Pareciera impensable que en estas épocas de la vida existan venezolanos apátridas.

Hay una nueva manera de quitarles la nacionalidad a quienes han nacido en Venezuela: se trata de negarles el derecho a tener un pasaporte, sobre todo a aquellos venezolanos quienes, por diferentes circunstancias, se han ido del país.

Naciones Unidas estima que para el 2021 habrán unos 6.500.000 de venezolanos en el extranjero; cifras no oficiales señalan que se trata de casi 10 millones de personas, las que han salido de Venezuela, en su mayoría por la crisis económica, social y política que atraviesa el país.

Toda persona tiene derecho a tener una identidad y una nacionalidad. Las personas sin una identificación sufren un proceso de marginación, quedando condenadas a una vida con pocas esperanzas, trasmitiéndoles inclusive la desgracia a sus hijos.

La falta de identificación de una persona conlleva colateralmente a violaciones de otros derechos humanos: derechos sociales, económicos y culturales. Un emigrante sin documentos es una presa segura para la explotación laboral y trabajo forzado, poniéndolo obviamente en una posición de desigualdad, inclusive con altas probabilidades a ser objeto de una privación de su libertad.

Es conocido por el mundo entero que se hace casi imposible para los venezolanos obtener un pasaporte, mas aun para los que se encuentran en el extranjero; de hecho, por un tema humanitario, una gran cantidad de países han dado por extendidos y válidos después de la fecha de su vencimiento los pasaportes venezolanos, pero esto es un tema temporal que se presta a mucha confusión, impidiendo la movilidad de los venezolanos quienes quedan totalmente a la discrecionalidad del país donde se encuentren.

Hay una mala concepción en los gobernantes de turno al pensar que son los “escuálidos” quienes se han ido del país; y que negarle el derecho a su identidad es una especie de castigo, o revancha. ¿Será que entienden que lo único seguro es el cambio?. ¿Será que no ven los rostros de los miles de persona que caminan desde Cúcuta hasta Ecuador?, ¿o de los que se montan en un peñero para intentar llegar a Trinidad o Curasao, sabiendo que la muerte es una alta probabilidad?. Ningún gobierno venezolano -ni siquiera el de Pérez Jiménez-, privó de una identificación a quienes se encontraban en el exilio.

Negarles el derecho a una identificación a los venezolanos no quitará su arraigo al país, por el que sufren desde el instante que se pasean por la idea de emigrar y del que se añora y sufre día a día cuando se llega a un nuevo destino, por el contrario, acrecentarán las diferencias entre aquellos, quienes ven, como único culpable, al Gobierno.

Es una mancha muy grande para el Gobierno venezolano no darles la posibilidad a sus connacionales de tener acceso a un pasaporte. Hay que lograr de manera urgente un sistema expedito y breve para poder otorgar un pasaporte a todos aquellos ciudadanos que lo así lo soliciten dentro y fuera del país.

“Todos tenemos derecho a tener derechos. El tercer mundo no es una realidad, sino una ideología”.
Hannah Arendt

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