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Conducta compleja

Se ha teorizado con bastante capacidad especulativa que en ciertas conductas es posible identificar, los genes que contribuyen significativamente a establecer rasgos específicos del temperamento

  • JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.

27/09/2019 05:00 am

“Quiero dejar claro que, en primer y último lugar, a menos que se pueda salvar a los padres, no se puede salvar a los niños; que actualmente no podemos salvar a otros si no podemos salvarnos a nosotros mismos. No podemos enseñar ciudadanía si no somos ciudadanos; no podemos liberar a otros si hemos perdido el ansia de libertad. La educación sólo es verdad en un estado de transmisión; y ¿cómo podemos transmitir la verdad si nunca ha llegado a nuestras manos? Así pues, descubrimos que la educación es de todos los casos el más claro para nuestro propósito general. Es inútil salvar a los niños, pues no pueden seguir siendo niños para siempre. Como hipótesis, les estamos enseñando a ser hombres, y ¿cómo puede ser tan sencillo enseñar una manera de ser hombres a otros si es tan vano y desesperanzado que encontremos una para nosotros mismos?”. ( G.K. Chesterton)

Una de las grandes paradojas que debe enfrentar la medicina actual, se encuentra en la relación de “lo genético” y “lo ambiental”. Hasta qué punto se pueden considerar ciertas enfermedades como genéticamente determinadas, es campo de investigación muy amplio. En muchas especialidades, como la hematología por ejemplo, un diagnóstico no se considera definitivo hasta que se encuentra la causa genética. Esto que puede ser una realidad para muchas enfermedades, posiblemente nunca se podrá aplicar a todas. Siempre quedará un segmento, no despreciable, de enfermedades cuya causa no está genéticamente determinada.

Esta influencia de la genética en un coto muy específico de la vida humana, se ha querido trasladar a realidades más complejas. Así se habla con bastante ligereza, y mucha más ignorancia, del gen de los asesinos en serie, del gen de los genios financieros, del gen del alcoholismo, del gen de la obesidad o del muy popular gen de la homosexualidad. Todas estas conductas humanas tienen una complejidad tal, que superan en su análisis lo que puede ser la más devastadora enfermedad.

Se ha teorizado con bastante capacidad especulativa que en ciertas conductas es posible identificar, los genes que contribuyen significativamente a establecer rasgos específicos del temperamento. Inclusive la asociación entre extensas porciones del genoma y algunas conductas simples, logra hacer crecer la confianza en lo que la genética puede aportar al conocimiento de la conducta humana. Sin embargo, de allí a pasar a la afirmación de que el alcoholismo, la obesidad o la homosexualidad están determinados por un gen, o inclusive por un grupo de genes, es un salto al vacío.

Sucede a nivel de opinión pública, en el pensamiento dominante de muchos contemporáneos. Deben existir genes capaces de determinar conductas complejas. Desde hace mucho, se viene trabajando en ese sentido. Es una aplicación del paradigma que contribuye a identificar cuerpo con individuo y mente con cerebro. Primero haciendo ver diferencias estructurales (anatómicas). Posteriormente, buscando explicaciones a través de mecanismos fisiológicos y en especial hormonales. Pasando en su momento por el papel de ciertos trasmisores neuronales. Hasta llegar en años más recientes al genoma y su expresión.

“GWAS” a gran escala
Los grandes estudios genéticos poblacionales nacen con la misión de dar seguridad científica a los hallazgos que se vienen haciendo acerca de la influencia del genoma, a nivel individual o de grupos controlados. Esto nunca ha impedido, ni siquiera por la declaración de conflictos de intereses, que los científicos que realizan dichos estudios permanezcan bajo el influjo de alguna corriente ideológica. Tanto en un sentido como en otro, la genética poblacional es una ciencia que debe lidiar con las condiciones y posiciones de sus cultores. Dentro de ese marco surgen los “GWAS” (genome-wide association study), estudios de asociación del genoma completo. Usados principalmente para comparar poblaciones de individuos sanos y enfermos. Se han utilizado también para observar la asociación de ciertos polimorfismos, con algún rasgo físico o psicológico.

Como han advertido algunos críticos de los estudios “GWAS” y en especial de un estudio publicado recientemente en “Science” (Large-scale GWAS reveals insights into the genetic architecture of same-sex sexual behavior Andrea Ganna et al., Science, 2019). La relación de ciertas variables que en su conjunto afectarían un rasgo específico, podría ser mal interpretado por algunos activistas (Unintended, but not unanticipated: the consequences of human behavioral genetics Carino Gurjao). De cualquier forma, siempre existirá una diferencia significativa entre el hecho de que la conducta humana tenga una base genética, y la afirmación de que está genéticamente determinada. Al fin y al cabo, aunque no nos agotemos, en un destello espontáneo y libre. No podemos dejar de afirmar la posibilidad de nuestra libertad. Aunque sólo sea para librarnos de nosotros mismos. 

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