Mediocridad o excelencia
El camino a seguir es el de la autocrítica constructiva y el discernimiento hacia la excelencia individual y colectiva.
Mediocridad o Excelencia: dos destinos finales, producto de decisiones opuestas de vida; que no son consecuencia de la mala o buena suerte que se tenga, sino de la serie de errores o aciertos consecuencia de múltiples decisiones, aunado a la ausencia o presencia de un proyecto de vida con un ideal definido.
Las diferentes regiones del mundo en la secuencia de eras, desde la antigüedad hasta nuestros días, han vivido las consecuencias del predominio de la mediocridad o la excelencia, como resultado del equilibrio entre individuos mediocres y buscadores de la excelencia. Esto sucede también en las organizaciones y en las familias. La sumatoria de las conductas individuales y los liderazgos en tiempo y espacio definido, marcan una tendencia que en la medida que se acerque a uno u otro extremo, mediocridad o excelencia, tendremos resultados indeseables o deseables.
La crítica que una persona hace de sí mismo, de su propia obra o de otra persona en forma constructiva, es un paso importante para la búsqueda de la excelencia. La palabra crítica deriva del griego Kritike, con el sentido de discernir, separar, discriminar, decidir y juzgar. El discernimiento racional, precedido de la observación y descripción de los hechos sobre la base de la veracidad, para analizar y finalmente decidir, actuar y evaluar, son etapas fundamentales para transitar el camino que nos conduce a la excelencia.
La autocrítica constructiva requiere la asimilación de los propios errores en su justa medida, con el propósito de mejorar el comportamiento, reforzar el aprendizaje, manejar de forma adecuada la culpabilidad, modificar el sistema de creencias y fortalecer la autoestima en el marco del equilibrio emocional. En caso contrario, la crítica destructiva o negativa, magnifica los errores y las culpas, disminuye la autoestima, intoxica el ambiente y altera el equilibrio emocional del equipo de trabajo.
El camino a seguir es el de la autocrítica constructiva y el discernimiento hacia la excelencia individual y colectiva.
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