Sandra Vivas: “Mi trabajo no se queda en los límites de lo agradable”
La muestra antológica de la artista caraqueña residenciada en Dominica, "Límites/Boundaries", sigue en la galería ABRA del Centro de Arte Los Galpones
En uno de sus performances, Reloj lácteo de 2007, deja caer sobre su cuerpo, en postura invertida, 60 latas de leche condensada, a la vez que recrea un reloj solar. La espesa lentitud con la que el líquido se derrama por sus piernas y su torso para luego esparcirse por el suelo, es su manera de referirse al paso del tiempo.
La posición de su cuerpo, en un precario equilibrio que no llega a romperse, sugiere los malabarismos a los que recurren las mujeres que, además de serlo, deben cumplir con sus roles de madres, trabajadoras y profesionales… Mientras esta acción performática se desarrolla, la ejecutante tararea esa melodía que es a la vez una canción de cuna y el Himno Nacional. Con ello, homenajea a las madres venezolanas que luchan para alimentar a sus hijos.
La posición de su cuerpo, en un precario equilibrio que no llega a romperse, sugiere los malabarismos a los que recurren las mujeres que, además de serlo, deben cumplir con sus roles de madres, trabajadoras y profesionales… Mientras esta acción performática se desarrolla, la ejecutante tararea esa melodía que es a la vez una canción de cuna y el Himno Nacional. Con ello, homenajea a las madres venezolanas que luchan para alimentar a sus hijos.
G&M (CORTESÍA GALERÍA ABRA)
El arte de Sandra Vivas no se va por las ramas. Es punzo penetrante, en el sentido metafórico de que llega sin filtros al espectador para hacerlo partícipe del dolor que lo motiva, de la rabia que lo genera, de la angustia que lo hace urgente o de las realidades de las que, siente, hay que hablar.
Hasta el 27 de noviembre, en el galpón 9 de la galería ABRA, del Centro de Arte Los Galpones, la artista nacida en Caracas en 1969 y residenciada desde 2009 en Dominica, hace un apretado recorrido por su carrera con la muestra antológica Límites/Boundaries, compuesta por cinco videos y una serie de obras sobre papel no expuestas antes en el país y realizadas entre 2012 y 2020.
Las piezas, dice Vivas, “representan hitos de mi carrera en los últimos años y dan testimonio de mis angustias y reflexiones. Pensé que el título sería bueno pues la palabra 'límites' hila el interés que tengo en confrontar polos y cruzar fronteras en el sentido tanto literal como de metáfora. En mi trabajo en general y en Límites en particular, investigo las fronteras entre lo personal y lo público, la ficción y la realidad, lo abstracto y lo concreto, la figuración y la abstracción, la historia personal y la historia universal, maternidad y Patria, lo erótico y lo 'des-erotizante', lo obvio y lo críptico”.
El arte de Sandra Vivas no se va por las ramas. Es punzo penetrante, en el sentido metafórico de que llega sin filtros al espectador para hacerlo partícipe del dolor que lo motiva, de la rabia que lo genera, de la angustia que lo hace urgente o de las realidades de las que, siente, hay que hablar.
Hasta el 27 de noviembre, en el galpón 9 de la galería ABRA, del Centro de Arte Los Galpones, la artista nacida en Caracas en 1969 y residenciada desde 2009 en Dominica, hace un apretado recorrido por su carrera con la muestra antológica Límites/Boundaries, compuesta por cinco videos y una serie de obras sobre papel no expuestas antes en el país y realizadas entre 2012 y 2020.
Las piezas, dice Vivas, “representan hitos de mi carrera en los últimos años y dan testimonio de mis angustias y reflexiones. Pensé que el título sería bueno pues la palabra 'límites' hila el interés que tengo en confrontar polos y cruzar fronteras en el sentido tanto literal como de metáfora. En mi trabajo en general y en Límites en particular, investigo las fronteras entre lo personal y lo público, la ficción y la realidad, lo abstracto y lo concreto, la figuración y la abstracción, la historia personal y la historia universal, maternidad y Patria, lo erótico y lo 'des-erotizante', lo obvio y lo críptico”.
La tirana (CORTESÍA GALERÍA ABRA)
De extremo a extremo, el curador e investigador de arte Gerardo Zavarce, reconoce en los trabajos que Sandra Vivas expone en Límites/Boundaries, “una poética y política del cuestionamiento, son acciones y gestos que implican la emergencia y despliegue de nuevas narrativas, son proposiciones que cruzan aquello que limita, propiciando la expansión o transformación de los bordes. Es decir son acciones que desbordan, desvelan, desdibujan, invierten, subvierten, divierten, transgreden, desarman, descentran”.
-Mi trabajo no se queda en los límites de lo seguro, de lo agradable. Mi trabajo no es un trabajo complaciente. No te da respuestas. No me interesan las obras unidireccionales. Mi trabajo confronta. Algunas veces de manera sutil, otras de forma más obvia, pero para mí lo importante es abrir interrogantes en el espectador. Mi intención es sorprender, y que el espectador decida qué hace con lo que se le presenta. En este sentido reconozco que trabajo con la ambigüedad. A mí me parece que lo que no es ambiguo no es arte. Parafraseando a Edouard Glissant: “La claridad oscurece”. Toda obra que sea absolutamente clara para mí no es arte porque la opacidad es la que permite que el otro se pueda acercar a la obra y la complete. La obra debe funcionar como un dispositivo que detone cosas en la mente de quien la recibe, explica la artista.
De extremo a extremo, el curador e investigador de arte Gerardo Zavarce, reconoce en los trabajos que Sandra Vivas expone en Límites/Boundaries, “una poética y política del cuestionamiento, son acciones y gestos que implican la emergencia y despliegue de nuevas narrativas, son proposiciones que cruzan aquello que limita, propiciando la expansión o transformación de los bordes. Es decir son acciones que desbordan, desvelan, desdibujan, invierten, subvierten, divierten, transgreden, desarman, descentran”.
-Mi trabajo no se queda en los límites de lo seguro, de lo agradable. Mi trabajo no es un trabajo complaciente. No te da respuestas. No me interesan las obras unidireccionales. Mi trabajo confronta. Algunas veces de manera sutil, otras de forma más obvia, pero para mí lo importante es abrir interrogantes en el espectador. Mi intención es sorprender, y que el espectador decida qué hace con lo que se le presenta. En este sentido reconozco que trabajo con la ambigüedad. A mí me parece que lo que no es ambiguo no es arte. Parafraseando a Edouard Glissant: “La claridad oscurece”. Toda obra que sea absolutamente clara para mí no es arte porque la opacidad es la que permite que el otro se pueda acercar a la obra y la complete. La obra debe funcionar como un dispositivo que detone cosas en la mente de quien la recibe, explica la artista.
No No No (CORTESÍA GALERÍA ABRA)
-¿La ambigüedad que menciona tiene que ver con el humor de algunas de sus propuestas?
-El humor es un elemento poco usado en el arte venezolano conceptual de mi generación. Yo utilizo el humor como una forma de inteligencia. El humor como una forma de autocrítica. Mi trabajo te confronta, te hace sentir incómodo pero también se burla de sí mismo, me burlo de mí, de ti y de todos. Te confronto, pero no desde la queja ni la victimización. En esa irreverencia y desparpajo radica también ese “gancho” con el espectador se sorprende porque te quedas reflexionando: “¿Esto qué es? ¿Me rio o no me rio?”.
-¿Cómo se desarrolla su proceso creativo?
-Siempre he tenido un diario. Escribo a diario desde los 11 años. Escribir me permite ir dándome cuenta de lo que me angustia, de lo que me perturba, de sucesos cotidianos que me sorprenden y que eventualmente van a terminar en una obra. Lo cotidiano para mí es de gran importancia, mucho más de lo que me pueda estar leyendo en ese momento. De ese proceso de escritura voy al dibujo y del dibujo entonces voy a la ejecución de la obra, a la materialización. Casi siempre tengo lo que yo llamo ”un cómplice” o alguien que me sirve de sound board para compartir mis ideas iniciales y que generalmente me hace preguntas agudas que me ayudan a aclarar la ejecución. En mi época de estudiante yo hacía todo: cámara, sonido y edición. Luego pasé a trabajar con profesionales porque la verdad no era muy buena con la tecnología, ahora estoy aprendiendo a usar nuevas tecnologías y estoy empezando hacer las cosas yo sola, pero no descarto trabajar con uno o varios asistentes o profesionales cuando lo necesito. De nuevo, para mí lo importante para que una obra funcione es que no sea unidireccional, que manifieste una ambigüedad, una opacidad, que sorprenda con la menor cantidad de recursos y elementos posibles para que la pregunta llegue de manera clara.
-¿La ambigüedad que menciona tiene que ver con el humor de algunas de sus propuestas?
-El humor es un elemento poco usado en el arte venezolano conceptual de mi generación. Yo utilizo el humor como una forma de inteligencia. El humor como una forma de autocrítica. Mi trabajo te confronta, te hace sentir incómodo pero también se burla de sí mismo, me burlo de mí, de ti y de todos. Te confronto, pero no desde la queja ni la victimización. En esa irreverencia y desparpajo radica también ese “gancho” con el espectador se sorprende porque te quedas reflexionando: “¿Esto qué es? ¿Me rio o no me rio?”.
-¿Cómo se desarrolla su proceso creativo?
-Siempre he tenido un diario. Escribo a diario desde los 11 años. Escribir me permite ir dándome cuenta de lo que me angustia, de lo que me perturba, de sucesos cotidianos que me sorprenden y que eventualmente van a terminar en una obra. Lo cotidiano para mí es de gran importancia, mucho más de lo que me pueda estar leyendo en ese momento. De ese proceso de escritura voy al dibujo y del dibujo entonces voy a la ejecución de la obra, a la materialización. Casi siempre tengo lo que yo llamo ”un cómplice” o alguien que me sirve de sound board para compartir mis ideas iniciales y que generalmente me hace preguntas agudas que me ayudan a aclarar la ejecución. En mi época de estudiante yo hacía todo: cámara, sonido y edición. Luego pasé a trabajar con profesionales porque la verdad no era muy buena con la tecnología, ahora estoy aprendiendo a usar nuevas tecnologías y estoy empezando hacer las cosas yo sola, pero no descarto trabajar con uno o varios asistentes o profesionales cuando lo necesito. De nuevo, para mí lo importante para que una obra funcione es que no sea unidireccional, que manifieste una ambigüedad, una opacidad, que sorprenda con la menor cantidad de recursos y elementos posibles para que la pregunta llegue de manera clara.
Paisaje invisible (CORTESÍA GALERÍA ABRA)
-Su cuerpo es su herramienta fundamental de trabajo.
-El germen de mi interés por el cuerpo se origina de un defecto de nacimiento que me obligó a estar inmovilizada de la cintura para abajo durante los dos primeros años de mi vida. De niña quise ser bailarina clásica y no podía debido a ese defecto, de hecho hasta me lesioné varias veces al intentarlo -estudié Ballet clásico por casi 15 años-. Ver los trabajos de danza-teatro de Hercilia López y de Julie Barnsley me apuntaron a que podría hacer otras cosas con mi cuerpo, podía crear mis propias "coreografías". Aunque de niña ya había visto trabajos de Yeni y Nan y de Antonieta Sosa, fue gracias a mi profesora de dibujo Susana Amundaraín y a mi amiga la artista Diana López que descubrí que quería estudiar performance y así lo hice en el Instituto de Arte de San Francisco, donde realmente comencé a desarrollar mi trabajo de performance y video. Ahí conocí el trabajo de, entre otros, Terry Fox, quien trabajó con una enfermedad crónica debilitante; de Paul Kos, que tiene muchísimos elementos en común con mi trabajo como los himnos nacionales y los símbolos patrios que aún trabajo; Tony Labat, quien fue mi profesor y mentor, y de la increíble Karen Finley, a quien pude ver en vivo. El trabajo con el cuerpo me permite reinventarme y superar mis límites.
-¿Su arte es femenino o feminista?
-Desde El lobito herido de 1995 (puede verse en la Videoteca del Museo de Arte Contemporáneo) una gran parte de mi trabajo explora los clichés asociados con lo que se considera “femenino” y “masculino”. En esta muestra hay una pieza en particular, inspirada por la obra del artista norteamericano Bruce Nauman, usando exactamente el mismo movimiento corporal y el mismo guion de una obra suya, Clown Torture. Este proceso reifica al hombre vestido de payaso por una mujer, usando zapatos de tacón alto, vestido de mujer, pintura de labios chorreada y el cabello revuelto. El video es una obra sobre un hombre actuada por una mujer y al hacer esta simple transferencia apunta a una serie de preguntas acerca de lo que se considera “femenino” y a la violencia de género. Y sin embargo, en un asunto tan serio como este, yo también incorporo el toque de ironía con el uso de la luz intermitente roja en el sexo.
-¿En qué proyectos trabaja actualmente?
-En estos momentos estoy trabajando en una serie de trabajos completamente nuevos, en Stop Motion, incorporando dibujo y performance, y en un documental animado, también en Stop Motion. Es un trabajo enorme y apasionante, y estoy aprendiendo muchísimo de muchas áreas y colaborando con otros artistas fabulosos, pero por ahora no puedo revelar más.
@juanchi62
-Su cuerpo es su herramienta fundamental de trabajo.
-El germen de mi interés por el cuerpo se origina de un defecto de nacimiento que me obligó a estar inmovilizada de la cintura para abajo durante los dos primeros años de mi vida. De niña quise ser bailarina clásica y no podía debido a ese defecto, de hecho hasta me lesioné varias veces al intentarlo -estudié Ballet clásico por casi 15 años-. Ver los trabajos de danza-teatro de Hercilia López y de Julie Barnsley me apuntaron a que podría hacer otras cosas con mi cuerpo, podía crear mis propias "coreografías". Aunque de niña ya había visto trabajos de Yeni y Nan y de Antonieta Sosa, fue gracias a mi profesora de dibujo Susana Amundaraín y a mi amiga la artista Diana López que descubrí que quería estudiar performance y así lo hice en el Instituto de Arte de San Francisco, donde realmente comencé a desarrollar mi trabajo de performance y video. Ahí conocí el trabajo de, entre otros, Terry Fox, quien trabajó con una enfermedad crónica debilitante; de Paul Kos, que tiene muchísimos elementos en común con mi trabajo como los himnos nacionales y los símbolos patrios que aún trabajo; Tony Labat, quien fue mi profesor y mentor, y de la increíble Karen Finley, a quien pude ver en vivo. El trabajo con el cuerpo me permite reinventarme y superar mis límites.
-¿Su arte es femenino o feminista?
-Desde El lobito herido de 1995 (puede verse en la Videoteca del Museo de Arte Contemporáneo) una gran parte de mi trabajo explora los clichés asociados con lo que se considera “femenino” y “masculino”. En esta muestra hay una pieza en particular, inspirada por la obra del artista norteamericano Bruce Nauman, usando exactamente el mismo movimiento corporal y el mismo guion de una obra suya, Clown Torture. Este proceso reifica al hombre vestido de payaso por una mujer, usando zapatos de tacón alto, vestido de mujer, pintura de labios chorreada y el cabello revuelto. El video es una obra sobre un hombre actuada por una mujer y al hacer esta simple transferencia apunta a una serie de preguntas acerca de lo que se considera “femenino” y a la violencia de género. Y sin embargo, en un asunto tan serio como este, yo también incorporo el toque de ironía con el uso de la luz intermitente roja en el sexo.
-¿En qué proyectos trabaja actualmente?
-En estos momentos estoy trabajando en una serie de trabajos completamente nuevos, en Stop Motion, incorporando dibujo y performance, y en un documental animado, también en Stop Motion. Es un trabajo enorme y apasionante, y estoy aprendiendo muchísimo de muchas áreas y colaborando con otros artistas fabulosos, pero por ahora no puedo revelar más.
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