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El animal más difícil de entender

La humanidad toda está condenada a la insatisfacción como norma de comportamiento –y debe ser así -, solo de esa manera se producen los cambios

  • PEDRO ARCILA

05/10/2024 05:00 am

De las experiencias rescatables y necesarias de conservar, destaca la sencillez y puntualidad para explicar las pequeñas y grandes circunstancias que emergen de las personas humildes; aquellos que, no por carecer de un certificado de formación profesional, dejan de marcar huellas en el raciocinio interpretativo de los hechos y su lógica en el entendido popular. Los acontecimientos domésticos por la rutina se han trasladado a una carpa de entretenimiento; ya nada sorprende, nada nos resulta extraño en la jungla de la antigua diatriba política, hoy convertida en un monólogo, una suerte de tragedia griega narrada por los mismos libretistas; al tiempo que, trinquete en mano “pinchan” por las costillas a un público abúlico para arrancar gruñidos (ya no gritos de pena o rabia), como componente esencial de “los efectos especiales”.

“Recordar es vivir”, reza un viejo adagio; más, también se puede rescatar “nada duele más en los momentos de infortunio, que recordar los tiempos felices” como una referencia a la idea de Dante Alighieri cuando escribió “no hay mayor dolor, que recordar los tiempos felices desde la miseria”. La humanidad toda está condenada a la insatisfacción como norma de comportamiento –y debe ser así -, solo de esa manera se producen los cambios, que aun con los peores de los resultados se convierten en una prueba de algunos ensayos truncos; no obstante, la situación se complica cuando muchos actores con vocación de alquimistas, pretende obtener resultados distintos con los mismos materiales y métodos, con los mismos protagonistas, pero con mayor pronunciación de sus falencias intelectuales “justificadas” en “la razón” que otorga el poder circunstancial.

Los tiempos de estudiantes en la universidad dejan páginas suficientes para construir enciclopedias de ideas con tantas experiencias; pero, ameritan una revisión mesurada y ecuánime para entender del porqué de los tiempos, muchas veces no coinciden con las oportunidades. Quizás por distintas razones, la mayor parte de los venezolanos dentro y fuera del país hace varios lustros desistió de “informarse” o “recrearse” con la cada día más reducida parrilla de medios de comunicación audiovisuales que se distribuyen en las distintas plataformas autorizadas por el estado. Es probable que los sistemas informativos, de opinión e incluso de distracción hablen muy poco a los intereses primarios de una audiencia –aunque pareciera contradictorio -, con un alto grado de información y manejo de datos recabados por fuentes no tradicionales, factor que le inspira seguridad y algún grado de confianza.

Hacer un paneo por los medios de comunicación venezolanos, nos hace remontarnos a tres o cuatro décadas atrás; saborear las uvas amargas de la incertidumbre, sin dejar de sentir el dulce aroma de la inconformidad, las noches de trasnocho en una tertulia académica -y no tan académica -, sueños de un país utópico donde las oportunidades se hicieran una realidad tangible y permanente para una ciudadanía contestataria y divergente. Y era el ejercicio del pensamiento para fortalecer el músculo intelectual, ponderando simples expresiones cuyo valor exponencial nos alimentaba constantemente: igualdad de oportunidades (no igualdad sin valores y méritos); libertad y justicia, expresando en lo justo la idea de redención y el predominio de la virtud como dogma para la transformación inspirada en la filosofía presocrática. Encontrar en la pantalla a antiguos compañeros hoy día desconocidos; no solo hay cambios físicos, se evidencia transformaciones hacia otra visión de ideales transmutados a la conveniencia de oportunidad.

Antiguos defensores de los Derechos Humanos mutados por el poder, aquellos que otrora brillaban en el discurso ejemplarizante, combatientes contra la impunidad, afanados libertarios y ejemplo de un pensamiento sano e inspirador abrazados a nuevas banderas que desdicen de las prédicas, coadyuvando a conductas reprochables, cargados de odio hacia quienes fueron sus impulsores a cuyos postulados fueron renunciando, en franca y evidente metamorfosis invertida. Cambios que rompieron la tradición de evolución de las crisálidas hacia coloridas mariposas, se fueron perdiendo las alas y del galante esplendor alado que rompía de placer cromático a las retinas, se consolidaron como larvas de una nueva especie que termina enquistándose en una cápsula sin retorno al estilo propio de una cisticercosis.

Nunca la sabiduría popular ha errado en sus apreciaciones, luego del claustro universitario el contacto con el pueblo llano nos hace descubrir las verdades para las cuales no estábamos preparados; es allí, en ese trance cuando surgen personajes anónimos, gente sencilla y espontánea cuyas enseñanzas tiene un valor incuestionable, una visión preclara que solo la experiencia y la conciencia puede dilucidar al paso de los años. Uno de aquellos seres, un obrero de origen neogranadino (de los tantos explotados por los “patrones”) quien fue mi paciente en mis inicios profesionales resuena como una lección imperecedera que en el paso de los años adquiere valor y sentido. ¿Sabe una cosa doctor? –me dijo aquel sencillo trabajador, -animalito malo, ese que nunca es posible de entender, pero el peor de todos, ¡es ese animalito que llaman gente!

Pedroarcila13@gmail.com

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