España encarcela a un rapero cuyo nombre artístico es Pablo Hasél. Un delincuente, con 4 condenas acumuladas, en esta oportunidad se le imputan: delitos de odio, enaltecimiento al terrorismo y llamado a la violencia. Es un fiel imitador de su “profesor" Pablo Iglesias; ataca a la monarquía y juega con ideas independentistas.

Su éxito probablemente no existiría, sin los jueces y los medios de comunicación. Con estos canallas la tolerancia debe ser cero, porque su lema principal es “la lucha sigue, cueste lo que cueste", y paralelamente a destrozar media España.

España no puede perdonar a quienes banalizan la violencia y retan constantemente al sistema, a esos que promueven una república por la fuerza; a los independentistas, a la carroña.

Si realmente le ponemos la lupa a este movimiento que se ha creado en torno a un delincuente, nos daremos cuenta de que no hay nada improvisado y que al igual que en el caso del lamentable asesinato de George Floyd, en EEUU, detrás de las protestas, existe un libreto bien organizado para generar disturbios en cualquier parte del mundo; todo ello bajo el manto de un nuevo modelo liberal, una izquierda antisistema que intenta enquistarse con violencia en donde consigue espacios, siendo hoy España caldo de cultivo para ello, gracias a Pablo Iglesias y su títere: Mr. Sánchez.

Esas personas están siendo patrocinadas por los mismos que han financiado la salida de Trump, los que manejan el mundo y, sobre todo algún “filántropo” como Soros que, a su edad, no sé muy bien qué es lo que está buscando.

No vemos la censura de Instagram, Twitter, Facebook, entre otras redes sociales, cuando se hacen llamados a la protesta violenta y se exhiben los destrozos en ciudades como Barcelona y Madrid, en esas mismas redes se celebran las agresiones a los policías; ¿será que no hablan español los censuradores que eliminaron de las cuentas a Trump, o más bien estos forman parte de la película?

No se puede invocar la defensa del derecho a la libertad de expresión arruinando a los que tienen derecho, no sólo a esa libertad, sino también a los que tienen que ganarse la vida.

Como siempre no faltan los sinvergüenzas, como en este caso, Pedro Almodóvar y Joan Manuel Serrat, quienes intentan justificar la gravedad de unos crímenes alegando que se persigue a los que piensan diferente; claro, ellos opinan sentados sobre los millones de euros que han amasado, como muchos otros, "sin quemar una sola caloría”. Le deben mucho al sistema.

Mientras tanto Podemos y los socialistas callados, porque el ataque no los salpica; ellos sólo reaccionan y oprimen cuando la gente manifiesta a la puerta del chalet del señor Iglesias en el cual, además de piscina, hay una niñera pagada por el Estado y la vigilancia está a cargo de la Guardia Civil. ¡Que viva el socialismo!

Un gobierno se define por el tipo de gente a la que defiende, la España actual apoya a Hasél y sus similares, hoy la libertad no importa, pues la prioridad es el poder.

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