Prepandemia, Covid-19 y geopolítica
El momento actual nos anima a un desafío por eficiencia en su gestión/control que podría agudizar o ralentizar el proceso de occidentalización o europeización mundial
Tras las dos conflagraciones mundiales del siglo XX, desde marzo/abril del presente año hasta ahora, 2020, se nos presenta como uno de los años más complejos e inescrutables, cuando la humanidad entera confronta una crisis importuna de efectos socioeconómicos/políticos inmensurables, pues casi todas las naciones/economías enfrentan una amenaza de propagación vertiginosa, que acecha, al conjunto de su población. Nos referimos a una guerra a escala mundial, a enfrentar inermes; de choque contra un enemigo acérrimo: el virus del Covid-19.
La crisis del coronavirus implicará, sin reservas ni duda alguna, un lapso concluyente de la historia contemporánea, quizá, principio de una civilización nueva. Nuestro modus vivendi, tal y como lo manteníamos, variará por tiempo indefinido, sobremanera; hallaremos fábricas cerradas, aeronaves en tierra y moles inmensas de concreto (centros empresariales) vacíos; pasos y sectores bloqueados, horas y colas extralargas en supermercados y otros expendios; centros asistenciales inaccesibles y redes más insuficientes aún, por reuniones online (videoconferencias); otras, en “stand-by”.
Experimentaremo muchas pérdidas de vidas y de códigos sociales (atavismos), tales como: compincharse, abrazarse, darse la mano, también desaparecerán, temporalmente, de nuestra cultura. Pero, sin duda alguna, superaremos, con creces, tal trance aleccionador. No es un acabóse.
El momento actual nos anima a un desafío por eficiencia en su gestión/control que podría agudizar o ralentizar el proceso de occidentalización o europeización mundial. Igualmente, pondrá en jaque a la globalización. Y, además, podría variar al sistema de coordenadas global y, obviamente, a las relaciones internacionales.
Isaimar@gmail.com
La crisis del coronavirus implicará, sin reservas ni duda alguna, un lapso concluyente de la historia contemporánea, quizá, principio de una civilización nueva. Nuestro modus vivendi, tal y como lo manteníamos, variará por tiempo indefinido, sobremanera; hallaremos fábricas cerradas, aeronaves en tierra y moles inmensas de concreto (centros empresariales) vacíos; pasos y sectores bloqueados, horas y colas extralargas en supermercados y otros expendios; centros asistenciales inaccesibles y redes más insuficientes aún, por reuniones online (videoconferencias); otras, en “stand-by”.
Experimentaremo muchas pérdidas de vidas y de códigos sociales (atavismos), tales como: compincharse, abrazarse, darse la mano, también desaparecerán, temporalmente, de nuestra cultura. Pero, sin duda alguna, superaremos, con creces, tal trance aleccionador. No es un acabóse.
El momento actual nos anima a un desafío por eficiencia en su gestión/control que podría agudizar o ralentizar el proceso de occidentalización o europeización mundial. Igualmente, pondrá en jaque a la globalización. Y, además, podría variar al sistema de coordenadas global y, obviamente, a las relaciones internacionales.
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