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Mundo en peligro

Los principios internacionales no pueden ser relativizados y aceptados según las conveniencias. Hay reglas con contenidos sustanciales que no pueden ser alterados, desviados y desaplicados

  • JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ

09/03/2025 05:02 am

El mundo como lo conocemos, el mundo del equilibrio de poderes que se organizó y estableció al fin de la Segunda Guerra; que ha permitido la paz y el desarrollo en Europa; el surgimiento del liderazgo de los Estados Unidos y la consolidación política, militar y económica del mundo occidental, está en peligro de existir y continuar.
 
Es una situación realmente grave la actual confrontación entre bloques con identidades e intereses opuestos, ahora bajo las tensiones de una guerra local pero que se puede extender y globalizar, así como también el desarrollo de modernos conflictos con armas no convencionales utilizándose la tecnología, la desinformación, el desplazamiento masivo de seres humanos, la pérdida de libertades democráticas, el surgimiento de alianzas autoritarias, las prohibiciones comerciales e industriales que afectan o encarecen el intercambio de recursos esenciales para la vida de poblaciones enteras.

Al evaluar los conflictos presentes y, en particular, la guerra contra Ucrania, en la misma se está evidenciando el intento de alteración o destrucción del orden acordado entre el entonces mundo socialista y el mundo democrático, entre los mismos componentes inclusive del otrora bloque soviético.

La advertencia acerca de la necesidad de respetar la soberanía territorial de Ucrania ante las amenazas rusas, ha sido expuesta a nivel internacional desde hace mucho tiempo.

En el año 2014, por ejemplo, fue planteada la cuestión en la Organización de Naciones Unidas cuando el entonces Secretario General Ban Ki-moon, respaldó categóricamente la obligación de que Rusia respetase la soberanía y la integridad de aquel país.

Una vez realizada la separación de Ucrania del bloque socialista y habiéndose hecho evidente el reconocimiento oficial ruso a tal situación respetando entonces la voluntad soberana y democrática de ese pueblo, el presidente Boris Elsine, el día 02-12-1991, aceptó formalmente de manera vinculante la independencia del territorio ucraniano.

De la misma manera, al surgir la Comunidad de Estados Independientes, según acuerdo expreso entre Rusia, Ucrania y otros, en su artículo 5 se estableció que las partes: “… reconocen y respetan la integridad territorial de cada uno así también la inviolabilidad de las fronteras existentes en el seno de la Comunidad”.

Otro acto significativo fue el Tratado de Minsk, suscrito por Rusia y por Ucrania el 31 de mayo de 1991, en el cual las partes contratantes aceptaron no solamente la integridad territorial de Ucrania sino también la inviolabilidad de sus fronteras.

Estos compromisos políticos y jurídicos tienen valor obligante en el derecho internacional y crean una condición que debe ser reconocida por los países, protegida por las instituciones, exigible en los más variados escenarios, siendo como es una garantía formal sobre el territorio soberano de cada Nación y en este caso el ucraniano.

Ignorar estos actos formales de relevante contenido representa una violación de los derechos soberanos de los países y, al mismo tiempo, al derecho a la paz y a la seguridad internacional. Ignorarlos representa autorizar en cualquier situación el uso de la fuerza contra cualquier Nación, sin razón justificada; autorizar la invasión territorial; el quebrantamiento de todos los tratados; descartar definitivamente como válido y obligatorio el orden nacional e internacional.

La pretensión de consolidar la invasión de los territorios del este de Ucrania, y que este país renuncie a la solicitada incorporación a la Unión Europea, implica otra abierta violación a la independencia, autodeterminación y a la soberanía de un país y, además, se constituye en una real amenaza a la región y a la paz mundial.

De hecho, Europa se siente agredida por Rusia tanto desde el punto político, militar, comercial y social. La salida con motivo de la guerra de buena parte de la población de Ucrania se transforma en plena Europa, en uno de los más dramáticos casos de migración forzosa en este siglo.

Esta postura a favor de Ucrania y su integridad territorial, es la misma que se puede asumir a favor de cualquier otro país atacado y vulnerado ilegítimamente por cualquier otro de manera similar. No es un tema de sistema o de régimen político, no es un problema de ideología la que autoriza o no un acto semejante, es un asunto que concierne a la vigencia de los derechos nacionales, de los derechos humanos y de la existencia misma del derecho internacional como ordenamiento y como práctica.

Mientras que la defensa de Ucrania se vincula por numerosas razones con la defensa de Europa, la agresión de Rusia está involucrando la presencia de factores extraños: la actuación de Corea del Norte y de Irán, todo lo cual constituye un evidente riesgo de globalizar el conflicto.

En este y en todos los conflictos, la paz se hace necesaria para todos en el mundo que vivimos pero hay que definir cuáles son sus términos. Una paz durable es muy distinta a una paz temporal; una paz justa y consentida es muy distinta a una paz impuesta y desconocedora.

Los principios internacionales no pueden ser relativizados y aceptados según las conveniencias. Hay reglas con contenidos sustanciales que no pueden ser alterados, desviados y desaplicados. La libertad, la independencia, la soberanía implican en sí mismos requisitos y condiciones esenciales sin las cuales no existen en la realidad de los individuos y naciones.

Adolf Hitler, en su momento, realizó la atroz invasión de once países y se anexó parcialmente varios territorios alegando en varios casos la necesidad de restaurar, a su juicio: “la gran Patria Alemana”. Este hecho terrible desencadenó la más cruel y extendida guerra de la historia: la Segunda Guerra Mundial. La hipocresía internacional no puede justificar a unos y condenar a otros cuando cometen el mismo acto en contra de un país en cualquier tiempo, espacio y circunstancia.

Ante este hecho que actualmente enfrenta posiciones en el mundo y genera las más dolorosas consecuencias, indudablemente se debe buscar y alcanzar la paz, el cese del conflicto, y lograr el otorgamiento de garantías mutuas, pero debe ser una paz justa que no implique como bien lo ha expresado recientemente el presidente francés Emmanuel Macron: “la capitulación de Ucrania”.

La necesaria paz no puede significar el inaceptable precedente de la entrega de la independencia y la soberanía de las Naciones; la impunidad de los delitos; la aceptación de los daños causados, y la posibilidad de que lo mismo pueda ocurrirle en el futuro a cualquier pueblo cuando así lo determine la ambición ilegítima de un hombre o los nefastos intereses de un país.

jfd599@gmail.com
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