Lo nuevo de Javier Cercas
La estructura de Terra Alta obedece a un esquema que ya luce desfasado, obsoleto por predecible e inmutable, y al que Cercas no le agrega nada de su inventiva...
Resulta importante que un autor se reinvente, camine por nuevos senderos, busque ignotos territorios dentro de su obra. En este sentido leí Terra Alta (Premio Planeta 2019), de Javier Cercas, y no hallo al autor que conocí desde sus mejores obras. Explorar horizontes es válido, siempre y cuando no se desdibuje lo que hasta ahora se ha conseguido. El autor español, reconocido por libros como Soldados de Salamina, El móvil, La velocidad de la luz y Relatos reales, que he leído con fruición, y a los que debe su bien merecido reconocimiento de gran narrador, da un enorme salto en lo que ha sido su obra para entrar en la denominada novela negra.
Hasta aquí todo bien. Sin embargo, en esta oportunidad Cercas no se despega del cartabón, acuñado desde hace tantos años por muchos otros nombres, para escribir una novela cliché, en la que los lectores duchos en estos espacios narrativos podemos predecir con elevada certeza lo que pasará, por dónde vienen los tiros y cuál será el destino final de los personajes. (Error imperdonable de un autor subestimar la inteligencia del lector).
El personaje central de la trama, Melchor Marín, es un hombre desgarrado por el asesinato de su madre, y este hecho lo marca hasta el punto de decidir hacerse policía para buscar a los culpables. Si bien este leitmotiv lo impulsa a hacer carrera en un cuerpo policial, hasta el punto de convertirse en héroe por haber eliminado a cuatro terroristas de una acción valiente y arriesgada, con el tiempo se desvanece, al no hallar los elementos que lo lleven a cumplir con su juramento. Es en este punto que cambia su vida, porque al hacerse famoso su seguridad corre peligro y es destinado al pueblo de Terra Alta, en el que casi nunca pasa nada.
Sin embargo, un espantoso crimen trastoca la vida del apacible pueblo y a partir de entonces Melchor enfoca toda su atención en esclarecer los hechos en los que fueron torturados y asesinados dos ancianos de la familia Adell, los dueños millonarios de Gráficas Adell, un verdadero emporio.
Ahora bien, Melchor es un personaje plano, atrabiliario y violento y, a pesar de ser el eje de la trama, no logra ganarse la simpatía del lector porque su psicología está exenta de todo aquello que lo haga un poco humano. Trata mal a sus amigos, no es capaz de un abrazo, de un apretón de manos, y lo que único que lo acerca a los de nuestra especie es su pasión por el libro Los miserables y el querer extrapolar a su vida todo lo leído hasta el hartazgo.
La estructura de Terra Alta obedece a un esquema que ya luce desfasado, obsoleto por predecible e inmutable, y al que Cercas no le agrega nada de su inventiva, para reproducir (a veces con deficiencias y torpeza) lo que otros ya han trajinado con mejores resultados. Si bien en el texto no hay la linealidad en el tiempo y en el espacio, lo que es propio de este subgénero, en el caso que nos ocupa esta técnica no agrega nada a la tensión narrativa (que en este libro es inexistente), y nos lanza por un tobogán de coincidencias, azares, “portentos” y errores que terminan por delatar los intríngulis de la historia, para hacerla predecible mucho antes de otearse su final.
A pesar de que en la novela se manejen los conceptos de la justicia, de la ley y de la venganza, la rigidez de Melchor (y en general la de todos los personajes) echa por tierra lo que pudo ser un espacio para “ensayar” desde lo narrativo las claves para un mundo convulso y cruel como el nuestro.
@GilOtaiza
rigilo99@hotmail.com
Hasta aquí todo bien. Sin embargo, en esta oportunidad Cercas no se despega del cartabón, acuñado desde hace tantos años por muchos otros nombres, para escribir una novela cliché, en la que los lectores duchos en estos espacios narrativos podemos predecir con elevada certeza lo que pasará, por dónde vienen los tiros y cuál será el destino final de los personajes. (Error imperdonable de un autor subestimar la inteligencia del lector).
El personaje central de la trama, Melchor Marín, es un hombre desgarrado por el asesinato de su madre, y este hecho lo marca hasta el punto de decidir hacerse policía para buscar a los culpables. Si bien este leitmotiv lo impulsa a hacer carrera en un cuerpo policial, hasta el punto de convertirse en héroe por haber eliminado a cuatro terroristas de una acción valiente y arriesgada, con el tiempo se desvanece, al no hallar los elementos que lo lleven a cumplir con su juramento. Es en este punto que cambia su vida, porque al hacerse famoso su seguridad corre peligro y es destinado al pueblo de Terra Alta, en el que casi nunca pasa nada.
Sin embargo, un espantoso crimen trastoca la vida del apacible pueblo y a partir de entonces Melchor enfoca toda su atención en esclarecer los hechos en los que fueron torturados y asesinados dos ancianos de la familia Adell, los dueños millonarios de Gráficas Adell, un verdadero emporio.
Ahora bien, Melchor es un personaje plano, atrabiliario y violento y, a pesar de ser el eje de la trama, no logra ganarse la simpatía del lector porque su psicología está exenta de todo aquello que lo haga un poco humano. Trata mal a sus amigos, no es capaz de un abrazo, de un apretón de manos, y lo que único que lo acerca a los de nuestra especie es su pasión por el libro Los miserables y el querer extrapolar a su vida todo lo leído hasta el hartazgo.
La estructura de Terra Alta obedece a un esquema que ya luce desfasado, obsoleto por predecible e inmutable, y al que Cercas no le agrega nada de su inventiva, para reproducir (a veces con deficiencias y torpeza) lo que otros ya han trajinado con mejores resultados. Si bien en el texto no hay la linealidad en el tiempo y en el espacio, lo que es propio de este subgénero, en el caso que nos ocupa esta técnica no agrega nada a la tensión narrativa (que en este libro es inexistente), y nos lanza por un tobogán de coincidencias, azares, “portentos” y errores que terminan por delatar los intríngulis de la historia, para hacerla predecible mucho antes de otearse su final.
A pesar de que en la novela se manejen los conceptos de la justicia, de la ley y de la venganza, la rigidez de Melchor (y en general la de todos los personajes) echa por tierra lo que pudo ser un espacio para “ensayar” desde lo narrativo las claves para un mundo convulso y cruel como el nuestro.
@GilOtaiza
rigilo99@hotmail.com
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