UNA ENTRADA A LA SEMANA | Crítica
Los grandes olvidados del Óscar 2025
¿Irresponsabilidad? ¿Omisión involuntaria? Estas son las preguntas que dejan las nominaciones al máximo premio estadounidense de cine
Aunque los premios Óscar siguen perdiendo audiencia (la ceremonia del año pasado solo logró aumentar 4% del público obtenido en 2023), sus nominaciones siempre son objeto de orgullo o indignación. Se siguen usando quinielas para predecir los resultados de la noche y aquel que logra atinar la mayoría de los ganadores es considerado un erudito.
Si hay algo que comprueba la condición humana de los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos es, precisamente, aquellos que no logran el corte: actores y actrices que, a pesar de mudar de piel en una película, terminan perdiendo contra otros colegas, quizás con menos talento pero con más titulares a su favor.
Uno de los grandes olvidados de este año en la competencia por ser reconocido como el Mejor Actor es, sin duda, Daniel Craig. El actor británico, ex Agente 007 y dupla de Rooney Mara en La chica del dragón tatuado, entregó en Queer una versión absolutamente cruda de un amante homosexual en el Nuevo México de la década de los 50, desprestigiado por sus colegas debido a su orientación sexual y despreciado por el hombre que ama.
El trabajo de Craig, sin embargo, no resultó lo suficientemente atractivo para los miembros de la Academia, que sí decidieron visibilizar la transformación de Timothée Chalamet en Un completo desconocido. Hay aciertos, por supuesto, como el reconocimiento a Ralph Fiennes por Cónclave y a Adrien Brody por El Brutalista, siendo este último el candidato favorito.
Esta situación se repite en el renglón de Mejor Actriz. Quienes sintonizan la entrega de los Óscar se sorprendieron desagradablemente al comprobar que Angelina Jolie no se esforzó lo suficiente interpretando a una María Callas en decadencia en la María de Pablo Larraín, y que Pamela Anderson tampoco fue tomada en cuenta por su papel en The Last Showgirl. En cambio Karla Sofía Gascón, la polémica protagonista de Emilia Pérez, destaca con una nominación de las 13 que suma la película francesa, amada y odiada a partes iguales.
Gascón no hace un mal trabajo, hay que decirlo. Tampoco lo hace mal su compañera Zoe Saldaña, ganadora del Globo de Oro a la Mejor Actriz de Reparto, y nominada a la estatuilla dorada en la misma categoría. Lo mismo se repite en el caso de Ariana Grande, que deslumbró a una nueva generación de fanáticos del teatro musical en su papel de Glinda en Wicked.
Pero, aunque Grande tiene una voz prodigiosa y un talento nato para la comedia (cultivado durante su paso por Victorious de Nickelodeon), no muestra la misma versatilidad que sí mostró, en cambio, Margaret Qualley tanto en Tipos de gentileza como en La Sustancia. Porque trabajar bajo las acertadas directrices de Yorgos Lanthimos o Coralie Fargeat no es, al parecer, una patente de reconocimiento en una temporada de premios que depende más de lo político que de lo artístico.
Lejos de las categorías vinculadas a la actuación, otro de los renglones más polémicos es el disputado puesto a Mejor Director. Lograron clasificar Sean Baker por Anora, Brady Corbet con El Brutalista, James Mangold con su biopic de Bob Dylan, Jacques Audiard por Emilia Pérez y Coralie Fargeat con La Sustancia.
A pesar de dirigir una de las adaptaciones más taquilleras y fieles que se ha hecho de la obra de Frank Herbert, Denis Villeneuve no logró colar la parte dos de su Duna, que tampoco logró llegar al corte de los nominados en Mejor Diseño de Vestuario y Edición.
Examinar la lista de olvidados y nominados es un ejercicio que nos comprueba que el Óscar hace su selección con un sesgo artístico, claro está, siempre y cuando encaje con el mensaje político que decide dar ese año. Quienes logran el corte son también portavoces, voluntaria o involuntariamente, de esta tendencia.
@enlazonac
Si hay algo que comprueba la condición humana de los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos es, precisamente, aquellos que no logran el corte: actores y actrices que, a pesar de mudar de piel en una película, terminan perdiendo contra otros colegas, quizás con menos talento pero con más titulares a su favor.
Uno de los grandes olvidados de este año en la competencia por ser reconocido como el Mejor Actor es, sin duda, Daniel Craig. El actor británico, ex Agente 007 y dupla de Rooney Mara en La chica del dragón tatuado, entregó en Queer una versión absolutamente cruda de un amante homosexual en el Nuevo México de la década de los 50, desprestigiado por sus colegas debido a su orientación sexual y despreciado por el hombre que ama.
El trabajo de Craig, sin embargo, no resultó lo suficientemente atractivo para los miembros de la Academia, que sí decidieron visibilizar la transformación de Timothée Chalamet en Un completo desconocido. Hay aciertos, por supuesto, como el reconocimiento a Ralph Fiennes por Cónclave y a Adrien Brody por El Brutalista, siendo este último el candidato favorito.
Esta situación se repite en el renglón de Mejor Actriz. Quienes sintonizan la entrega de los Óscar se sorprendieron desagradablemente al comprobar que Angelina Jolie no se esforzó lo suficiente interpretando a una María Callas en decadencia en la María de Pablo Larraín, y que Pamela Anderson tampoco fue tomada en cuenta por su papel en The Last Showgirl. En cambio Karla Sofía Gascón, la polémica protagonista de Emilia Pérez, destaca con una nominación de las 13 que suma la película francesa, amada y odiada a partes iguales.
Gascón no hace un mal trabajo, hay que decirlo. Tampoco lo hace mal su compañera Zoe Saldaña, ganadora del Globo de Oro a la Mejor Actriz de Reparto, y nominada a la estatuilla dorada en la misma categoría. Lo mismo se repite en el caso de Ariana Grande, que deslumbró a una nueva generación de fanáticos del teatro musical en su papel de Glinda en Wicked.
Pero, aunque Grande tiene una voz prodigiosa y un talento nato para la comedia (cultivado durante su paso por Victorious de Nickelodeon), no muestra la misma versatilidad que sí mostró, en cambio, Margaret Qualley tanto en Tipos de gentileza como en La Sustancia. Porque trabajar bajo las acertadas directrices de Yorgos Lanthimos o Coralie Fargeat no es, al parecer, una patente de reconocimiento en una temporada de premios que depende más de lo político que de lo artístico.
Lejos de las categorías vinculadas a la actuación, otro de los renglones más polémicos es el disputado puesto a Mejor Director. Lograron clasificar Sean Baker por Anora, Brady Corbet con El Brutalista, James Mangold con su biopic de Bob Dylan, Jacques Audiard por Emilia Pérez y Coralie Fargeat con La Sustancia.
A pesar de dirigir una de las adaptaciones más taquilleras y fieles que se ha hecho de la obra de Frank Herbert, Denis Villeneuve no logró colar la parte dos de su Duna, que tampoco logró llegar al corte de los nominados en Mejor Diseño de Vestuario y Edición.
Examinar la lista de olvidados y nominados es un ejercicio que nos comprueba que el Óscar hace su selección con un sesgo artístico, claro está, siempre y cuando encaje con el mensaje político que decide dar ese año. Quienes logran el corte son también portavoces, voluntaria o involuntariamente, de esta tendencia.
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