Reflexiones al inicio de año.
Y lo más importante es que, a pesar de las cosas tristes que suceden por las razones que sean podremos, según nuestra reacción, extraer enseñanzas muy valiosas en términos de empatía y compasión
Iniciando un nuevo año creo que sería muy útil reflexionar con esmero sobre las decisiones y acciones que tomaremos a lo largo del mismo. Más aún cuando hemos visto por todas partes las consecuencias de decisiones y acciones conflictivas. Una de ellas ha sido un aumento notable de la depresión en las personas.
Podrá tratarse de la pérdida de un ser querido o del empleo, las malas noticias acerca de la salud o la pérdida de la estabilidad económica, todas experiencias difíciles, que pueden causar intenso pesar a una persona. Aunque hay una gran diferencia entre la depresión y llorar la pérdida de un ser querido, recibir malas noticias o afrontar alguna dificultad. En un mundo donde abundan las injusticias suceden cosas tristes. Por si fuera poco los seres humanos estamos haciendo cosas muy imprudentes, que llegan a lo insensato y hasta lo temerario. Y no afirmo si lo hacemos por un motivo válido o no, solo describo nuestras acciones, no por qué lo hacemos. Lo cierto es que debido a esas actitudes insensatas y hasta temerarias de muchos, también ocurren más cosas tristes en la vida. Y así no podremos evitar que ocurran. En este último caso porque, como ya deberíamos haberlo comprobado, toda decisión o acción nuestra al cabo tendrá consecuencias, para bien o para mal.
Aunque todos estos son hechos vivenciales. Y lo más importante es que, a pesar de las cosas tristes que suceden por las razones que sean podremos, según nuestra reacción, extraer enseñanzas muy valiosas en términos de empatía y compasión; dos valores que precisamos con urgencia en estos tiempos conflictivos, y para que de paso así nos convirtamos en parte de la solución y no del problema. De esta forma dichas cosas tristes a la larga no serían experiencias negativas. En cambio cuando se cae en una depresión es porque se ha perdido la esperanza. Y muchas veces es porque ponemos nuestra esperanza en asuntos absolutamente circunstanciales (como pueden ser algunas personas, o hechos que deseamos que ocurran), usualmente cargados de sentimientos y/o emociones de diversa índole, todo lo cual es nada estable, ni firme. En vez de ponerla en la base más sólida y segura que existe: Dios y el hecho de acatar sus palabras para la humanidad.
Enseguida un ejemplo de qué queremos decir con acciones temerarias:
“Un señor se mudó a cierta comunidad donde vivía un vecino muy desagradable y hostil. Al informársele al hombre acerca del carácter de su vecino, respondió:
— Si me molesta, lo mataré (era solo un decir)
Dicha afirmación llegó a oídos del malvado vecino, el cual se esforzaba siempre por atormentar al recién llegado. Pero cada ofensa era respondida con un gesto de bondad por parte del nuevo residente, hasta que por fin el belicoso vecino quedó abrumado y dijo:
—Me habían dicho que me mataría, pero nunca me imaginé que lo haría de esa manera.”
Si en vez de hacer esto el vecino nuevo se engancha en una disputa interminable con el hostil (una acción temeraria), lo más probable es que todo hubiese terminado muy mal. Y si el vecino no es hostil per se, sino que solo se está defendiendo, peor aún, tendremos un conflicto sin fin… ¿es lo que queremos para nuestras vidas, vivir en medio de un conflicto interminable y sus consecuencias negativas? Que por cierto no solo se producirían para nosotros, sino para nuestro entorno y aún más allá.
@viviendovalores
Podrá tratarse de la pérdida de un ser querido o del empleo, las malas noticias acerca de la salud o la pérdida de la estabilidad económica, todas experiencias difíciles, que pueden causar intenso pesar a una persona. Aunque hay una gran diferencia entre la depresión y llorar la pérdida de un ser querido, recibir malas noticias o afrontar alguna dificultad. En un mundo donde abundan las injusticias suceden cosas tristes. Por si fuera poco los seres humanos estamos haciendo cosas muy imprudentes, que llegan a lo insensato y hasta lo temerario. Y no afirmo si lo hacemos por un motivo válido o no, solo describo nuestras acciones, no por qué lo hacemos. Lo cierto es que debido a esas actitudes insensatas y hasta temerarias de muchos, también ocurren más cosas tristes en la vida. Y así no podremos evitar que ocurran. En este último caso porque, como ya deberíamos haberlo comprobado, toda decisión o acción nuestra al cabo tendrá consecuencias, para bien o para mal.
Aunque todos estos son hechos vivenciales. Y lo más importante es que, a pesar de las cosas tristes que suceden por las razones que sean podremos, según nuestra reacción, extraer enseñanzas muy valiosas en términos de empatía y compasión; dos valores que precisamos con urgencia en estos tiempos conflictivos, y para que de paso así nos convirtamos en parte de la solución y no del problema. De esta forma dichas cosas tristes a la larga no serían experiencias negativas. En cambio cuando se cae en una depresión es porque se ha perdido la esperanza. Y muchas veces es porque ponemos nuestra esperanza en asuntos absolutamente circunstanciales (como pueden ser algunas personas, o hechos que deseamos que ocurran), usualmente cargados de sentimientos y/o emociones de diversa índole, todo lo cual es nada estable, ni firme. En vez de ponerla en la base más sólida y segura que existe: Dios y el hecho de acatar sus palabras para la humanidad.
Enseguida un ejemplo de qué queremos decir con acciones temerarias:
“Un señor se mudó a cierta comunidad donde vivía un vecino muy desagradable y hostil. Al informársele al hombre acerca del carácter de su vecino, respondió:
— Si me molesta, lo mataré (era solo un decir)
Dicha afirmación llegó a oídos del malvado vecino, el cual se esforzaba siempre por atormentar al recién llegado. Pero cada ofensa era respondida con un gesto de bondad por parte del nuevo residente, hasta que por fin el belicoso vecino quedó abrumado y dijo:
—Me habían dicho que me mataría, pero nunca me imaginé que lo haría de esa manera.”
Si en vez de hacer esto el vecino nuevo se engancha en una disputa interminable con el hostil (una acción temeraria), lo más probable es que todo hubiese terminado muy mal. Y si el vecino no es hostil per se, sino que solo se está defendiendo, peor aún, tendremos un conflicto sin fin… ¿es lo que queremos para nuestras vidas, vivir en medio de un conflicto interminable y sus consecuencias negativas? Que por cierto no solo se producirían para nosotros, sino para nuestro entorno y aún más allá.
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