.
“Por ahora trato de estar al tanto de las noticias hasta cierto punto, evito lo que puedo a las redes sociales y comentarios alarmistas e intento solo seguir a especialistas. Estoy poniendo la energía en hacer una rutina lo más normal posible. Hacer compras, cocinar, tomar aire, mantenerme activo. Estoy aprovechando para hablar con amigos y familiares, especialmente quienes están más solos. Trato brindar apoyo emocional pero también lo busco, hay momentos que la desesperanza me invade. He tenido debates importantes sobre el cambio que esta situación puede traer a la humanidad, espero que así sea y que esto sea una especie de 'reseteo', para evaluarnos y tomar acción.
“Me encanta cocinar así que estoy probando nuevos platos y estoy haciendo mi propio recetario. Siempre me han fascinado los rituales y ahora me ayudan mucho a mantenerme con cable a tierra. Fumarme un puro, ver una buena película, incluso pasear en moto por las calles post-apocalípticas de Los Ángeles. Cada día ha sido una enseñanza y cada semana será diferente, me aterra que nos espere lo que pasó en Italia. Hago todo lo posible para no anticiparme.
“En estos momentos trabajo en un nuevo cortometraje llamado Marcel, y continúo con el montaje de la versión largometraje de El astronauta, y varios otros proyectos en cola”, puntualiza.
Alejandro Varderi: “Estados Unidos se recuperará”
“Estados Unidos es el país más afectado, con más de 160.700 casos y 3.000 muertos, registrados hasta ayer, para una población de 330 millones de habitantes”, declara el escritor y editor venezolano residenciado en Nueva York hace tres décadas.
“Aquí, más de la mitad de los neoyorquinos viven solos, por eso la gente tiende a ser muy independiente e individualista. Sin embargo, la actual crisis de salud, como ocurrió con los ataques terroristas de 2001 y el gran apagón de 2003, ha creado un sentido de comunidad donde, por ejemplo, en muchos edificios los vecinos se han organizado para ayudarse mutuamente, en especial a las personas mayores o con problemas de movilidad.
“El encierro no es total. Se puede salir a la calle y a los parques, guardando las distancias, si bien recomiendan quedarse en casa el mayor tiempo posible. El sistema de transporte público funciona aunque a un 20% de su capacidad normal, y los negocios de comida y servicios, como lavanderías y ferreterías, están abiertos pero dejan entrar a los compradores de manera dosificada.
“La densidad poblacional es muy elevada, por lo cual varias calles y avenidas de Manhattan y Brooklyn se han cerrado al tráfico para impedir las aglomeraciones. Todo ello, dentro de un ambiente de incertidumbre, que se respira tanto en la ciudad como en el país entero.
“Aquí la gente en general ha tomado este reto histórico con entereza y buen humor, como lo demuestran los mensajes y videos que se envían por la red, y se reúne virtualmente con amigos y familiares para conversar y apoyarse. Pero la visión de una ciudad, que muchos consideran el corazón del mundo occidental, funcionando a un cuarto de máquina es ciertamente impactante.
“En muchas profesiones se sigue trabajando a distancia. En la educación, por ejemplo, las clases son en líneas y todo el trabajo administrativo se está haciendo virtualmente. Las escuelas y universidades han cerrado todas sus instalaciones, y solamente el personal de mantenimiento y seguridad tiene acceso a las mismas.
“El uso del tapabocas es recomendable para quienes tienen problemas de salud o son de edad avanzada, aun cuando se ven muchos jóvenes y familias enteras que también lo usan, así como los guantes de látex, especialmente en supermercados, bancos y tiendas.
“Estados Unidos se recuperará, pero el tejido de pequeños comerciantes, artesanos, trabajadores independientes, artistas y actores se verá muy resentido, pudiendo desaparecer en el corto plazo, aunque se espera que se pueda recuperar más adelante.
“En mi caso particular, mi cotidianidad no se ha visto tan afectada, ya que estoy de sabático en la universidad, y siempre trabajo en casa. Esta vez, en un proyecto de libro que lleva por título Cámara, acción, reacción: cine e intolerancia en Iberoamérica, donde también voy a reflexionar sobre este momento tan crucial, no solo para Estados Unidos sino para el mundo en su totalidad”.
Edymar Ablan Pacheco: “En Noruega la cuarentena ha sido flexible”
La periodista y escritora venezolana, hoy reconocida por sus cuentos infantiles circulantes en la plataforma Amazon, se mudó a Noruega hace varios años, donde hoy es esposa y madre de dos pequeños. Con 2.779 afectados y 12 fallecidos hasta el jueves pasado, Ablan Pacheco explica que allá se vieron en la obligación de imponer la cuarentena, luego de una flexibilidad de la que la población abusó.
-Tenemos altos y bajos. Los primeros días fueron los más difíciles, porque los niños están acostumbrados a salir libremente con sus amigos todo el tiempo, y explicarle a un niño de seis años que no puede hacerlo no fue fácil. Pero al final logramos que lo entendiera y ahora está tranquilo (con una dosis extra de electrónicos). Para mi niña de dos años ha sido más difícil porque a veces se pone su gorro o chaqueta, y pide ir a la guardería. Por supuesto a esa edad las explicaciones no ayudan.
“Aquí en Noruega las reglas en torno a la cuarentena han sido bastante flexibles”, explica, “aunque eso se espera que cambie porque la gente abusó de la flexibilidad el fin de semana. Hasta ahora ha sido posible salir siempre y cuando uno mantenga una distancia de dos metros con respecto a otras personas. Así que se puede salir a estirar las piernas siempre y cuando uno no esté infectado o haya sido expuesto a alguien enfermo. Eso nos ha dado la posibilidad de salir con los niños a dar una vuelta a la cuadra, a un parque del vecindario o a dar paseos en la naturaleza. Si uno va a un parque la regla que aplica es que si llega otro uno debe marcharse.
“Algo interesante que ocurre aquí es que hay un alto grado de confianza en las autoridades. Por eso, cuando el Gobierno llamó a una 'dugnad nacional' (dugnad es una palabra noruega que se refiere al trabajo voluntario), la gente respondió favorablemente. Tuvimos un par de días de compras nerviosas, pero el gobierno insistió en que si todos nos comportamos normalmente y no acumulamos comida, no va a faltar nada porque la distribución no se va a parar. Así que hemos comprado sin problemas desde entonces.
“Otro detalle es el espíritu de colaboración que hay aquí. Se han formado muchos grupos de ayuda local en Facebook, donde la gente postea si necesita ayuda (por ejemplo si eres una persona en riesgo y no puedes salir a hacer la compra), y no faltan voluntarios. La respuesta es abrumadora. De hecho hay más personas ofreciendo ayuda que los que la necesitan”.
Venezuela: Adaptándose a la nueva situación
Venezuela se convirtió desde el 13 de marzo, cuando se supo de los dos primeros casos, en uno de los países más estrictos en el cumplimiento de medidas preventivas como el aislamiento social y el uso del tapabocas. Algunos comentan que ha sido la razón por la que el país cuenta con pocos fallecidos hasta la fecha. Y aunque hay quienes se quejan de la imposición de la cuarentena, todos parecen comprender su necesidad y adaptar sus tiempos a la nueva situación.
El artista Carlos Sánchez Vegas dice no sentir especialmente cambios por ello. “Vivo en un sitio muy aislado, San Antonio de Los Altos, y mi casa y el taller quedan muy cerca. Además, no hay ningún vecino enfermo, así que casi no se siente la cuarentena”.
Inmerso en sus proyectos artísticos y la preparación del diseño del machote de un libro para la artista Mercedes Pardo, Sánchez Vegas confiesa: “Así pasan mis horas. La vida es bella y tengo toda la disposición de seguir disfrutándola. En cuanto al trabajo, continúo con mis planes. Esto va a pasar”.
La periodista y editora Luna Benìtez, comenta su cotidianidad en estas fechas. “Como en otras crisis que hemos vivido sobre todo en las últimas dos décadas, me encargo de las compras de comida y medicinas. Tareas nada fáciles”, afirma la directora de la editorial Oscar Todtmann y madre del cantante OneChot. “En la editorial, mientras tanto, seguimos avanzando en nuestros proyectos, con los obstáculos del caso, y pendiente de mi hijo Juan David, quien hace menos de una semana regresó de su tour por España. Y ¡leo, leo, leo y leo!".
Otros aprovechan las bondades de la tecnología para disfrutar de viejas o nuevas películas. Uno de ellos es el poeta Armando Rojas Guardia, quien dice: “En esta cuarentena forzosa, me he dedicado a ver viejas películas como quien relee un libro muy impactante y querido”, señalando títulos como Teorema, de Passolini, y, especialmente, Alguien voló sobre el nido del cuco (entre nosotros, Atrapado sin salida), de Milos Forman, filme que, sostiene, “describe el comportamiento subversivo de un prisionero de la institucionalidad psiquiátrica”:
“El mundo mental de éste es inclasificable: no sabemos si está, en efecto, loco, o si se trata, más bien, de un hombre cuya conducta complota contra todas las etiquetas y pautas que gobiernan la 'normalidad´ instituida. Su estadía en el hospital representa un torbellino para el orden interno de lo clínico, para sus costumbres, sus jerarquías, sus reglas tácitas y explícitas. Todo lo subvierte, arrastrando a los otros pacientes a una libertad mental revolucionaria. El encarna para ellos esa libertad. Al final, cuando la lobotomía que le practican como expiación punitiva de su diferencia lo convierte casi en un vegetal, es el indígena cautivo junto a él quien lo ahoga compasivamente con una almohada, para escapar después abriendo un estruendoso boquete en la cristalería de la habitación donde yacen los demás 'enfermos': ese indígena, heredero de siglos de humillación étnica y cultural, de una atávica exclusión en la civilización norteamericana, se convierte en el símbolo de una liberación histórica: los marginados, segregados y discriminados ejercen por fin su vindicta pública, la subversión continúa, el loco y el indio logran a su manera redimirse".
Seis semanas más, dicen unos, durará la situación de aislamiento. Otros, menos optimistas, o más realistas, sostienen que los cambios tendrán que ser permanentes. El caso es que nuestras vidas, las de todos, tendrán que adaptarse a los cambios hasta tanto no se halle una vacuna para detener el mal. Y eso no ocurrirá, se ha dicho, hasta 2021.
Sin embargo, aun cuando pudiéramos detener el avance, después de esto el mundo no volverá a ser el mismo. “Aceptémoslo, el estilo de vida que conocíamos no va a volver nunca”, titula la publicación digital del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés), pues “Mientras haya una sola persona en el mundo con el virus, los brotes pueden y seguirán ocurriendo sin controles estrictos para contenerlos”.
En Venezuela, con 135 contagiados hasta la fecha y tres muertos, la pandemia coincide con el mayor número de migrantes venezolanos en nuestra historia, muchos de los cuales se encuentran en los países más afectados.
Artistas, escritores y cineastas, residentes en algunos de esos países, aceptaron compartir con El Universal detalles de su vida cotidiana y sus visiones sobre las consecuencias de la enfermedad en el futuro de la Humanidad.
Erika Reginato se marchó a Italia luego de sobrevivir un episodio de cáncer. “Esto es terrible. Este es el país de los ancianos. Hay muchos muertos, y los hospitales están atestados de enfermos. Yo no salgo ni me asomo. Y tengo que ir al médico, por una otitis”, afirma la joven poeta y traductora desde el norte de ese país que ocupa el segundo lugar en el número de muertos y afectados.
Sin embargo, allá cuenta con atención especial. Considerada persona en riesgo por sus capacidades disminuidas, la Alcaldìa y la policía le llevan la comida a su casa, y dispone de un pequeño vehículo para desplazarse, proporcionado por el gobierno regional. “Pero el aislamiento no me afecta tanto. Hace ya mucho tiempo que vivo un tanto retirada de todo, dedicada a mi poesía y las traducciones”, finaliza.
México, donde la cifra de contagiados ascendió alarmantemente a 1.094 personas, con 28 fallecidos, es el país donde el artista Carlos Zerpa se instaló hace varios meses, luego de su exposición Metiendo mano, presentada en el Museo de la capital azteca. Allá, dice, no estaba declarada la cuarentena, “pero la gente se queda en casa por iniciativa propia, aunque pocos usan el tapabocas. Sí fueron prohibidos los espectáculos y cerrados los espacios con gente aglomerada”.
“Yo, en estos días estoy metido en casa. Leo, pinto y veo películas. Salgo a lo esencial: supermercado, farmacia, panadería. Siempre con tapabocas, con mucho gel en las manos y alcohol en la suela de los zapatos al regresar. Pongo la ropa al sol para no usarla así en la casa. Esperando que pase esta pandemia y deseando que sean pocos los contagiados.
Golcar Rojas: “Madrid está desolada”
España es el cuarto país en la lista negra de esta enfermedad que ha transformado las vidas en el mundo entero. Instalado en Madrid desde hace dos años, el escritor Golcar Rojas comenta los cambios y transformaciones en la capital española, y en su propia vida: “Madrid está sola. Desolada, mejor dicho. Siento que es muy complicado todo este encierro para el español que siempre ha hecho vida en la calle. El español siempre queda en un bar, en un restaurante. Todo lo celebra en la calle. En las mañanas se toman el café en el bar y en la tarde se ven para tomarse unas cañas o tomarse una copa. Aquí le dicen 'tomar copas' a echarse palos o tomarse un trago. Entonces es difícil imaginarse a los españoles sin su reunión en el bar con la peña".
“En cuanto a mí -continúa-, sobrevivo con dolores. Tanto tiempo de encierro, tantas horas con uno mismo, lo hacen más consciente de su cuerpo físico. Y el cuerpo se entumece por la falta de actividad y empieza a crujir y a doler. Si me recuesto inclinado para leer o ver televisión, duelen los pies, el talón de alquiles da jalones y arde el talón. Si me siento, duelen las rodillas. Si me acuesto del todo, duele la espalda. Todo eso sin contar la paranoia. Aunque no salgamos, la falta de actividad nos hace susceptibles al miedo. ¿Tendré el coronavirus? ¿Se está incubando? ¿Qué es esta tosesita? ¿Y este dolor de cabeza? ¿No tengo una décimas?. Así vamos, un día tras otro. Ya no sé qué día es. Tampoco estoy pendiente. Lo que es más constante es la incertidumbre. Vivimos en un qué va a pasar, qué vamos a hacer, constante. Dudamos de si sobreviviremos y luego dudamos de qué haremos luego, si logramos sobrevivir”.
Manuel Trotta: “Lo más difícil es la incertidumbre”
El autor del exitoso cortometraje El astronauta, vive en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, país que ocupa el primer lugar en número de afectados.
“La situación la manejo con relativa calma, pero no puedo negar que hay momentos donde me entra el pánico”, confiesa el joven cineasta. “Nunca pensé que ese enemigo invisible que veíamos en las películas se convertiría en algo real, y tampoco pensé que el inconsciente colectivo dominara el mundo con tanto miedo y oscuridad. Me parece que lo más difícil de todo esto es la incertidumbre, porque hasta el momento no se sabe bien cuánto durará esto”.
El autor del exitoso cortometraje El astronauta, vive en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, país que ocupa el primer lugar en número de afectados.
“La situación la manejo con relativa calma, pero no puedo negar que hay momentos donde me entra el pánico”, confiesa el joven cineasta. “Nunca pensé que ese enemigo invisible que veíamos en las películas se convertiría en algo real, y tampoco pensé que el inconsciente colectivo dominara el mundo con tanto miedo y oscuridad. Me parece que lo más difícil de todo esto es la incertidumbre, porque hasta el momento no se sabe bien cuánto durará esto”.
“Por ahora trato de estar al tanto de las noticias hasta cierto punto, evito lo que puedo a las redes sociales y comentarios alarmistas e intento solo seguir a especialistas. Estoy poniendo la energía en hacer una rutina lo más normal posible. Hacer compras, cocinar, tomar aire, mantenerme activo. Estoy aprovechando para hablar con amigos y familiares, especialmente quienes están más solos. Trato brindar apoyo emocional pero también lo busco, hay momentos que la desesperanza me invade. He tenido debates importantes sobre el cambio que esta situación puede traer a la humanidad, espero que así sea y que esto sea una especie de 'reseteo', para evaluarnos y tomar acción.
“Me encanta cocinar así que estoy probando nuevos platos y estoy haciendo mi propio recetario. Siempre me han fascinado los rituales y ahora me ayudan mucho a mantenerme con cable a tierra. Fumarme un puro, ver una buena película, incluso pasear en moto por las calles post-apocalípticas de Los Ángeles. Cada día ha sido una enseñanza y cada semana será diferente, me aterra que nos espere lo que pasó en Italia. Hago todo lo posible para no anticiparme.
“En estos momentos trabajo en un nuevo cortometraje llamado Marcel, y continúo con el montaje de la versión largometraje de El astronauta, y varios otros proyectos en cola”, puntualiza.
Alejandro Varderi: “Estados Unidos se recuperará”
“Estados Unidos es el país más afectado, con más de 160.700 casos y 3.000 muertos, registrados hasta ayer, para una población de 330 millones de habitantes”, declara el escritor y editor venezolano residenciado en Nueva York hace tres décadas.
“Aquí, más de la mitad de los neoyorquinos viven solos, por eso la gente tiende a ser muy independiente e individualista. Sin embargo, la actual crisis de salud, como ocurrió con los ataques terroristas de 2001 y el gran apagón de 2003, ha creado un sentido de comunidad donde, por ejemplo, en muchos edificios los vecinos se han organizado para ayudarse mutuamente, en especial a las personas mayores o con problemas de movilidad.
“El encierro no es total. Se puede salir a la calle y a los parques, guardando las distancias, si bien recomiendan quedarse en casa el mayor tiempo posible. El sistema de transporte público funciona aunque a un 20% de su capacidad normal, y los negocios de comida y servicios, como lavanderías y ferreterías, están abiertos pero dejan entrar a los compradores de manera dosificada.
“La densidad poblacional es muy elevada, por lo cual varias calles y avenidas de Manhattan y Brooklyn se han cerrado al tráfico para impedir las aglomeraciones. Todo ello, dentro de un ambiente de incertidumbre, que se respira tanto en la ciudad como en el país entero.
“Aquí la gente en general ha tomado este reto histórico con entereza y buen humor, como lo demuestran los mensajes y videos que se envían por la red, y se reúne virtualmente con amigos y familiares para conversar y apoyarse. Pero la visión de una ciudad, que muchos consideran el corazón del mundo occidental, funcionando a un cuarto de máquina es ciertamente impactante.
“En muchas profesiones se sigue trabajando a distancia. En la educación, por ejemplo, las clases son en líneas y todo el trabajo administrativo se está haciendo virtualmente. Las escuelas y universidades han cerrado todas sus instalaciones, y solamente el personal de mantenimiento y seguridad tiene acceso a las mismas.
“El uso del tapabocas es recomendable para quienes tienen problemas de salud o son de edad avanzada, aun cuando se ven muchos jóvenes y familias enteras que también lo usan, así como los guantes de látex, especialmente en supermercados, bancos y tiendas.
“Estados Unidos se recuperará, pero el tejido de pequeños comerciantes, artesanos, trabajadores independientes, artistas y actores se verá muy resentido, pudiendo desaparecer en el corto plazo, aunque se espera que se pueda recuperar más adelante.
“En mi caso particular, mi cotidianidad no se ha visto tan afectada, ya que estoy de sabático en la universidad, y siempre trabajo en casa. Esta vez, en un proyecto de libro que lleva por título Cámara, acción, reacción: cine e intolerancia en Iberoamérica, donde también voy a reflexionar sobre este momento tan crucial, no solo para Estados Unidos sino para el mundo en su totalidad”.
Edymar Ablan Pacheco: “En Noruega la cuarentena ha sido flexible”
La periodista y escritora venezolana, hoy reconocida por sus cuentos infantiles circulantes en la plataforma Amazon, se mudó a Noruega hace varios años, donde hoy es esposa y madre de dos pequeños. Con 2.779 afectados y 12 fallecidos hasta el jueves pasado, Ablan Pacheco explica que allá se vieron en la obligación de imponer la cuarentena, luego de una flexibilidad de la que la población abusó.
-Tenemos altos y bajos. Los primeros días fueron los más difíciles, porque los niños están acostumbrados a salir libremente con sus amigos todo el tiempo, y explicarle a un niño de seis años que no puede hacerlo no fue fácil. Pero al final logramos que lo entendiera y ahora está tranquilo (con una dosis extra de electrónicos). Para mi niña de dos años ha sido más difícil porque a veces se pone su gorro o chaqueta, y pide ir a la guardería. Por supuesto a esa edad las explicaciones no ayudan.
“Aquí en Noruega las reglas en torno a la cuarentena han sido bastante flexibles”, explica, “aunque eso se espera que cambie porque la gente abusó de la flexibilidad el fin de semana. Hasta ahora ha sido posible salir siempre y cuando uno mantenga una distancia de dos metros con respecto a otras personas. Así que se puede salir a estirar las piernas siempre y cuando uno no esté infectado o haya sido expuesto a alguien enfermo. Eso nos ha dado la posibilidad de salir con los niños a dar una vuelta a la cuadra, a un parque del vecindario o a dar paseos en la naturaleza. Si uno va a un parque la regla que aplica es que si llega otro uno debe marcharse.
“Algo interesante que ocurre aquí es que hay un alto grado de confianza en las autoridades. Por eso, cuando el Gobierno llamó a una 'dugnad nacional' (dugnad es una palabra noruega que se refiere al trabajo voluntario), la gente respondió favorablemente. Tuvimos un par de días de compras nerviosas, pero el gobierno insistió en que si todos nos comportamos normalmente y no acumulamos comida, no va a faltar nada porque la distribución no se va a parar. Así que hemos comprado sin problemas desde entonces.
“Otro detalle es el espíritu de colaboración que hay aquí. Se han formado muchos grupos de ayuda local en Facebook, donde la gente postea si necesita ayuda (por ejemplo si eres una persona en riesgo y no puedes salir a hacer la compra), y no faltan voluntarios. La respuesta es abrumadora. De hecho hay más personas ofreciendo ayuda que los que la necesitan”.
Venezuela: Adaptándose a la nueva situación
Venezuela se convirtió desde el 13 de marzo, cuando se supo de los dos primeros casos, en uno de los países más estrictos en el cumplimiento de medidas preventivas como el aislamiento social y el uso del tapabocas. Algunos comentan que ha sido la razón por la que el país cuenta con pocos fallecidos hasta la fecha. Y aunque hay quienes se quejan de la imposición de la cuarentena, todos parecen comprender su necesidad y adaptar sus tiempos a la nueva situación.
El artista Carlos Sánchez Vegas dice no sentir especialmente cambios por ello. “Vivo en un sitio muy aislado, San Antonio de Los Altos, y mi casa y el taller quedan muy cerca. Además, no hay ningún vecino enfermo, así que casi no se siente la cuarentena”.
Inmerso en sus proyectos artísticos y la preparación del diseño del machote de un libro para la artista Mercedes Pardo, Sánchez Vegas confiesa: “Así pasan mis horas. La vida es bella y tengo toda la disposición de seguir disfrutándola. En cuanto al trabajo, continúo con mis planes. Esto va a pasar”.
La periodista y editora Luna Benìtez, comenta su cotidianidad en estas fechas. “Como en otras crisis que hemos vivido sobre todo en las últimas dos décadas, me encargo de las compras de comida y medicinas. Tareas nada fáciles”, afirma la directora de la editorial Oscar Todtmann y madre del cantante OneChot. “En la editorial, mientras tanto, seguimos avanzando en nuestros proyectos, con los obstáculos del caso, y pendiente de mi hijo Juan David, quien hace menos de una semana regresó de su tour por España. Y ¡leo, leo, leo y leo!".
Otros aprovechan las bondades de la tecnología para disfrutar de viejas o nuevas películas. Uno de ellos es el poeta Armando Rojas Guardia, quien dice: “En esta cuarentena forzosa, me he dedicado a ver viejas películas como quien relee un libro muy impactante y querido”, señalando títulos como Teorema, de Passolini, y, especialmente, Alguien voló sobre el nido del cuco (entre nosotros, Atrapado sin salida), de Milos Forman, filme que, sostiene, “describe el comportamiento subversivo de un prisionero de la institucionalidad psiquiátrica”:
“El mundo mental de éste es inclasificable: no sabemos si está, en efecto, loco, o si se trata, más bien, de un hombre cuya conducta complota contra todas las etiquetas y pautas que gobiernan la 'normalidad´ instituida. Su estadía en el hospital representa un torbellino para el orden interno de lo clínico, para sus costumbres, sus jerarquías, sus reglas tácitas y explícitas. Todo lo subvierte, arrastrando a los otros pacientes a una libertad mental revolucionaria. El encarna para ellos esa libertad. Al final, cuando la lobotomía que le practican como expiación punitiva de su diferencia lo convierte casi en un vegetal, es el indígena cautivo junto a él quien lo ahoga compasivamente con una almohada, para escapar después abriendo un estruendoso boquete en la cristalería de la habitación donde yacen los demás 'enfermos': ese indígena, heredero de siglos de humillación étnica y cultural, de una atávica exclusión en la civilización norteamericana, se convierte en el símbolo de una liberación histórica: los marginados, segregados y discriminados ejercen por fin su vindicta pública, la subversión continúa, el loco y el indio logran a su manera redimirse".
Seis semanas más, dicen unos, durará la situación de aislamiento. Otros, menos optimistas, o más realistas, sostienen que los cambios tendrán que ser permanentes. El caso es que nuestras vidas, las de todos, tendrán que adaptarse a los cambios hasta tanto no se halle una vacuna para detener el mal. Y eso no ocurrirá, se ha dicho, hasta 2021.
@weykapu
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