Mario Vargas Llosa
Así que en estos momentos tan turbulentos en el mundo, nos queda la libertad de ser. Vargas Llosa es un ejemplo. Ya el sólo leerlo, leer un libro, siquiera uno, es un acto de rebelión, de autonomía, de independencia. Más entre los jóvenes
Hablando sobre imperio y cultura, este lugar concluía la semana pasada diciendo que la conquista de las mentes periféricas (o sea, la de los países menos desarrollados) por parte de la hegemonía mundial ya había ocurrido, que en ese campo no podíamos escoger imperio (EEUU o China o Europa, etc), pues ya habíamos sido colonizados. El reguetón era la prueba definitiva de una cultura que se había hecho universal a costa de todas las demás.
Sin embargo, se terminaba diciendo que había libertadores, que la independencia era posible; y que uno de ellos había muerto hace poco. Vargas Llosa no sólo es uno de los más grandes novelistas, sino también un libertador. Fue contracorriente toda su vida, fue el primero en romper con el ideal político de Cuba, mientras Sartre y compañía adulaban al líder cubano. El primer gran escritor latinoamericano de regreso del radicalismo del boom, el primero en declarar sin pena ni vergüenza que la libertad era el principal valor social.
Este ir contracorriente no sólo fue por escrito, sino recorriendo todo el Perú, en campaña electoral, que terminó perdiendo contra Fujimori: la historia terminó por darle la razón. Siempre se puso del lado de la democracia y de los derechos humanos, pero nunca dejó de ser peruano ni latinoamericano. Basta leer sus novelas.
Este ir contracorriente no sólo fue por escrito, sino recorriendo todo el Perú, en campaña electoral, que terminó perdiendo contra Fujimori: la historia terminó por darle la razón. Siempre se puso del lado de la democracia y de los derechos humanos, pero nunca dejó de ser peruano ni latinoamericano. Basta leer sus novelas.
Una escritora francesa, un prócer irlandés, un iluminado brasileño, llenaron sus páginas sin dejar de hablar en el mejor castellano y sin que tales obras, aunque ni se mencionara a su país o a América Latina, fueran lo mejor que estas tierras han producido. Su lección, pues: independizarse de la mentalidad colonial es hacerse de todo desde las propias raíces, sea de donde sea. En el caso de Vargas Llosa, desde el castellano, el Perú, América Latina. Así pudo, por ejemplo, sin abdicar de sus valores propios comprender a España, que literalmente bajo sus pies se convertía en un país de la hegemonía mundial.
Así que en estos momentos tan turbulentos en el mundo, nos queda la libertad de ser. Vargas Llosa es un ejemplo. Ya el sólo leerlo, leer un libro, siquiera uno, es un acto de rebelión, de autonomía, de independencia. Más entre los jóvenes.
Una de las grandes debilidades de ser colonia es que nuestros hábitos terminan siendo los del imperio. Y los imperios al uso, particularmente el norteamericano, se ha primero colonizado a sí mismos. El reguetón, valga la insistencia, es un fenómeno universal: tanta mentalidad colonial, o más, tiene un muchacho de Nueva York que uno de Caracas o Buenos Aires. Así, hasta en los imperios se ha dejado de leer.
Precisamente en Buenos Aires se está haciendo algo muy propio, muy anticolonial. Contra todas las apariencias, Milei está en las antípodas de Trump; está reformando la economía argentina de un modo verdaderamente liberal, de apertura y de competencia. Y lo ha hecho contando con el apoyo popular, de un pueblo que tiene tres generaciones de peronismo, de esa ideología vaga y nebulosa pero que siempre termina culpando a otros de las propias faltas, una ideología esencialmente colonial. Ha convencido, ha argentinizado algo universal.
Y sin salir de Argentina, Borges era tan argentino como universal. Tanto gauchos como emperadores chinos habitan su obra, que es sin embargo algo esencialmente latinoamericano.
Y así, en otras artes, en tecnología, en economía, en medicina. Sólo un joropo de fondo musical no hace venezolano a nada.
@glinaresbenzo
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