David Molina-Molina retorna al paisaje que el hombre abandonó
El artista merideño, residenciado en Caracas, inaugura hoy, a las 11:00 am, en la galería Sapzio Zero, de Colinas de Bello Monte, la muestra “Fitoformas: la dimensión visible del paisaje”
Desde hoy, a las 11:00 am, la galería Spazio Zero será tomada por una naturaleza particular. Una naturaleza en la que las especies vegetales que insinúan las obras del artista David Molina-Molina, no corresponden a visiones románticas que aspiran a un improbable retorno a los paisajes primigenios o a las ensordecedoras proclamas de los ecologistas de turno.
Lo que el público verá en ese remanso del arte ubicado en la Qta. Zero, de la avenida Casiquiare, de Colinas de Bello Monte, son paisajes reinterpretados por un joven creador merideño que, paradójicamente, desde que vive en la Gran Caracas, concretamente en la urbanización Parque Caiza, ha estado más cerca de la naturaleza de lo que estuvo en la ciudad en la que nació en 1990.
Fitoformas: la dimensión visible del paisaje es la exposición que reúne 23 series, con un total de 44 piezas, con las que Molina-Molina devuelve las formas, los colores, las sensaciones y los sentimientos que encuentra en la naturaleza, transformados en arte. Es su imaginario el que brota en esas obras realizadas en terracota, cerámica, collages y fotografías.
Lo que el público verá en ese remanso del arte ubicado en la Qta. Zero, de la avenida Casiquiare, de Colinas de Bello Monte, son paisajes reinterpretados por un joven creador merideño que, paradójicamente, desde que vive en la Gran Caracas, concretamente en la urbanización Parque Caiza, ha estado más cerca de la naturaleza de lo que estuvo en la ciudad en la que nació en 1990.
Fitoformas: la dimensión visible del paisaje es la exposición que reúne 23 series, con un total de 44 piezas, con las que Molina-Molina devuelve las formas, los colores, las sensaciones y los sentimientos que encuentra en la naturaleza, transformados en arte. Es su imaginario el que brota en esas obras realizadas en terracota, cerámica, collages y fotografías.
Calas (2021)
Además de orgánica, la propuesta del artista es sorprendente. Motiva en el espectador a una mirada novedosa hacia la naturaleza y sus detalles; una percepción que invita al reencuentro efectivo, eficaz y respetuoso con el paisaje. Como bien lo apunta el investigador Manuel Vásquez-Ortega, en el texto que acompaña la muestra: “Molina-Molina propone la construcción de una iconografía paisajística que obedece a búsquedas individuales, entre siluetas que se inscriben en una tradición de formas orgánicas (presentes a lo largo de la historia de la cerámica en Venezuela), que a su vez se desprenden de los convencionalismos propios de la técnica para situar su lenguaje en una experiencia contemporánea del entorno”.
Calas que han perdido su belleza natural, pero que adquieren otro tipo de belleza relacionada con las formas y dobleces únicos de sus pétalos y las líneas que parecen extender hacia el infinito sus raíces. Piñones del uverito -tomados del árbol canadiense- que ocupan sin frondosidad una de las paredes de Spazio Zero y que, dice el artista, son un “yo acuso” del creciente deterioro de los bosques de esta especie. O plantas carnívoras que encuentran su nicho en objetos industriales. Estas son algunos de los seres vegetales que habitan los paisajes imaginados por David Molina-Molina.
“Además de las formas, a mí me interesan mucho las relaciones que existen en la naturaleza. Hay todo tipo de relaciones y fenómenos que ocurren continuamente en el paisaje. Relaciones antropomórficas, vegetales… todas están interconectadas como en una especie de cadena. La acción humana cambia el paisaje, pero también el paisaje y la naturaleza están en contacto directo como en una suerte de retorno a su territorio. La naturaleza siempre está regresando”, dice el artista, egresado como Licenciado en Artes Visuales en 2016 de la Facultad de Arte de la Universidad de los Andes.
Además de orgánica, la propuesta del artista es sorprendente. Motiva en el espectador a una mirada novedosa hacia la naturaleza y sus detalles; una percepción que invita al reencuentro efectivo, eficaz y respetuoso con el paisaje. Como bien lo apunta el investigador Manuel Vásquez-Ortega, en el texto que acompaña la muestra: “Molina-Molina propone la construcción de una iconografía paisajística que obedece a búsquedas individuales, entre siluetas que se inscriben en una tradición de formas orgánicas (presentes a lo largo de la historia de la cerámica en Venezuela), que a su vez se desprenden de los convencionalismos propios de la técnica para situar su lenguaje en una experiencia contemporánea del entorno”.
Calas que han perdido su belleza natural, pero que adquieren otro tipo de belleza relacionada con las formas y dobleces únicos de sus pétalos y las líneas que parecen extender hacia el infinito sus raíces. Piñones del uverito -tomados del árbol canadiense- que ocupan sin frondosidad una de las paredes de Spazio Zero y que, dice el artista, son un “yo acuso” del creciente deterioro de los bosques de esta especie. O plantas carnívoras que encuentran su nicho en objetos industriales. Estas son algunos de los seres vegetales que habitan los paisajes imaginados por David Molina-Molina.
“Además de las formas, a mí me interesan mucho las relaciones que existen en la naturaleza. Hay todo tipo de relaciones y fenómenos que ocurren continuamente en el paisaje. Relaciones antropomórficas, vegetales… todas están interconectadas como en una especie de cadena. La acción humana cambia el paisaje, pero también el paisaje y la naturaleza están en contacto directo como en una suerte de retorno a su territorio. La naturaleza siempre está regresando”, dice el artista, egresado como Licenciado en Artes Visuales en 2016 de la Facultad de Arte de la Universidad de los Andes.
Plantas espontáneas (2021)
También ha dicho Molina-Molina que sus proyectos apuntan a reinterpretar las formas de la naturaleza para “construir ideas y contenedores que condensen el gesto y la sensibilidad de las formas que tanto busco cuando veo y siento un paisaje. La expresión material es coincidente en mi lenguaje plástico, la escultura como principal medio expresivo me permite resumir las conexiones entre naturaleza y ser humano para reconstruir el entorno físico captando el gesto y esencia a través de formas que conquistan la realidad sensible”.
Dedicado desde 2014 a la producción de su obra, David Molina-Molina ha expuesto su trabajo dentro y fuera del país. Obtuvo el tercer lugar en el XIV Salón Nacional de Jóvenes Artista del Museo de Arte Contemporáneo del Zulia y el primer lugar en el V Blanco y Negro, del Ateneo de Maracaibo-Centro Bellas Artes.
-Cuando ve alguna de sus obras expuestas en una galería como Spazio Zero, ¿qué descubre de sí mismo?
-Siento que hay un lenguaje que se desarrolla y que nos estamos alimentando constantemente con lo que nos rodea. Cuando extraigo la obra del paisaje, la traduzco y la retorno a ese mismo espacio, encuentro preguntas. Una vez que estuvieron montadas en la galería, las obras comenzaron a establecer un diálogo, crearon una atmósfera. Pero entre pieza y pieza intenté no dejar tanto mi huella.
Atento y sensible a todo lo que ocurre a su alrededor, el proceso del artista, siempre flexible, arranca con la observación de, por ejemplo, el crecimiento de una mata. De allí comienzan a surgirle ideas que luego desarrolla a través de la investigación, hasta que, finalmente, la futura obra comienza a manifestarse, a hablarle, a crecer.
También ha dicho Molina-Molina que sus proyectos apuntan a reinterpretar las formas de la naturaleza para “construir ideas y contenedores que condensen el gesto y la sensibilidad de las formas que tanto busco cuando veo y siento un paisaje. La expresión material es coincidente en mi lenguaje plástico, la escultura como principal medio expresivo me permite resumir las conexiones entre naturaleza y ser humano para reconstruir el entorno físico captando el gesto y esencia a través de formas que conquistan la realidad sensible”.
Dedicado desde 2014 a la producción de su obra, David Molina-Molina ha expuesto su trabajo dentro y fuera del país. Obtuvo el tercer lugar en el XIV Salón Nacional de Jóvenes Artista del Museo de Arte Contemporáneo del Zulia y el primer lugar en el V Blanco y Negro, del Ateneo de Maracaibo-Centro Bellas Artes.
-Cuando ve alguna de sus obras expuestas en una galería como Spazio Zero, ¿qué descubre de sí mismo?
-Siento que hay un lenguaje que se desarrolla y que nos estamos alimentando constantemente con lo que nos rodea. Cuando extraigo la obra del paisaje, la traduzco y la retorno a ese mismo espacio, encuentro preguntas. Una vez que estuvieron montadas en la galería, las obras comenzaron a establecer un diálogo, crearon una atmósfera. Pero entre pieza y pieza intenté no dejar tanto mi huella.
Atento y sensible a todo lo que ocurre a su alrededor, el proceso del artista, siempre flexible, arranca con la observación de, por ejemplo, el crecimiento de una mata. De allí comienzan a surgirle ideas que luego desarrolla a través de la investigación, hasta que, finalmente, la futura obra comienza a manifestarse, a hablarle, a crecer.
Mikro paisajes 4 (2020)
“Lo más abstracto que he aprendido de la naturaleza es cómo ubicarnos a la par de ella; como seres humanos pensamos que somos el centro del universo, creemos que estamos más evolucionados que otras especies, pero si investigamos, descubrimos que hay plantas muy desarrolladas que se adaptan mejor a distintas situaciones y hasta tienen la capacidad de ayudarse entre ellas, cosa que a veces no hacemos o no podemos hacer los humanos. El hombre no entiende la cadena evolutiva de otras especies, precisamente por considerarse superior a ellas”, asegura el artista, que entre la cerámica, el collage y la fotografía, se identifica más con la primera “porque de ella surge la mayoría de las ideas; funcionan como bocetos de las obras que voy a hacer en cerámica”.
Fitoformas: la dimensión visible del paisaje, de David Molina-Molina, se estará exhibiendo desde hoy y hasta finales de enero de 2022, en la galería Spazio Zero, ubicada en la Qta. Zero, avenida Casiquiare, de Colinas de Bello Monte, en Caracas.
@juanchi62
“Lo más abstracto que he aprendido de la naturaleza es cómo ubicarnos a la par de ella; como seres humanos pensamos que somos el centro del universo, creemos que estamos más evolucionados que otras especies, pero si investigamos, descubrimos que hay plantas muy desarrolladas que se adaptan mejor a distintas situaciones y hasta tienen la capacidad de ayudarse entre ellas, cosa que a veces no hacemos o no podemos hacer los humanos. El hombre no entiende la cadena evolutiva de otras especies, precisamente por considerarse superior a ellas”, asegura el artista, que entre la cerámica, el collage y la fotografía, se identifica más con la primera “porque de ella surge la mayoría de las ideas; funcionan como bocetos de las obras que voy a hacer en cerámica”.
Fitoformas: la dimensión visible del paisaje, de David Molina-Molina, se estará exhibiendo desde hoy y hasta finales de enero de 2022, en la galería Spazio Zero, ubicada en la Qta. Zero, avenida Casiquiare, de Colinas de Bello Monte, en Caracas.
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