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Los primeros ganaderos del Llano

Tan extraordinarias resultarían las sabanas del Llano al ganado vacuno andaluz introducido, que para mediados del siglo XVII existían ya 137.680 reses censadas en el Archivo Real de Arichuna

  • PEDRO E. PIÑATE B.

07/03/2024 05:01 am

Durante los tiempos de los primeros establecimientos en Coro por Juan de Ampíes llegado a sus costas en 1528, su fundación en 1529 por Ambrosio Alfinger, y la llegada de los primeros gobernadores Welseres, data la introducción de pequeños lotes de ganado procedente de España con el objeto de conformar un hato de vacas en las adyacencias de la ciudad. Ejecutadas las deudas no canceladas por los Welseres a la Corona, resultó el rebaño de 300 a 500 cabezas de su propiedad junto con un buen lote de ovejas, que sería trasladado a las mas fértiles tierras de El Tocuyo desde Coro, punto entonces de origen de la incipiente ganadería.

Sin embargo sería en el LIano donde la ganadería venezolana se establecería a todo lo ancho y largo de sus inmensas sabanas, luego que hacia el año de 1530 don Cristóbal Rodríguez "venido a estas llanuras procedente del Tocuyo" fundara el primer hato llanero que se conoce a una veinte y cinco leguas del sitio en que está hoy Calabozo, en un lugar llamado Uberito. “En este lugar junto a once familias cordobesas se estableció Rodríguez. quien llevó a aquella fundación dieciocho vacas paridas, con diez yeguas jerezanas y dos potros. ”

De la trascendencia del histórico hecho cita Daniel Mendoza en su libro El Llanero: “Veinticinco o treinta años después o sea en el último tercio del siglo XVI, había en el Guárico y el Apure un promedio de catorce mil reses, y más o menos la mitad de raza caballar y asnal". Respecto a otras regiones se conoce que para 1560 los Valles de Valencia contaban ya con hatos de vacas y estancias, mientras en Maracaibo, para 1579 Rodrigo de Arguelles y Gaspar de Párraga citados por Ruiz Martínez señalan: "se da en esta tierra el ganado vacuno, porque se cría muy grueso y las novillas de a dos años viven en esta tierra paridas, y es tan buena tierra para ganados, que ha acaecido matar toro andando con hatajo de vacas y sacarle más de siete arrobas, de sebo y grosura; dase también la oveja y la cabra, e criase el ganado cabruno y ovejuno que es todo cebo.”

Tan extraordinarias resultarían las sabanas del Llano al ganado vacuno andaluz introducido, que para mediados del siglo XVII existían ya 137.680 reses censadas en el Archivo Real de Arichuna siendo de recordar los primeros ganaderos del Llano venezolano allí empadronados: José Solórzano en Uberito; Juan Figueroa en Arichuna; Manuel Landaeta en El Altar; Atanasio Torrealba en la Unión; Felipe Cedeño en Cazorla; Agapito Viso en Morrocoyes; Ladislao Pérez, en El Rastro; Cándido Montenegro en La Misión de Arriba; Fermín Sosa en Las Angosturas; Femando Calzadilla en La Huérfanita; Esteban Palacios en Apurito; Diego Dominguez Rojas y Pedro Beroes del hato San Diego; los hermanos Mier y Terán del hato La Cruz.

De estos y otros primeros colonizadores del Llano procedentes de Almería, Córdoba, Granada, Cádiz, Sevilla y Jaén, heredaría el llanero, según señala Daniel Mendoza su mejor narrador, el abolengo andaluz. Por su parte, las faenas ganaderas del Llano evolucionarían como el folklore de la mismísima llanura, hasta llegada la reciente modernidad. Siendo de tal magnitud la multiplicación de los rebaños de ganado , a principios del siglo XVIII fue necesario reglamentar ciertos usos, que convertidos en abusos habían dado nacimiento al abigeato en el Llano, haciéndose obligatorio el empadronamiento de hierros y señales.

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