Claudio Narea: “Los Prisioneros es una parte importante de mi vida”
El artista chileno, cofundador, voz y guitarra de la legendaria banda de rock Los Prisioneros, continúa llevando adelantes este proyecto que presentará en el Festival Cordillera, en Colombia
“Bajo los zapatos
barro más cemento.
El futuro no es ninguno
de los prometidos en los doce juegos”
Del tema El baile de los que sobran. Los Prisioneros
En 1983 tres amigos y compañeros de clases Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia formaron una de las bandas de rock que marcó pauta en Latinoamérica: Los Prisioneros. En plena dictadura de Augusto Pinochet canciones como El baile de los que sobran y ¿Por qué no se van?, captaron el sentimiento de una generación. La fama, la censura, diferencias personales y un sonido más comercial en los noventa con el álbum Corazones los llevó a traspasar las fronteras, pero también hizo que la banda se disolviera en 1992.
Tanto González, Narea y Tapia desarrollaron sus carreras por separado y a principios del milenio se reencontraron en los escenarios para el deleite de sus seguidores. En la actualidad, y después de cuarenta años de su fundación, Claudio Narea continúa con el legado de Los Prisioneros sin sus compañeros, recordando esas canciones creadas en los momentos más oscuros de su país y que hoy siguen vigentes en aquellos jóvenes de Chile y Colombia que participaron en las protestas y estallidos sociales ocurridos en 2019, antes de la pandemia.
A pocos días de su presentación en la segunda edición del Festival Cordillera, donde compartirá con otras agrupaciones de su época: Café Tacvba y Enanitos Verdes, quienes darán un homenaje a Marciano Cantero fallecido el año pasado, El Universal conversó por videollamada desde Chile con Claudio Narea: “Los Prisioneros es una parte importante de mi vida. Nuestra historia tiene de todo: amistad, traiciones, momentos felices y tristes”.
-Después de tantas controversias y diferencias, ¿sigue en contacto con sus compañeros?
-En este momento no. Hasta principios de la pandemia tuvimos conciertos con Miguel. Hace dos años hablé con Jorge, está contento y tranquilo, conversamos de los viejos tiempos. Tengo la confianza para llevar solo el proyecto, además estoy feliz de interpretar esas canciones que fueron parte de la vida de tanta gente y de las nuestras.
-Indudablemente el no separar lo personal de lo profesional afectó a la banda.
-Afectó y mucho. Si bien pensé en salvar a la banda en varias oportunidades, ahora pienso que estuvo bien dejar de tocar juntos, quedó el aprendizaje y el sentirme de nuevo uno de Los Prisioneros. Prefiero aceptar lo bueno que nos dejó la banda: las canciones y el cariño de la gente.
-Remontémonos a los inicios y cómo los afectó la dictadura.
-Cuando creamos el grupo justo iniciaron las protestas contra Pinochet, no sabíamos mucho de lo que estaba pasando, solo que teníamos un dictador y que no había democracia, con eso aprendimos a vivir. Con el tiempo nos enteramos sobre los desaparecidos, los torturados, los muertos; empezamos a tomar conciencia y a apostar con nuestra música por un cambio democrático. Lamentablemente Pinochet fue intocable, no hubo justicia. Cuando no hay justicia, no hay paz. Recuerdo también la influencia que tuvo en nosotros The Clash porque sus canciones tenían crítica social, nos impactaron, en especial Washington Bullets, cuya letra hablaba de Víctor Jara y de cómo Estados Unidos intervino en el gobierno de Allende, nos abrió los ojos de que se podía hacer todo tipo de canciones, no solo canciones de amor.
-Ante la censura, ¿cómo se sintieron?
-La segunda vez que nos presentamos en televisión, el canal TVN nos cortó. Y esa censura claro que nos afectó; Radio Concierto, la emisora juvenil, no tocaba nuestra música; el Festival de Viña y la televisión no nos invitaban a pesar de ser muy populares; en cambio Soda Stereo, Virus y Miguel Mateos estaban en todas partes. Hace años le conté esto a Zeta y le expliqué nuestra mala onda hacia Soda Stereo, sencillamente porque eran parte del circo de Pinochet.
-¿Alguna vez fueron amenazados?
-No, pero si pasaron cosas, por ejemplo censuraban los conciertos, de repente nos quitaban los permisos. Yo estuve dos años sin poder tocar en Chile.
barro más cemento.
El futuro no es ninguno
de los prometidos en los doce juegos”
Del tema El baile de los que sobran. Los Prisioneros
En 1983 tres amigos y compañeros de clases Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia formaron una de las bandas de rock que marcó pauta en Latinoamérica: Los Prisioneros. En plena dictadura de Augusto Pinochet canciones como El baile de los que sobran y ¿Por qué no se van?, captaron el sentimiento de una generación. La fama, la censura, diferencias personales y un sonido más comercial en los noventa con el álbum Corazones los llevó a traspasar las fronteras, pero también hizo que la banda se disolviera en 1992.
Tanto González, Narea y Tapia desarrollaron sus carreras por separado y a principios del milenio se reencontraron en los escenarios para el deleite de sus seguidores. En la actualidad, y después de cuarenta años de su fundación, Claudio Narea continúa con el legado de Los Prisioneros sin sus compañeros, recordando esas canciones creadas en los momentos más oscuros de su país y que hoy siguen vigentes en aquellos jóvenes de Chile y Colombia que participaron en las protestas y estallidos sociales ocurridos en 2019, antes de la pandemia.
A pocos días de su presentación en la segunda edición del Festival Cordillera, donde compartirá con otras agrupaciones de su época: Café Tacvba y Enanitos Verdes, quienes darán un homenaje a Marciano Cantero fallecido el año pasado, El Universal conversó por videollamada desde Chile con Claudio Narea: “Los Prisioneros es una parte importante de mi vida. Nuestra historia tiene de todo: amistad, traiciones, momentos felices y tristes”.
-Después de tantas controversias y diferencias, ¿sigue en contacto con sus compañeros?
-En este momento no. Hasta principios de la pandemia tuvimos conciertos con Miguel. Hace dos años hablé con Jorge, está contento y tranquilo, conversamos de los viejos tiempos. Tengo la confianza para llevar solo el proyecto, además estoy feliz de interpretar esas canciones que fueron parte de la vida de tanta gente y de las nuestras.
-Indudablemente el no separar lo personal de lo profesional afectó a la banda.
-Afectó y mucho. Si bien pensé en salvar a la banda en varias oportunidades, ahora pienso que estuvo bien dejar de tocar juntos, quedó el aprendizaje y el sentirme de nuevo uno de Los Prisioneros. Prefiero aceptar lo bueno que nos dejó la banda: las canciones y el cariño de la gente.
-Remontémonos a los inicios y cómo los afectó la dictadura.
-Cuando creamos el grupo justo iniciaron las protestas contra Pinochet, no sabíamos mucho de lo que estaba pasando, solo que teníamos un dictador y que no había democracia, con eso aprendimos a vivir. Con el tiempo nos enteramos sobre los desaparecidos, los torturados, los muertos; empezamos a tomar conciencia y a apostar con nuestra música por un cambio democrático. Lamentablemente Pinochet fue intocable, no hubo justicia. Cuando no hay justicia, no hay paz. Recuerdo también la influencia que tuvo en nosotros The Clash porque sus canciones tenían crítica social, nos impactaron, en especial Washington Bullets, cuya letra hablaba de Víctor Jara y de cómo Estados Unidos intervino en el gobierno de Allende, nos abrió los ojos de que se podía hacer todo tipo de canciones, no solo canciones de amor.
-Ante la censura, ¿cómo se sintieron?
-La segunda vez que nos presentamos en televisión, el canal TVN nos cortó. Y esa censura claro que nos afectó; Radio Concierto, la emisora juvenil, no tocaba nuestra música; el Festival de Viña y la televisión no nos invitaban a pesar de ser muy populares; en cambio Soda Stereo, Virus y Miguel Mateos estaban en todas partes. Hace años le conté esto a Zeta y le expliqué nuestra mala onda hacia Soda Stereo, sencillamente porque eran parte del circo de Pinochet.
-¿Alguna vez fueron amenazados?
-No, pero si pasaron cosas, por ejemplo censuraban los conciertos, de repente nos quitaban los permisos. Yo estuve dos años sin poder tocar en Chile.
"Es mejor estar en una democracia que en una dictadura", afirma el músico (CORTESÍA)
-Para usted, ¿el Chile de hoy es distinto?
-Es mejor estar en una democracia que en una dictadura. Sin embargo, no es lo que yo soñaba. Tengo muchos conflictos con el tema de la educación en el país, me preocupa también ese egoísmo: el que tiene dinero puede surgir y llegar muy lejos, el que no, se ve estancado por el barrio, las drogas y los problemas económicos.
-¿Por qué no es el Chile que soñó?
-Hay mucha corrupción en Chile. Una vez, en 2009, me postulé a diputado, quedé de tercero con una campaña muy austera y qué bueno que no seguí, es lamentable lo que pasa hoy en el congreso, no hay nadie en quien confiar, hay muchos congresistas que son una vergüenza,
-Y en relación a su actual presidente Gabriel Boric.
-Para que haya grandes cambios debe existir una mayoría. Yo voté y apoyé a Boric y estoy contento con eso, pero él tiene un congreso en contra, no puede hacer mucho. Espero que no vivimos otro golpe de estado.
-Antes de empezar la entrevista me habló de la banda de sus hijos y del efecto del reguetón en la industria, ¿son necesarias en Latinoamérica bandas como Los Prisioneros?
-Ahora están pasando cosas más graves que antes. Las letras del reguetón son realmente basura, todos hablando de lo mismo con un lenguaje minimizado, mientras tenemos un problema gravísimo con el medio ambiente, por ejemplo. Algunos dirán que estoy muy viejo, pero hay un problema cultural muy serio.
-¿El legado de Los Prisioneros?
-La gente común se sintió representada. Le cantamos a la gente que no tenía dinero, que andaba en bus. Cuando uno les habla a esas personas y te escuchan se transforma en un asunto amoroso, de cariño.
-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Claudio Narea?
-Un poco pesimista ante las cosas lamentables que están pasando en el mundo. Por otro lado es positiva cuando veo a mi familia, mis hijos y el gesto de personas buenas que ayudan a su prójimo.
@DulceMRamosR
-Para usted, ¿el Chile de hoy es distinto?
-Es mejor estar en una democracia que en una dictadura. Sin embargo, no es lo que yo soñaba. Tengo muchos conflictos con el tema de la educación en el país, me preocupa también ese egoísmo: el que tiene dinero puede surgir y llegar muy lejos, el que no, se ve estancado por el barrio, las drogas y los problemas económicos.
-¿Por qué no es el Chile que soñó?
-Hay mucha corrupción en Chile. Una vez, en 2009, me postulé a diputado, quedé de tercero con una campaña muy austera y qué bueno que no seguí, es lamentable lo que pasa hoy en el congreso, no hay nadie en quien confiar, hay muchos congresistas que son una vergüenza,
-Y en relación a su actual presidente Gabriel Boric.
-Para que haya grandes cambios debe existir una mayoría. Yo voté y apoyé a Boric y estoy contento con eso, pero él tiene un congreso en contra, no puede hacer mucho. Espero que no vivimos otro golpe de estado.
-Antes de empezar la entrevista me habló de la banda de sus hijos y del efecto del reguetón en la industria, ¿son necesarias en Latinoamérica bandas como Los Prisioneros?
-Ahora están pasando cosas más graves que antes. Las letras del reguetón son realmente basura, todos hablando de lo mismo con un lenguaje minimizado, mientras tenemos un problema gravísimo con el medio ambiente, por ejemplo. Algunos dirán que estoy muy viejo, pero hay un problema cultural muy serio.
-¿El legado de Los Prisioneros?
-La gente común se sintió representada. Le cantamos a la gente que no tenía dinero, que andaba en bus. Cuando uno les habla a esas personas y te escuchan se transforma en un asunto amoroso, de cariño.
-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Claudio Narea?
-Un poco pesimista ante las cosas lamentables que están pasando en el mundo. Por otro lado es positiva cuando veo a mi familia, mis hijos y el gesto de personas buenas que ayudan a su prójimo.
@DulceMRamosR
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