Estamos viviendo definitivamente una época de ruina humana, imbuidos en un estado de ánimo con todos los “tickets”, para acelerar una desgracia mayor. Los desafíos parecen inalcanzables, el fantasma del fin es un pensamiento recurrente en muchos, se nos presentan versiones ya conocidas en la historia, pero con un futuro eminentemente fatalista .
Cada vez hay más opiniones que sostienen “el colapso de la civilización moderna y el fin del mundo tal y como lo conocemos”.
Cada vez hay más opiniones que sostienen “el colapso de la civilización moderna y el fin del mundo tal y como lo conocemos”.
La fe juega un papel preponderante en este momento, pero Dios quiere que cada uno ponga su granito de arena, la época del maná y la nube protectora la disfrutó el pueblo hebreo, de eso ningún monoteísta puede dudar.
Dios quiere armonía y paz, y protege a los que suman; en su reino entramos todos, salvo las contadas excepciones (aunque las excepciones sean muchas).
Definitivamente el plan de acelerar el fin de la humanidad se nutre llenando el mundo de desgracias, se sabe quiénes están detrás de ello.
No me cabe la menor duda que hay una conspiración que nos pone a pelear a todos, desde temas colectivos y trascendentales, hasta en los pequeños círculos de amistades y familiares, la idea es que la confrontación no se detenga y para ello esa gasolina que inocula el mal no puede parar.
Los ingredientes para desestabilizar, no solo son los conflictos armados, el ataque a la familia es fundamental, la demonización de la fe, las agendas globalistas, las dictaduras disfrazadas, la transculturización financiada, la tergiversación de la historia, las nuevas narrativas, la diversidad de género, la debilitación de la educación y desaparición de la meritocracia, la fabricación de virus por medio de “murciélagos” y en fin todo lo que sea mantener aterrada a la población.
Hoy prela la lucha por privilegios, lo de la igualdad de oportunidades era el disfraz que ya no necesitan, hoy los crímenes se hacen sin máscaras y no pasa nada.
De manera paralela los políticos y la media en su mayoría tarifados hacen lo suyo de manera descarada y logran que el dramatismo ponga a liderar a lo que se hacen víctimas, empoderándolos y aprovechando para darles una posición autoritaria.
Hoy llamar las cosas por su nombre está penado, han debilitado al imperio del mundo a ese que todos necesitamos que sea fuerte y a través de la justicia se frenan carreras presidenciales por doquier esto es peligrosísimo.
Atravesamos una tormenta perfecta para un desenlace cuya salvación está en las manos de la mayoría, de esos buenos que no hacen nada para que las cosas cambien, de los que no quieren votar, si de los millones de idiotas, que no entienden que están sometiendo su futuro en las manos de unos cuantos piratas que se enriquecen, de los que mecen la cuna. ¡Basta de tanto buenismo capullos sedentarios, abrir los ojos!
Dios quiere armonía y paz, y protege a los que suman; en su reino entramos todos, salvo las contadas excepciones (aunque las excepciones sean muchas).
Definitivamente el plan de acelerar el fin de la humanidad se nutre llenando el mundo de desgracias, se sabe quiénes están detrás de ello.
No me cabe la menor duda que hay una conspiración que nos pone a pelear a todos, desde temas colectivos y trascendentales, hasta en los pequeños círculos de amistades y familiares, la idea es que la confrontación no se detenga y para ello esa gasolina que inocula el mal no puede parar.
Los ingredientes para desestabilizar, no solo son los conflictos armados, el ataque a la familia es fundamental, la demonización de la fe, las agendas globalistas, las dictaduras disfrazadas, la transculturización financiada, la tergiversación de la historia, las nuevas narrativas, la diversidad de género, la debilitación de la educación y desaparición de la meritocracia, la fabricación de virus por medio de “murciélagos” y en fin todo lo que sea mantener aterrada a la población.
Hoy prela la lucha por privilegios, lo de la igualdad de oportunidades era el disfraz que ya no necesitan, hoy los crímenes se hacen sin máscaras y no pasa nada.
De manera paralela los políticos y la media en su mayoría tarifados hacen lo suyo de manera descarada y logran que el dramatismo ponga a liderar a lo que se hacen víctimas, empoderándolos y aprovechando para darles una posición autoritaria.
Hoy llamar las cosas por su nombre está penado, han debilitado al imperio del mundo a ese que todos necesitamos que sea fuerte y a través de la justicia se frenan carreras presidenciales por doquier esto es peligrosísimo.
Atravesamos una tormenta perfecta para un desenlace cuya salvación está en las manos de la mayoría, de esos buenos que no hacen nada para que las cosas cambien, de los que no quieren votar, si de los millones de idiotas, que no entienden que están sometiendo su futuro en las manos de unos cuantos piratas que se enriquecen, de los que mecen la cuna. ¡Basta de tanto buenismo capullos sedentarios, abrir los ojos!
davidbittanobadia@gmail.com
Twitter: @davidbittano
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