El trienio Liberal
Bolívar y Morillo, protagonistas de la guerra, serán ahora los adalides de la negociación y de la paz. En la guerra hay enemigos, en la política adversarios
En Venezuela se ubica el nacimiento del liberalismo en 1840, con la fundación de la Sociedad Liberal de Caracas y su transformación en Partido Liberal, iniciativa liderizada por Tomás Lander y Antonio Leocadio Guzmán. Sin embargo, el liberalismo como doctrina política promotora de un sistema republicano frente al absolutismo monárquico, ya está presente en Hispanoamérica en el debate que se generó alrededor de la abdicación de Fernando VII en 1808 y seguirá activo en todo el periodo independentista.
Lo que pasa es que, en nuestro caso, ese debate liberal que ya se aprecia en la prensa de Caracas entre 1810 y 1811, va a quedar oculto por los efectos de la “guerra a muerte”, que caracterizó el enfrentamiento entre patriotas y realistas a partir de 1811, esquematismo que ha empobrecido la comprensión de aquella rica, contradictoria y compleja realidad histórica. Ese debate, por ejemplo, estuvo presente en la Gaceta de Caracas en 1811, a raíz de la publicación de los escritos de Guillermo Burke, autor del libro Derechos de la América del Sur y de México. El mismo Congreso de 1811, antes de declarar la independencia y aprobar nuestra primera Constitución había votado el 1º de julio una declaratoria con el título de los “Derechos del Pueblo”, afirmación clara de los principios liberales y republicanos que ya empezaban a manifestarse en el liderazgo emancipador.
En ese sentido, tanto en España como América, el liberalismo estará presente como doctrina revolucionaria para aquel momento. Por eso, hablar del trienio liberal (1820-1823) es referirse al segundo momento en que el liberalismo toma el poder en España. Su primer momento tiene que ver con las Cortes de Cádiz y la aprobación de la primera Constitución liberal española en 1812, aunque bajo el modelo de una monarquía parlamentaria que luego del regreso de Fernando VII al poder en 1814, será desconocida por el propio monarca.
Por eso, 1814 es el año de la restauración monárquica y del absolutismo en España, de persecución política a los liberales de Cádiz y de recuperación de los dominios coloniales perdidos en América, con el envío de la Expedición militar dirigida por el General Pablo Morillo en 1815. Este periodo termina el 1º de enero de 1820 cuando el coronel Quiroga se alza en Alcalá de los Gazules y el coronel Riego proclama en Cabezas de San Juan, frente a las tropas destinadas a combatir en América, la Constitución de 1812.
Los apoyos militares a estas dos acciones y la presión del movimiento liberal en las calles, hizo que el 9 de marzo Fernando VII jurara lealtad a la Constitución y creara una Junta Consultiva presidida por el Cardenal Luis de Borbón, la cual reestablece la libertad de prensa, la libertad de asociación y autoriza el retorno de los liberales exiliados.
Este nuevo escenario político cambia las condiciones en las que se venía dando la lucha por la independencia, especialmente en Venezuela, donde imperaba la guerra a muerte. Bolívar lo aprecia claramente cuando le comenta a Guillermo White, en carta desde San Cristóbal, con fecha 1º de mayo, lo siguiente: “De los negocios de España estoy muy contento porque nuestra causa se ha decidido en el tribunal de Quiroga. Nos mandaban 10.000 enemigos, y ellos (...) no quisieron hacer la guerra a muerte¸ sino la guerra a vida”.
Para el Libertador, esta reacción de las fuerzas españolas de no viajar a América para asegurar el sometimiento que se había iniciado con le expedición de Morillo es clave, ya que: “Aunque triunfe Fernando, ya no puede mandar otra expedición”. Pero si este es una realidad en el terreno militar, lo más importante es que son los liberales quienes finalmente han obligado al monarca a quedarse sin opciones de fuerza en América.
Así lo señala Bolívar a Soublette en carta del 19 de junio desde la Villa del Rosario: “la afinidad de principios produce siempre la atracción recíproca en materias políticas.” En consecuencia, son las ideas, las doctrinas y los programas políticos los que le dan orientación a los conflictos y los que los resuelven. En este momento, la afinidad en los principios liberales puede facilitar la negociación. Por ello, si la estrategia es alcanzar por medio de la paz el reconocimiento de nuestra independencia, la tarea debe ser preparar esos medios que posibiliten los acuerdos, cuando estos lleguen de parte de los españoles.
Y efectivamente, el 7 de julio Bolívar da cuenta de la propuesta de Armisticio que el general Morillo le hace llegar a través del general Miguel de la Torre comandante de las tropas españolas en el país. Bolívar y Morillo, protagonistas de la guerra, serán ahora los adalides de la negociación y de la paz. En la guerra hay enemigos, en la política adversarios.
enfoques14@gmail.com
@reinaldorojashistoiador
Lo que pasa es que, en nuestro caso, ese debate liberal que ya se aprecia en la prensa de Caracas entre 1810 y 1811, va a quedar oculto por los efectos de la “guerra a muerte”, que caracterizó el enfrentamiento entre patriotas y realistas a partir de 1811, esquematismo que ha empobrecido la comprensión de aquella rica, contradictoria y compleja realidad histórica. Ese debate, por ejemplo, estuvo presente en la Gaceta de Caracas en 1811, a raíz de la publicación de los escritos de Guillermo Burke, autor del libro Derechos de la América del Sur y de México. El mismo Congreso de 1811, antes de declarar la independencia y aprobar nuestra primera Constitución había votado el 1º de julio una declaratoria con el título de los “Derechos del Pueblo”, afirmación clara de los principios liberales y republicanos que ya empezaban a manifestarse en el liderazgo emancipador.
En ese sentido, tanto en España como América, el liberalismo estará presente como doctrina revolucionaria para aquel momento. Por eso, hablar del trienio liberal (1820-1823) es referirse al segundo momento en que el liberalismo toma el poder en España. Su primer momento tiene que ver con las Cortes de Cádiz y la aprobación de la primera Constitución liberal española en 1812, aunque bajo el modelo de una monarquía parlamentaria que luego del regreso de Fernando VII al poder en 1814, será desconocida por el propio monarca.
Por eso, 1814 es el año de la restauración monárquica y del absolutismo en España, de persecución política a los liberales de Cádiz y de recuperación de los dominios coloniales perdidos en América, con el envío de la Expedición militar dirigida por el General Pablo Morillo en 1815. Este periodo termina el 1º de enero de 1820 cuando el coronel Quiroga se alza en Alcalá de los Gazules y el coronel Riego proclama en Cabezas de San Juan, frente a las tropas destinadas a combatir en América, la Constitución de 1812.
Los apoyos militares a estas dos acciones y la presión del movimiento liberal en las calles, hizo que el 9 de marzo Fernando VII jurara lealtad a la Constitución y creara una Junta Consultiva presidida por el Cardenal Luis de Borbón, la cual reestablece la libertad de prensa, la libertad de asociación y autoriza el retorno de los liberales exiliados.
Este nuevo escenario político cambia las condiciones en las que se venía dando la lucha por la independencia, especialmente en Venezuela, donde imperaba la guerra a muerte. Bolívar lo aprecia claramente cuando le comenta a Guillermo White, en carta desde San Cristóbal, con fecha 1º de mayo, lo siguiente: “De los negocios de España estoy muy contento porque nuestra causa se ha decidido en el tribunal de Quiroga. Nos mandaban 10.000 enemigos, y ellos (...) no quisieron hacer la guerra a muerte¸ sino la guerra a vida”.
Para el Libertador, esta reacción de las fuerzas españolas de no viajar a América para asegurar el sometimiento que se había iniciado con le expedición de Morillo es clave, ya que: “Aunque triunfe Fernando, ya no puede mandar otra expedición”. Pero si este es una realidad en el terreno militar, lo más importante es que son los liberales quienes finalmente han obligado al monarca a quedarse sin opciones de fuerza en América.
Así lo señala Bolívar a Soublette en carta del 19 de junio desde la Villa del Rosario: “la afinidad de principios produce siempre la atracción recíproca en materias políticas.” En consecuencia, son las ideas, las doctrinas y los programas políticos los que le dan orientación a los conflictos y los que los resuelven. En este momento, la afinidad en los principios liberales puede facilitar la negociación. Por ello, si la estrategia es alcanzar por medio de la paz el reconocimiento de nuestra independencia, la tarea debe ser preparar esos medios que posibiliten los acuerdos, cuando estos lleguen de parte de los españoles.
Y efectivamente, el 7 de julio Bolívar da cuenta de la propuesta de Armisticio que el general Morillo le hace llegar a través del general Miguel de la Torre comandante de las tropas españolas en el país. Bolívar y Morillo, protagonistas de la guerra, serán ahora los adalides de la negociación y de la paz. En la guerra hay enemigos, en la política adversarios.
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