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Verónica Oddó: “Cuando uno aprende que la función es sagrada, se lleva todo por delante”

La actriz, directora, dramaturga y docente chilena repasa su vida en el teatro, que es también historia viva del teatro venezolano

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

13/02/2022 01:00 am

Desde su hogar en Santiago de Chile, esa especie de refugio que la ha mantenido a salvo del Covid-19 y sus impertinentes cepas, la actriz chilena Verónica Oddó afirma que Caracas la transformó en otra persona. A esta ciudad llegó a mediados de los años setenta. Huía de la dictadura militar de Augusto Pinochet y aquí se topó, entre muchos otros, con gente como el poeta, director de teatro y escritor uruguayo Atahualpa del Cioppo; con el titiritero argentino Javier Villafañe, y con quien se convertiría en su maestro, compañero y esposo, el bonaerense Juan Carlos Gené, quien, como ella, llegaba a Venezuela evitando engrosar la lista de desaparecidos o asesinados del general argentino Jorge Rafael Videla.

“Mi conexión con los venezolanos se produjo muy pronto porque comencé a trabajar como profesora de rítmica musical para los chiquititos de un colegio que quedaba en el pent-house de Parque Central. Era solamente primaria, y allí inscribí a mi hija Valeria que en ese momento tenía seis años. Empecé a dar clases, y ahí conocí al país, a los venezolanos, a través de los niños. La primera vez que un niñito me saludó en la calle, me gritó: ‘¡Adiós, seño!’. Ese día dije: ‘Yo vivo acá’. Ellos me generaron todo lo que me generó Venezuela: mucha alegría. Caracas era una ciudad de gente alegre, independientemente de todos los problemas que había, que sabía que eran bastantes”, rememora Oddó.

La actriz en Variaciones Wolf del Grupo Actoral 80, 1983 (CORTESÍA VERÓNICA ODDÓ)

Pero aquella conexión trascendió del PH de Parque Central, pues en esa Caracas de permanente agitación cultural se fundó en 1975 el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, Celcit, del que Gené, de vuelta en Argentina, sería presidente entre 2001 y 2012, año de su fallecimiento, y en el que Verónica Oddó formó actores entre 1980 y 1992. Igualmente acá, la artista fue miembro fundador del Grupo Actoral 80, surgido en 1983 de unos talleres permanentes para profesionales del teatro que tanto Gené como Luis Molina, creador del Celcit en Caracas, organizaron con el norte que describe la propia Oddó:

-El actor como centro fundamental del teatro, el trabajo del actor como un hecho trascendente, transformador de la realidad, comunicador en cuanto a eso, a transformar la realidad. La paradoja del trabajo del actor es que con la anuencia y la complicidad del público, hacemos una ficción que, mientras la hacemos, se transforma en verdad.

Con Chela Atencio en el montaje de 1984, Golpes a mi puerta, de Juan Carlos Gené  (CORTESÍA VERÓNICA ODDÓ)

Y una década después, junto a Elba Escobar, en la adaptación al cine de Golpes a mi puerta por Alejandro Saderman (CORTESÍA)

Oddó vivió en Venezuela hasta 1993, pero sin duda, su nombre forma parte de la historia viva del teatro en Venezuela. Para Héctor Manrique, actual director del Actoral 80, y a quien la artista aún llama “Chiqui”, “Verónica es una de esas actrices que tienen uno de esos componentes esenciales para lograr un trabajo profundo y trascendental en este oficio del actor: su compromiso. Ella es una actriz comprometida, no solo con la vida del personaje cuando trabaja como actriz, sino con la obra en su totalidad. Tiene una consciencia absoluta de todo lo que pasa en un espectáculo. Además, es de una potencia y una organicidad que todavía recuerdo cuando hicimos juntos El zoo de cristal, donde ella hacía de mi madre, y cuando la miraba a los ojos, esa mirada que me devolvía era de una enorme profundidad y verdad. Si no hubiese pasado por sus manos, mucho de lo bueno que yo haya podido hacer, no lo habría hecho”.

-Con la pandemia, algún teatro de hoy se hace a través de plataformas digitales como Zoom. Partiendo del hecho de que usted propone que el trabajo del actor se inicia en y por el cuerpo, ¿cómo ha influido la situación sanitaria actual en el desarrollo de “El trabajo secreto del actor”?
-Estoy recluida en mi casa hace bastante tiempo con motivo de la pandemia, no he vuelto a ir al teatro, mis hijos me lo tienen prohibido, y hasta lo han conversado con los vecinos, porque las cosas han sido muy serias. Me he mantenido bastante aislada y comunicada por estos medios, por las pantallitas, como digo yo. En medio de esto me encontré con un maravilloso propósito de Mimí Lazo y Luis Fernández en las plataformas. Me maravillé de lo que están haciendo. Si es teatro, si no es teatro, no tengo idea, me da lo mismo. Sé que están comunicando de una manera extraordinaria, que están haciendo lo que saben hacer, que están juntando gente en los rincones más insólitos y que en las plataformas nos encontramos. Todo esto tiene un valor inmenso en este momento.

“Me parece que esta iniciativa de intentar hacer lo que sabemos hacer, que es actuar, a través de estas plataformas, es un nuevo desafío del teatro, porque el teatro no muere, parece que agoniza durante muchos años, pero de alguna manera es como el ave Fénix, que le viene una fuerza de alguna parte y resucita. Bienvenidos sean todos los intentos de mantener vivo al teatro aunque sea a través de las pantallitas. Gracias a Mimí y a Luis, estoy de nuevo en el teatro hablando de estas cosas, ya hacía mucho tiempo que estaba fuera de las pistas. Es muy emocionante poder retomar parte de la vida de uno a través del telefonito. Estoy feliz de haber vivido para verlo”, agrega.

La actriz se refiere al montaje digital, mezcla de cine y teatro, Desconocidas, obra estrenada el miércoles de esta semana por www.mimilazo.net a partir de una historia escrita por Mónica Montañés, y en la que Mimí Lazo encarna a la hija del personaje que interpreta Oddó. Esta actividad se suma al taller “El trabajo secreto del actor”, que comenzó a dictar el 22 de enero, en alianza entre El Ateneo de Caracas y Mimí Lazo Producciones.

Y sobre su maestra, dice Mimí Lazo: “Es una mujer sabia, cariñosa, que escucha y que siempre te conduce a lo mejor. Una de las características que amo de los maestros es que siempre, siempre, los veas o no, los recuerdas. De Verónica siempre recuerdo sus enseñanzas”.

En ¿Quién necesita qué?, pieza dirigida por Enrique Porte en 1986 (CORTESÍA VERÓNICA ODDÓ)

-Usted migró a Venezuela en un momento determinado de su vida. Ahora, lo hacen millones de venezolanos. ¿Cómo observa este fenómeno migratorio?
-Cualquier fenómeno migratorio a mí me parece terrible, deplorable. No quisiera que ocurriera nunca. Creo que el primer derecho del hombre es a vivir en su país y cualquier circunstancia que lo obligue a dejar su país no me parece nada auspicioso en ningún sentido.

-¿Cree usted que la izquierda, tal como se manifiesta en nuestros países, ofrece a las personas una vía hacia una existencia plena, feliz?
-Creo que sería de una gran arrogancia responder esta pregunta, pero a lo que yo aspiro es a que los países logren encontrar una vía pacífica hacia la mayor felicidad posible. Si es la izquierda, si es el centro, si es la derecha, o como se llame, me da lo mismo con tal de que la gente pueda vivir, pueda educarse, pueda atender su salud y vivir en paz, crecer como seres humanos. Cualquier gobierno que me dé alguna garantía de esos valores, yo lo voy a apoyar. Esto es todo lo que puedo decir porque a estas alturas del partido, yo ya no sé qué es la izquierda. Creí saberlo en algún momento cuando era muy joven, y la defendí con todas mis ganas y con mi vida, porque eso fue lo que me hizo salir de mi país.

-¿Qué es lo primero que recomienda Verónica Oddó a quienes recurren a ella para formarse como actores?
-No tengo la menor idea. No hay ningún aspecto que yo ponga por sobre otro en relación al trabajo del actor. Le doy máxima importancia, pero no lo primero ni lo segundo ni lo último, sino que permanentemente, a la confianza en sí mismo. Todo lo que el cuerpo sabe y que la mente no sabe que sabe. Esto es lo que vamos descubriendo en el trabajo secreto del actor, y es un pozo de tesoros.

-Como los buenos amores, ¿qué le ha dado y qué le ha quitado el teatro?
-Nunca lo he puesto en esos términos, pero claro que uno tiene que hacer sacrificios, tiene que renunciar a cosas amadas. Es difícil, uno no se puede desdoblar, uno no puede estar en dos partes a la misma vez. ¡Cuántas veces hubiera querido estar en dos y tres partes a la vez! Pero como no se puede, uno está en el escenario, y no hay modo de defender ante un hijo el haber estado en un escenario y no con él cuando estaba pasando por un momento en que necesitaba a su mamá, por ejemplo. Felizmente, no tengo ningún evento que lamentar en particular, pero muchas veces hubiera querido estar o con mis padres o… en fin, en estas cosas personales, íntimas de uno, y no se podía porque había función. Cuando uno aprende que la función es sagrada, se lleva todo por delante.
@juanchi62





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