Leamos: “En este entorno económico global, la agricultura venezolana es una Cenicienta abandonada a su suerte. El Estado es paternalista pero le da la espalda al campo. Al país ha convertido en agro importador neto con sus políticas de puertos y cambiaria. La causa del enorme déficit agrícola es la competencia desleal de las importaciones de alimentos. Estas en vez de ser complementarias del déficit, sustituyen la producción nacional, acabándola. Por su parte, la política agraria es devastadora. Mediante Ley de Tierras se estatizaron cerca de 6 millones de hectáreas, hoy casi todas improductivas. Su recuperación tendrá que esperar su privatización, dentro de ese nuevo marco de políticas económica y agrícola que se necesita” (Estado y campo, 25/02/2016).

"La nata sube hasta cortarse” y en tal situación estamos ya aquí. Por eso es esencial entender el entorno de la crisis agroalimentaria y conocer las limitaciones. Caracterizan el entorno: la inflación, el hambre, la tensión social y la inestabilidad política. Las limitaciones son: las políticas y los políticos equivocados; las necesidades de capital para producir, importar y alimentarnos; el clima cambiante; la biología porque los ciclos agroproductivos toman tiempo; el atraso tecnológico; la infraestructura agrícola destruida o inexistente; la mecanización agrícola comprometida hasta renovar el parque.” (El rol agrotécnico. 28/05/2016).

“La alimentación segura de los venezolanos exige tanto producirlos como importarlos, el reabastecimiento y normalización de la plena oferta requiere de planificación y estrategia. También hace falta la logística para que el flujo a la distribución asegure una oferta estable y oportuna al consumo. Esto considerando la mejor asequibilidad de los alimentos a la población incluyendo los grupos vulnerables. Para ello los programas sociales deben focalizarse sin desviaciones. Ciertamente, sin dilación los venezolanos debemos resolver esta crisis alimentaria” (Ayuda alimentaria 16/06/2016)

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