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El regreso de los Guns N’ Roses

La agrupación estadounidense de hard rock se presentó en la ciudad de Bogotá el pasado martes 11 y miércoles 12, en el estadio El Campín

  • DULCE MARÍA RAMOS

14/10/2022 06:01 pm

Hace treinta años, la banda estadounidense de hard rock Guns N’ Roses tocó en el Nemesio Camacho El Campín, de Bogotá. Venía de Caracas, donde hizo una presentación en El Poliedro. Su equipo e instrumentos quedaron atrapados en el aeropuerto de Maiquetía, tras el segundo intento de golpe de Estado al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, quien nueve meses antes había recibido una primera intentona por parte de Hugo Chávez. Sin embargo, el concierto, a pesar de las dificultades de logística y escenario, se llevó a cabo en la ciudad bogotana aquel 29 de noviembre. Una fuerte lluvia acompañaba la jornada y luego de interpretar November Rain, Guns N’ Rose se ausentó del escenario para no volver, hecho que generó fuertes disturbios y una gran decepción en la fanaticada.

El pasado martes y miércoles se saldó aquel mal recuerdo con los fans; parte de la banda original: el vocalista Axl Rose, el guitarrista Slash y el bajista Duff Mckagan, junto a Dizzy Reed en el piano, Fran Ferrer en la batería, Melissa Reese en el sintetizador y Richard Fortus en la segunda guitarra, regresaron con dos fechas al mismo estadio de fútbol, como parte de su gira suramericana que se inició el 1° de septiembre en Brasil, pasando por Argentina, Uruguay, Chile y Perú y que finalizará los próximos días en México.

La agrupación logró congregar a casi ochenta mil personas en sus dos fechas, un público conformado por aquellos adolescentes, hoy adultos entre los cuarenta y cincuenta años, que habían asistido al concierto fallido en 1992, para algunos su primer concierto de rock, y las nuevas generaciones que crecieron con su música gracias a sus padres, hermanos o amigos.

Sin embargo, la nostalgia, y los recuerdos para algunos, le jugaron una mala pasada: el Axl Rose (1962) del escenario no era el chico apuesto, de larga melena rubia, rebelde, con bailes insinuantes; aquel que se lanzaban al público y que usaba pantalones a la cadera o shorts cortos ceñidos que marcaban su parte viril…

Rose junto al legendario guitarrista Slash (KATARINA BENZOVA)

En el escenario se encontraba un hombre de sesenta años, algo pasado de peso y con unas cuerdas vocales bastante frágiles, rotas, incapaces de llegar a las notas más altas, producto de una vida llena excesos, y que si bien mantuvo la vitalidad en el show saltando de un lado al otro, a veces sus movimientos eran un poco vergonzosos, sin olvidar que también le afectó la altura de la ciudad, asunto que hizo que se ausentara de la tarima por breves minutos.

Al igual que el rey del rock Elvis Presley en sus últimas presentaciones, Axl Rose se desmoronaba ante la mirada de los fanáticos que aún tenían tatuada en su memoria al Axl Rose de los noventa, que no perdonaban que su ídolo no tuviera la voz de los vinilos y mucho menos que envejeciera de esa manera tan deplorable ante sus ojos.

La otra cara de la moneda: aquellos que asistieron para ver unas leyendas consientes de las limitaciones vocales de Axl Rose, que disfrutaron los solos maravillosos de Slash en su guitarra y de una música que es la banda sonora de varias generaciones alrededor del mundo y que formó parte de la historia del rock junto a Metallica y Nirvana.

Han pasado treinta años y el mundo es totalmente distinto. Antes, los Guns eran las estrellas del momento, en los diarios eran acusados de ser un grupo satánico, hoy, al contrario, el rock -su rock- sucumbe ante las plataformas digitales, el reguetón y TikTok. Las estrellas del rock fueron desplazadas por los exponentes del género urbano como Bad Bunny.

La banda de hard rock saldó una vieja deuda con sus fanáticos colombianos (KATARINA BENZOVA)

El concierto duró tres horas con una setlist de casi treinta canciones que recopilaba lo mejor de su discografía y con un Axl Rose que interactuó con el público con breves frases en inglés y de vez en cuando un gracias en español o un “¡Vamos Bogotá!”. Inició la velada con It´s So Easy, y por supuesto no faltaron sus grandes éxitos: Sweet Child O’ Mine, Don’t Cry, November Rain, Welcome to the Jungle para cerrar con Paradise City. Vale destacar que en el tema Civil War aprovecharon la oportunidad para solidarse con el pueblo de Ucrania.

Un concierto que antes de ocurrir generó polémicas, especialmente en las redes sociales, por la designación de la agrupación colombiana Aterciopelados como telonero y después por la apatía del público que se limitó a corear solo las canciones más conocidas de la agrupación, mientras los asistentes en las tribunas, en su mayoría, vieron el concierto sin moverse de sus asientos, unos alegaban que era por la edad, otros por la dificultad que implica cantar en otro idioma y para algunos la gran excusa fue el frío. También el evento fue cuestionado por su extremada sencillez y la falta de elementos que resaltaran un espectáculo realizado en un recinto como El Campín, comparándolo con los conciertos que brindó pocas semanas antes, en ese mismo escenario, la banda británica Coldplay.

Un evento que culminó sin mayores problemas, con una logística y organización, a cargo de Paramo Presenta, bastante buena. Algunos fanáticos lo vivieron con felicidad, para ellos fue el concierto de su vida; otros con una profunda tristeza pues, quizás, se sintieron traicionados con aquella memoria nostálgica e idealizada de su adolescencia.
@DulceMRamosR



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