El cachascán en la vida diaria es el conjunto de situaciones y problemas que hace difícil lo que supuestamente debe ser fácil para la realización de actividades que están orientadas a cubrir necesidades fundamentales, rutinarias y de baja complejidad, como por ejemplo comer, asearse, dormir, transportarse entre los diferentes sitios, bien sea con vehículo propio o con sistemas públicos, tener buen servicio de salud y disfrutar de ambientes seguros, sin pretender agotar la lista de “cosas cotidianas”. 

Si se analiza el primero mencionado, o sea comer, se encuentra que el impacto de la hiperinflación en la adquisición de alimentos es la primera barrera para tener una nutrición adecuada y cumplir con los requerimientos básicos. La segunda barrera es la disponibilidad de gas, lo cual puede significar horas de espera en el mejor de los casos, para conseguir una bombona. Si falla el gas y se decide recurrir a la alternativa de cocina eléctrica, también puede tener dificultades frecuentes y parte de la población puede optar por la vieja forma de cocinar con leña, con las consecuencias negativas para la salud que para algunas personas tiene esta modalidad. Otro aspecto que dificulta el acto de comer, es la conservación de los alimentos que requieren refrigeración, lo cual obliga a realizar compras diarias para evitar la descomposición de los alimentos. A su vez el déficit de agua en forma prolongada en algunas zonas, trae como consecuencia la contaminación de los alimentos con el consiguiente efecto sobre la salud de la población. 

Otro ejemplo de cotidianidad compleja es el traslado de las personas de su residencia a su sitio de trabajo con un transporte que se ha deteriorado en los últimos años como es el caso del Metro de Caracas que hace más de tres décadas era modelo de referencia que se le señalaba como la cultura del Metro y hoy es un sitio hacinado, desordenado, con combinación de malos olores y caluroso, así mismo la red de servicios de buses que en las diferentes ciudades ofrecían transporte de superficie que era cómodo y seguro, hoy ha sido sustituido por camiones repletos de pasajeros sin las normas básicas de seguridad y sufriendo las inclemencias del clima. Estas cadenas de dificultades señaladas para algo tan cotidiano como comer y transportarse, se pueden extrapolar y desarrollar para todos los componentes de la cotidianidad. 

La complejidad cotidiana trae como consecuencia el desbordamiento de emociones que llega con frecuencia a extremos de violencia física. Estas conductas pueden complicar aún más la convivencia y convertirse en un “todos con todo y contra todos”. 

Aunque muchas de las cosas que afectan la cotidianidad, no dependen del ciudadano común, es muy importante y conveniente tener presente que la manera de enfrentar estas incomodidades puede amortiguar o agravar esto que se denomina cachascán en la cotidianidad, haciendo el ambiente más o menos tóxico y agresivo. No hay una receta mágica ni única, pero pueden seguirse tres recomendaciones contenidas en una “tabletica de ASA”: A de Ayudar a quien necesite y usted pueda ayudar (hacer el bien y no mirar a quien), S de Sobrevivir ante esta complejidad cotidiana y A de aprender lo que pueda para que lo utilice y lo trasmita a las próximas generación. 

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