José Ignacio Salaverría: "Si el cine no entretiene no cumple su propósito”
El autor de "La jaula", primer largometraje venezolano de ciencia ficción, no se ata a ningún género. El filme se estrena el 8 de septiembre
Lo que distingue a las nuevas generaciones de directores de cine venezolanos de los que llevan décadas en el titánico oficio de hacer películas en este país, es su propensión a explorar, en lo formal, los códigos propios de los géneros cinematográficos, sin apartarse del irrenunciable compromiso de mirar a su alrededor, de ver, para cuestionarla, la realidad. Allí están, por ejemplo, Alejandro Hidalgo, autor de El exorcismo de Dios; Hernán Jabes con Jezabel, y José Antonio Varela con Un cupido sin puntería. Terror, thriller y comedia romántica… Pero pocas veces se ha visto un largometraje que se inscriba en la estructura de la ciencia ficción.
Esa rara avis se titula La jaula, fue dirigida por José Ignacio Salaverría y se estrena comercialmente el 8 de septiembre. Aunque no se trata de una obra con el empaque “de lujo” de las películas de ciencia ficción que se producen en Hollywood, sí podría decirse que el cineasta maracucho de 38 años ha conservado la esencia del género, el mecanismo por el cual opera: trastocar el presente con un elemento atípico, inesperado (proveniente, quizás del espacio exterior) para plantear interrogantes acerca del futuro.
-En un primer momento, La jaula surgió como una reacción al maltrato animal. “¿Cómo sería el mundo sin humanos?”, se preguntó. ¿Podría ahondar más en esta reflexión que, digamos, es una posición ante la vida?
-Siendo vegano y activista por más de 15 años, definitivamente la duda de cómo sería el mundo sin humanos ha cruzado por mi mente muchísimas veces. El humano sencillamente no tiene las intenciones de cooperar con el planeta. La industria de la carne es uno de los principales emisores de CO2; sin embargo, la mayoría de los humanos no está dispuesto a disminuir su consumo. Nosotros mismos estamos destruyendo el planeta, y solo nosotros tenemos la manera de salvarlo, y por más que quisiera la eliminación del consumo de carne, sé que el activismo de emergencia debe ser a la disminución y no a la eliminación.
-¿Qué es lo que más le exaspera del lugar y el tiempo que le ha tocado vivir?
-La gente que ignora los grandes problemas que están pasando por darle importancia a estupideces; la guerra en Ucrania, por ejemplo, un evento con consecuencias tan deplorables dejó de ser noticia cuando dos millonarios se caen a insultos y cachetadas en los Oscar; esto pasa con todos los problemas del mundo.
Esa rara avis se titula La jaula, fue dirigida por José Ignacio Salaverría y se estrena comercialmente el 8 de septiembre. Aunque no se trata de una obra con el empaque “de lujo” de las películas de ciencia ficción que se producen en Hollywood, sí podría decirse que el cineasta maracucho de 38 años ha conservado la esencia del género, el mecanismo por el cual opera: trastocar el presente con un elemento atípico, inesperado (proveniente, quizás del espacio exterior) para plantear interrogantes acerca del futuro.
Juvel Vielma en La jaula (CORTESÍA)
Y no es que La jaula sea un filme fiel a quemarropa de los preceptos del género, pero visto más allá de lo visual, retrata a la pequeña cohorte humana que representan Eva, Fausto y Dafne como parte de una humanidad que ante la posibilidad de desaparecer, junto con el planeta, altera su conducta y se animaliza con respecto a las normas aprehendidas para convivir en comunidad. Unas personas que vuelven a sus instintos primarios (¿primitivos?) seguros de que su tiempo se acaba.
Rodada en 2018 en locaciones del estado Mérida, Karina Velásquez (Eva), Juvel Vielma (Fausto) y Ananda Troconis (Dafne) encarnan a tres personajes obligados por las circunstancias a convivir en un mundo despoblado. Eva y Fausto llevan una existencia en común aparentemente tranquila, pero la aparición de Dafne lo trastoca todo; más que la inquietante presencia en el cielo de una nave espacial que nunca hace contacto.
Y no es que La jaula sea un filme fiel a quemarropa de los preceptos del género, pero visto más allá de lo visual, retrata a la pequeña cohorte humana que representan Eva, Fausto y Dafne como parte de una humanidad que ante la posibilidad de desaparecer, junto con el planeta, altera su conducta y se animaliza con respecto a las normas aprehendidas para convivir en comunidad. Unas personas que vuelven a sus instintos primarios (¿primitivos?) seguros de que su tiempo se acaba.
Rodada en 2018 en locaciones del estado Mérida, Karina Velásquez (Eva), Juvel Vielma (Fausto) y Ananda Troconis (Dafne) encarnan a tres personajes obligados por las circunstancias a convivir en un mundo despoblado. Eva y Fausto llevan una existencia en común aparentemente tranquila, pero la aparición de Dafne lo trastoca todo; más que la inquietante presencia en el cielo de una nave espacial que nunca hace contacto.
La productora Wendy Pabón y el director José Ignacio Salaverría homenajean a Penélope Cruz y Woody Allen (CORTESÍA)
José Ignacio Salaverría, ingeniero en computación que a los 25 años, “intentando escapar de una relación tóxica”, se fue a Nueva York con la idea de hacer un diplomado en cocina o actuación, habla acerca de la apreciación que sobre su película tiene el público que la ha podido ver -además de competir en el XV Festival del Cine Venezolano y de una premiere en Maracaibo, la cinta se ha proyectado en muestras como el Genre Celebration Festival (Tokio), el Paraná Film Festival (Argentina), Borobudur International Film Festival (Indonesia), el Fangofest Amposta (España), Berlin Sci-fi Film Fest y el New York City International Films Infest Festival, entre otros-.
“La gente piensa que va a ver un sci-fi convencional, pero luego se topan con una película intimista y paisajista; siempre se llevan una grata sorpresa. En el grupo de conservadores pasa lo contrario, temas como el amor gay y la legalización de la marihuana los contraría con lo preciosista e intimista de la pieza”.
José Ignacio Salaverría, ingeniero en computación que a los 25 años, “intentando escapar de una relación tóxica”, se fue a Nueva York con la idea de hacer un diplomado en cocina o actuación, habla acerca de la apreciación que sobre su película tiene el público que la ha podido ver -además de competir en el XV Festival del Cine Venezolano y de una premiere en Maracaibo, la cinta se ha proyectado en muestras como el Genre Celebration Festival (Tokio), el Paraná Film Festival (Argentina), Borobudur International Film Festival (Indonesia), el Fangofest Amposta (España), Berlin Sci-fi Film Fest y el New York City International Films Infest Festival, entre otros-.
“La gente piensa que va a ver un sci-fi convencional, pero luego se topan con una película intimista y paisajista; siempre se llevan una grata sorpresa. En el grupo de conservadores pasa lo contrario, temas como el amor gay y la legalización de la marihuana los contraría con lo preciosista e intimista de la pieza”.
-En un primer momento, La jaula surgió como una reacción al maltrato animal. “¿Cómo sería el mundo sin humanos?”, se preguntó. ¿Podría ahondar más en esta reflexión que, digamos, es una posición ante la vida?
-Siendo vegano y activista por más de 15 años, definitivamente la duda de cómo sería el mundo sin humanos ha cruzado por mi mente muchísimas veces. El humano sencillamente no tiene las intenciones de cooperar con el planeta. La industria de la carne es uno de los principales emisores de CO2; sin embargo, la mayoría de los humanos no está dispuesto a disminuir su consumo. Nosotros mismos estamos destruyendo el planeta, y solo nosotros tenemos la manera de salvarlo, y por más que quisiera la eliminación del consumo de carne, sé que el activismo de emergencia debe ser a la disminución y no a la eliminación.
-¿Qué es lo que más le exaspera del lugar y el tiempo que le ha tocado vivir?
-La gente que ignora los grandes problemas que están pasando por darle importancia a estupideces; la guerra en Ucrania, por ejemplo, un evento con consecuencias tan deplorables dejó de ser noticia cuando dos millonarios se caen a insultos y cachetadas en los Oscar; esto pasa con todos los problemas del mundo.
Luis García, de la casa posproductora Cacure, realizó los efectos especiales del filme (CORTESÍA)
-¿Por qué escogió para su ópera prima el género de la ciencia ficción?, ¿le gustaría seguir en esta exploración a sabiendas del costo que representa usar efectos especiales?
-El sci-fi fue un portal para contar una historia de amor y de crítica al sistema, pero pudo haber sido de horror o de desastres naturales, porque la misma premisa de la película nos plantea cómo sería una tierra sin humanos, y pues decidimos usar naves extraterrestres por esto mismo.
-¿Cuál es el cine que aspira a realizar?
-Realmente no soy un cineasta de género especifico; me gusta contar historias inspiradoras con carácter social, pero de una manera no convencional.
-¿Cuál ha sido su experiencia haciendo cine en Venezuela?
-La verdad no me puedo quejar, especialmente porque cuando uno intenta hacer algo fuera de lo común la gente se ve muy dispuesta a ayudar. Sin embargo, Esto no es Sad Face se rodó en una época muy complicada con apagones y escasez de gasolina, pero de igual manera se culminó exitosamente.
Esto no es Sad Face es el segundo largometraje de Salaverría. Está en fase de postproducción y según comenta el cineasta, que rodó su ópera prima con 40 kilos de más a los que pesa hoy, trata de un grupo de roqueros intentando ir contra el sistema. “Esta es la similitud más evidente entre mis dos piezas. Pero como mencioné antes me considero un director multi-género, Esto no es Sad Face es una dramedia noventera y La jaula es un sci-fi. Igual creo que todas mis películas tienen algo de fantasía, aunque ocurran en un contexto realista”.
-¿Qué es el cine para José Ignacio Salaverría?
-Entretenimiento. Si el cine no entretiene no cumple su propósito. Ojo, no todas las películas le gustan a todo el mundo, pero definitivamente tienen que entretener.
@juanchi62
-¿Por qué escogió para su ópera prima el género de la ciencia ficción?, ¿le gustaría seguir en esta exploración a sabiendas del costo que representa usar efectos especiales?
-El sci-fi fue un portal para contar una historia de amor y de crítica al sistema, pero pudo haber sido de horror o de desastres naturales, porque la misma premisa de la película nos plantea cómo sería una tierra sin humanos, y pues decidimos usar naves extraterrestres por esto mismo.
-¿Cuál es el cine que aspira a realizar?
-Realmente no soy un cineasta de género especifico; me gusta contar historias inspiradoras con carácter social, pero de una manera no convencional.
-¿Cuál ha sido su experiencia haciendo cine en Venezuela?
-La verdad no me puedo quejar, especialmente porque cuando uno intenta hacer algo fuera de lo común la gente se ve muy dispuesta a ayudar. Sin embargo, Esto no es Sad Face se rodó en una época muy complicada con apagones y escasez de gasolina, pero de igual manera se culminó exitosamente.
Esto no es Sad Face es el segundo largometraje de Salaverría. Está en fase de postproducción y según comenta el cineasta, que rodó su ópera prima con 40 kilos de más a los que pesa hoy, trata de un grupo de roqueros intentando ir contra el sistema. “Esta es la similitud más evidente entre mis dos piezas. Pero como mencioné antes me considero un director multi-género, Esto no es Sad Face es una dramedia noventera y La jaula es un sci-fi. Igual creo que todas mis películas tienen algo de fantasía, aunque ocurran en un contexto realista”.
-¿Qué es el cine para José Ignacio Salaverría?
-Entretenimiento. Si el cine no entretiene no cumple su propósito. Ojo, no todas las películas le gustan a todo el mundo, pero definitivamente tienen que entretener.
@juanchi62
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