Carlos Menem en la oscuridad
Señor Menem: aquí le despiden con duelo nacional, con banderas de Argentina y del River; arriba le espera la corte celestial: allí no hay amistades, ni corrupción y le será imposible evadir las consecuencias por sus actos.
En días pasados falleció el expresidente Carlos Menem, a sus 90 años de edad.
Menem fue, definitivamente, el hombre más poderoso de Argentina entre los años 1989 y 1999. Llegó al poder en nombre del peronismo, cinco meses antes de lo previsto, como consecuencia de la renuncia de Raúl Alfonsín.
Se vendía como un caudillo populista y gobernó como un gran capitalista. Hombre excéntrico, con patillas al estilo Elvis Presley, era conocido por sus “gustos especiales”, también por el maltrato a su primera mujer y por presumir de sus infidelidades. ¡Bravo por eso, señor Menem!
Resulta sumamente difícil escribir sobre alguien que ya no está en este mundo, sin embargo el haber sido un crítico suyo en el pasado, me da un privilegio. Particularmente no salgo de mi asombro cuando veo que el Gobierno argentino decreta tres días de duelo nacional y le rinden honores a quien no se lo merece.
Durante su mandato Menem asumió una serie de retos, que no pudo cumplir; efectivamente, recibió un país quebrado, con hiperinflación y una economía agonizante, pero tomó unas medidas, las cuales, a la vuelta de la esquina, llevaron a una ruina aún mayor de su país, logrando destruir el sistema productivo, generando un gran desempleo, todo ello debido a su ignorancia en materia económica.
Menem importó el conflicto del Medio Oriente a un país que era ajeno a este, la prensa lo imputa a sus raíces sirias, y yo concuerdo con esto.
La corta memoria de los pueblos logra olvidar que ese “pobre hombre” nonagenario fue procesado por haber sido señalado en inumerables causas de corrupción y que se fugó del país para no enfrentar a la justicia; recibió asimismo una condena de 4 años y 4 meses de cárcel, pero pasa lo de siempre en nuestros países: nunca ingresó en prisión, gracias a sus privilegios como senador.
Durante su mandato se produjeron, “casualmente”, dos atentados: el atentado en contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992, que causó 22 muertos y el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994, con un saldo de 85 fallecidos.
Fue procesado por encubrir a los responsables del atentado de la AMIA, pero ese caso no prosperará hasta que la justicia argentina sea imparcial. Ya sabemos cuál es el costo de "meter la nariz en la sopa”; para muestra, el caso del fiscal Nisman. Espero que los israelíes cumplan una tarea pendiente.
Como persona de fe, a veces me cuesta mucho entender cómo a individuos tan maléficos se les premia con una larga y buena vida, llena de lujos y de poder; espero sin embargo que en el día del juicio final tenga que responder por la gran cantidad de almas inocentes que arrastra a sus espaldas a causa su coqueto con el terrorismo y por haber logrado que, al dia de hoy, la República Argentina esté entre los campeones en el ranking mundial de la impunidad.
Señor Menem: aquí le despiden con duelo nacional, con banderas de Argentina y del River; arriba le espera la corte celestial: allí no hay amistades, ni corrupción y le será imposible evadir las consecuencias por sus actos.
davidbittanobadia@gmail.com
Twiter: @davidbittano
instagram: davidbittanobadia
Menem fue, definitivamente, el hombre más poderoso de Argentina entre los años 1989 y 1999. Llegó al poder en nombre del peronismo, cinco meses antes de lo previsto, como consecuencia de la renuncia de Raúl Alfonsín.
Se vendía como un caudillo populista y gobernó como un gran capitalista. Hombre excéntrico, con patillas al estilo Elvis Presley, era conocido por sus “gustos especiales”, también por el maltrato a su primera mujer y por presumir de sus infidelidades. ¡Bravo por eso, señor Menem!
Resulta sumamente difícil escribir sobre alguien que ya no está en este mundo, sin embargo el haber sido un crítico suyo en el pasado, me da un privilegio. Particularmente no salgo de mi asombro cuando veo que el Gobierno argentino decreta tres días de duelo nacional y le rinden honores a quien no se lo merece.
Durante su mandato Menem asumió una serie de retos, que no pudo cumplir; efectivamente, recibió un país quebrado, con hiperinflación y una economía agonizante, pero tomó unas medidas, las cuales, a la vuelta de la esquina, llevaron a una ruina aún mayor de su país, logrando destruir el sistema productivo, generando un gran desempleo, todo ello debido a su ignorancia en materia económica.
Menem importó el conflicto del Medio Oriente a un país que era ajeno a este, la prensa lo imputa a sus raíces sirias, y yo concuerdo con esto.
La corta memoria de los pueblos logra olvidar que ese “pobre hombre” nonagenario fue procesado por haber sido señalado en inumerables causas de corrupción y que se fugó del país para no enfrentar a la justicia; recibió asimismo una condena de 4 años y 4 meses de cárcel, pero pasa lo de siempre en nuestros países: nunca ingresó en prisión, gracias a sus privilegios como senador.
Durante su mandato se produjeron, “casualmente”, dos atentados: el atentado en contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992, que causó 22 muertos y el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994, con un saldo de 85 fallecidos.
Fue procesado por encubrir a los responsables del atentado de la AMIA, pero ese caso no prosperará hasta que la justicia argentina sea imparcial. Ya sabemos cuál es el costo de "meter la nariz en la sopa”; para muestra, el caso del fiscal Nisman. Espero que los israelíes cumplan una tarea pendiente.
Como persona de fe, a veces me cuesta mucho entender cómo a individuos tan maléficos se les premia con una larga y buena vida, llena de lujos y de poder; espero sin embargo que en el día del juicio final tenga que responder por la gran cantidad de almas inocentes que arrastra a sus espaldas a causa su coqueto con el terrorismo y por haber logrado que, al dia de hoy, la República Argentina esté entre los campeones en el ranking mundial de la impunidad.
Señor Menem: aquí le despiden con duelo nacional, con banderas de Argentina y del River; arriba le espera la corte celestial: allí no hay amistades, ni corrupción y le será imposible evadir las consecuencias por sus actos.
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