El Vaticano, su diplomacia y como actor de paz frente a conflictos entre estados
Hasta la fecha, sólo 12 pontífices no han nacido en el viejo continente. Francisco, por ejemplo, hizo historia al convertirse en el primer papa latinoamericano
Jorge Mario Bergoglio, el cardenal argentino al que el mundo conoció como Francisco, murió esta semana, a sus 88 años de edad.
Bergoglio, electo como Romano Pontífice en 2013, estuvo a la cabeza de la Iglesia católica por espacio de 12 años.
Aunque era visto como un líder religioso, Francisco jugó un doble rol. En tanto y cuanto papa, también fue jefe de Estado.
Por ese motivo, más de 100 delegaciones, integradas por dignatarios, jefes de Estado y también de Gobierno acudieron a El Vaticano.
Líderes y gobernantes presenciaron el funeral del santo padre, quien escogió ser inhumado en la Basílica Santa María La Mayor.
De ese modo, el cardenal argentino reposará fuera de la Ciudad de El Vaticano, en el mismo lugar en donde yacen papas como Pío V o Clemente IX.
El deceso de Francisco enluta a los católicos del mundo y genera un vacío dentro de la estructura política de la Santa Sede.
A partir de ahora, tras la declaratoria de la “sede vacante”, cardenales de todos los rincones deberán viajar hasta Roma.
Un cónclave y varios temas por atender
Los prelados, miembros del Colegio Cardenalicio, se congregarán en San Pedro, donde tendrá lugar el próximo cónclave.
De allí surgirá el próximo papa, una figura que, sin descuidar sus obligaciones religiosas, deberá hacerle frente a las realidades de nuestro mundo global.
Conflictos armados, cambio climático, inclusión, así como el avance de la inteligencia artificial, serán retos indiscutibles para el nuevo sumo pontífice.
Hay quienes apuestan por atajar tales asuntos desde una perspectiva conservadora. También existen los que creen en continuar con la línea reformista de Francisco.
Hasta ahora, son 12 los cardenales “papables”. Entre ellos se encuentran figuras que acercarían a la Iglesia a continentes poco tradicionales para los católicos.
Luis Antonio Tagle, el cardenal filipino al que algunos denominan como el “Francisco de Asia”, sería clave para reforzar los lazos entre El Vaticano y esa región.
El mismo Francisco, durante su pontificado, quiso hacer lo propio. No en vano, unos de sus últimos viajes lo efectuó a Mongolia.
Ese periplo, efectuado en 2023, fue un testimonio del compromiso del argentino por fomentar el contacto con lugares donde la presencia de católicos es mínima.
Entre los nombres de posibles “elegibles” también destaca el de Fridolin Ambongo, de la República Democrática del Congo.
Además de él, Peter Kodwo, su colega ghanés, también resuena entre los sucesores de San Pedro.
Tanto uno como otro representaría una recompensa para África, una región que, a decir de las estadísticas, ha experimentado una notable expansión de la fe católica.
Historia eurocéntrica de peso
A pesar de lo dicho, no se puede olvidar que, desde un punto de vista histórico, El Vaticano ha tenido una tendencia eurocentrista.
De hecho, la lista del Anuario Pontificio da cuenta de 266 papas. El 95% de los religiosos que integraron ese total salieron de Europa.
Hasta la fecha, sólo 12 pontífices no han nacido en el viejo continente. Francisco, por ejemplo, hizo historia al convertirse en el primer papa latinoamericano.
Esa realidad pudiese otorgar ventaja a Pietro Parolin, un cardenal nacido en Schiavon, Italia, hace 70 años.
Gracias a su desempeño como nuncio de la Santa Sede en la República Bolivariana, el cardenal conoce bien la realidad venezolana.
Al día de hoy, Parolin es secretario de Estado, lo que le ubica a la cabeza de la diplomacia vaticana.
Como todo ministro de Relaciones Exteriores, el cardenal Parolin se ha encargado de dar la bienvenida a distintos gobernantes, antes de sus audiencias papales.
De igual modo, ha recibido las cartas credenciales de las personalidades que, por decisión de sus Ejecutivos, han sido jefes de delegación ante El Vaticano.
El italiano ha estado presente en grandes discusiones y negociaciones internacionales. Además, fue vocero del papa en los asuntos de política exterior.
Junto al personal de la Secretaría de Estado, Pietro Parolin ha gozado de las inmunidades y privilegios de toda la diplomacia estatal.
Estado soberano con Derecho de Legación
El Vaticano, como todo Estado, tiene Derecho de Legación; es decir, está facultado para nombrar y recibir diplomáticos.
Los nuncios apostólicos son los embajadores permanentes del papa y su trabajo es similar al de los jefes de delegación del resto de los Estados.
Así está establecido en el Reglamento de Viena de 1815 y así se recoge, además, en la Convención de Viena de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas.
Desde el 752, cuando se conformó como Estado, la Santa Sede ha sido un actor fundamental, especialmente en la historia de Occidente.
Fueron los Acuerdos de Letrán los que definieron la personalidad jurídica y la territorialidad de la Ciudad del Estado del Vaticano.
El convenio se logró en febrero de 1929, entre el papa Pío XI y el Estado italiano, gobernado por Benito Mussolini.
En aquella oportunidad, junto al acuerdo principal, se adjuntaron dos más. El primero fue un Concordato entre la Santa Sede y el Estado italiano.
Ese documento convirtió al catolicismo en la religión oficial de Italia. La norma se mantuvo en vigor hasta 1984.
Mussolini y Pío XI también alcanzaron un acuerdo financiero. Mediante él, Italia debía reparar los daños causados, a la Santa Sede, por la pérdida de sus territorios.
Soberanía, extraterritorialidad e inmunidad
El Estado Vaticano está conformado por dos áreas. La ciudad como tal incluye la Basílica de San Pedro, el Palacio Apostólico y los Museos Pontificios.
También existe un conjunto de edificios, algunos de los cuales tienen extraterritorialidad y otro tipo de inmunidad.
Entre ellos hay que destacar a la Basílica de San Juan de Letrán, sede episcopal del papa en su calidad de obispo de Roma.
Actualmente, El Vaticano cuenta con menos de 1.000 habitantes. De ese global, sin embargo, sólo la mitad tiene nacionalidad vaticana.
Se trata, hay que decirlo, de una nacionalidad funcional y temporal, cuya vigencia se extenderá durante el tiempo de servicio de la persona en la Santa Sede.
Las dos soberanías, la de El Vaticano y la de la Santa Sede, tienen dos administraciones diferentes.
La moneda del Estado es el euro, pero con la efigie del papa. Su lengua oficial, junto con el latín, es el italiano.
Esa soberanía que le da Derecho de Legación es original e independiente. Ella deviene del Derecho Romano y no depende de los Acuerdos de Letrán.
Servicio diplomático y agenda internacional
En los últimos tiempos, con papas tan mediáticos como Juan Pablo II y como el propio Francisco, El Vaticano no ha sido ajeno a los temas de la agenda internacional.
Desde 1701, bajo el pontificado de Clemente XI, la Iglesia, consciente de la importancia de la relación entre los pueblos y entre los gobiernos, creó la primera Academia Diplomática.
Del mismo modo, nacieron las primeras misiones de representación, con el reconocimiento de las inmunidades y privilegios para los enviados en misiones permanentes o especiales.
En la actualidad, la Santa Sede mantiene relaciones políticas y diplomáticas con cerca de 200 países. De manera adicional, está presente en Naciones Unidas, donde cumple un rol como miembro observador.
El papa, en su doble función de representante de una Iglesia, pero también de un Estado soberano, es escuchado y seguido atentamente por todas los Ejecutivos del mundo.
De allí que diversos pontífices hayan tenido un rol clave en la resolución de conflictos, como la que protagonizaron Chile y Argentina en la década de los 70, por el Canal de Beagle.
Fue Juan Pablo II quien intervino para lograr el Tratado de Paz y Amistad que zanjó la disputa, concediendo derechos de navegación a los dos países, la mayor parte de las islas a Chile y la mayor parte del territorio marítimo a Argentina.
Mucho antes, en 1894, Venezuela acudió al papa León XIII y solicitó la intercesión del pontífice ante el Reino Unido. La idea era que el papa ayudase a resolver la controversia bilateral sobre el Esequibo.
Hoy, cuando el tema ha resurgido, a raíz de un contencioso que se desarrolla en La Haya, aun cuando contraría el espíritu del Acuerdo de Ginebra, la posible intervención de la Iglesia católica podría ser fundamental.
No es descartable que el próximo papa sirva de puente para solventar un diferendo que se ha judicializado, a pesar de que aún no se agotan todos los mecanismos previstos en la Carta de Naciones Unidas para la solución de controversias.
Julio César Pineda
jcpineda01@gmail.com
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones