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La viveza criolla

Es allí donde está el problema recurrente de un país que en estos cien años de riqueza petrolera, no producida, ha generado una conducta social que conspira con las soluciones a largo plazo...

  • REINALDO ROJAS

27/05/2019 05:00 am

Los venezolanos hemos enfrentado muchas situaciones difíciles con ánimo y entereza. Estamos cumpliendo doscientos años del Congreso de Angostura y si analizamos este logro político podemos apreciar el esfuerzo individual y colectivo que lo hizo posible. Fue la restauración de la República iniciada en 1811, pero que habíamos perdido no sólo por las acciones de los españoles sino como producto de nuestros errores, claramente señalados por el joven coronel Simón Bolívar en su Manifiesto de Cartagena. Allí empezó a crecer su liderazgo, en la derrota, reconociendo los errores cometidos en nuestra Primera República, la cual terminó en la Capitulación del 25 de julio de 1812. 

Logramos luego, con el apoyo militar de la Nueva Granada, la reconquista del poder con la llamada Campaña Admirable de 1813. Pero ésta fue pasajera. El liderazgo criollo que había dado el primer paso hacia la Independencia necesitaba contar con un pueblo que no tenía idea de lo que eso significaba y prefería combatir con las armas a sus antiguos dueños, a los amos de sus haciendas y de sus vidas. La independencia de Venezuela empezó con una lucha fratricida, entre venezolanos que no tenían claro el objetivo de que para alcanzar la libertad teníamos que ponernos primero de acuerdo en un programa político que es el que el propio Bolívar presenta en su famosa Carta de Jamaica, en 1815. 

Hoy, frente a una crisis de grandes proporciones que nos amenaza como Pueblo, como Nación y como Estado, necesitamos recurrir a todas las herramientas que nos permitan alumbrar el camino del progreso, la democracia y la libertad. Más que virtudes, que las tenemos, es preciso conocernos más a fondo en nuestras debilidades, porque es allí donde está el problema recurrente de un país que en estos cien años de riqueza petrolera, no producida, ha generado una conducta social que conspira con las soluciones a largo plazo. Una de esas conductas negativas, que nos ha venido caracterizando desde hace mucho tiempo, es el de la viveza criolla. Y ¿qué es eso? 

“Te la comiste”
Utilizar la inteligencia para lograr un fin con el menor esfuerzo, saltándonos los procedimientos, utilizando las influencias, echando abajo las normas y burlando jerarquías y autoridades. “Te la comiste”. Este tema no es nuevo. En 1962, don Ángel Rosenblat ya señalaba en uno de sus escritos que si bien el alumno venezolano es en general inteligente y capaz de hacer cosas extraordinarias, el problema es que no estudia si no se le obliga. Sólo estudia voluntariamente lo que le parece agradable y considera pavoso lo que es difícil, que en muchos casos es lo fundamental. Utiliza la inteligencia para pasar sus asignaturas con el mínimo esfuerzo, haciendo gala de la viveza que más tarde aplicará en su vida de adulto, como ciudadano y como profesional, como gobernante o como gobernado. Al final, el saldo es que no se crean hábitos. Se vive de la improvisación y del cortoplacismo. 

La crisis que hoy padecemos debe analizarse científicamente en sus causas y en sus efectos, pero viendo también ese lado cultural que José Antonio Rial denomina la Variable Independiente, que es lo que comúnmente llamamos idiosincrasia. En este abordaje del problema, la cultura es patrón de creencias básicas que sirven para percibir, analizar y sentir. Una cosa son las leyes y otra las creencias. 

Como pueblo y como nación
Y este escenario, para llamarlo de algún modo, es el que se corresponde con nuestra historia cultural como pueblo y como nación. Para historiadores como Mario Briceño Iragorry, por ejemplo, los venezolanos sufrimos una crisis histórica de pueblo. No tenemos un conocimiento del pasado que nos dé densidad de pensamiento y no sentimos como propias nuestras hazañas históricas. José Ignacio Cabrujas, en 1987, y a propósito de la Reforma del Estado, señalaba que para los venezolanos el Estado es simplemente un “truco legal”, que justifica formalmente apetencias, arbitrariedades y demás formas del “me da la gana”. Entonces el problema no es de leyes, es cultural, porque tiene que ver con valores o, quizá, con antivalores compartidos. Esa dimensión cultural es la que se olvida a la hora de buscarle salida a los fracasos y construirle proyectos al futuro. 

Hoy los venezolanos estamos en una encrucijada. ¿Cuándo y cómo salimos de esta crisis? Algunos esperan un salvador interno o externo y cifran sus esperanzas en el cambio de gobierno, aspiración legítima en un país que se considera democrático. Pero nada haremos si no hay cambios de conducta individual que incidan en el colectivo. De abajo hacia arriba, construyendo la democracia. ¿Qué es lo que no funciona? ¿Qué podemos hacer? La ruta más fácil ha sido hacer gala de la viveza criolla. Por este camino, seguiremos mordiéndonos la cola. 

enfoques14@gmail.com 

@historiadorreinaldorojas
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