Ibn Jaldún y la Historia Universal
Llama la atención la descripción e interpretación que hizo Ibn Jaldún al aproximarse al conocimiento de África Negra, en lo que él llama “El Primer Clima”, donde explica la importancia del tráfico de esclavos negros...
El más grande de los historiadores árabes clásicos fue, sin duda IBN JALDÚN (n. en 1332 Dc. y f. en 1406 Dc.), nació en Túnez el 27 de mayo de 1334 y falleció en El Cairo a los 72 años de edad, en 1346, cuando el mundo del Mediterráneo se abría lentamente al proceso del llamado Renacimiento. Por ello, Ibn Jaldún es el máximo representante árabe de ese momento cultural tan importante, como miembro de la comunidad del Mediterráneo a la que perteneció toda su vida. Su familia originaria era de Hadramawt en el Sur de Arabia, quienes habían migrado desde la expansión árabe hacia el Norte de África y, seguidamente, en el siglo IX hacia la España recién invadida por los musulmanes. Aquellos antepasados se instalaron en la ciudad de Sevilla y ocuparon importantes cargos durante el dominio de los Omeyas, Almorávides y Almohades.
El avance de la reconquista cristiana en España, especialmente desde 1212 con la batalla de las “Navas de Tolosa”, llevaron a la familia de Ibn Jaldún a migrar nuevamente hacia el Norte de África, ubicándose en Túnez, donde el abuelo y el padre de nuestro personaje ocuparon importantes cargos políticos. Allí nació el gran historiador árabe, rodeado de una excelente educación y de círculos intelectuales cercanos a su padre, quien falleció en 1349, bajo un coletazo de la Peste Negra que había azotado a Europa y el Mediterráneo. Ibn Jaldún, entre 1354 y 1363 ocupa altos cargos en la corte de Fez. Entre 1363 y 1365 viaja y se establece en España, particularmente en Granada, siendo embajador ante la Corte de Pedro el Cruel. Regresa al Norte de África en 1365 y se involucra en las pugnas políticas de los reyezuelos norafricanos. Entre 1374 y 1382 se estableció en la villa de Qalat-Ibn-Zalama a escribir su gran obra: conocida como “Introducción a la Historia Universal” o sea “Al-Muqadimah”. Los últimos 24 años de su vida los ocupa en una turbulenta carrera política en El Cairo, donde es Maestro y Magistrado, cumple con la Peregrinación a la Meca en 1387. A su muerte fue sepultado en un Monasterio Sufí en El Cairo.
La “Introducción a la Historia Universal” de Ibn Jaldún, es una obra sin comparación para su tiempo, está disponible en una edición en castellano por el Fondo de Cultura Económica de México desde el año 1977, difícil de conseguir hoy. Este esfuerzo por universalizar el conocimiento de la Historia tal vez no tiene comparación desde los tiempos de Heródoto en el siglo V Ac. Por sus reflexiones se le considera no solamente un Historiador, sino también un precursor de la Filosofía de la Historia por su esfuerzo en usar conceptos de universalidad válida para con las culturas conocidas de aquel momento. Por ser un viajero que recorrió el mundo Mediterráneo desde España y Túnez hasta El Cairo, de Este a Oeste, y desde Damasco hasta La Meca, además de sus estudios bibliográficos y documentales, se le debe reconocer como pionero de la historiografía universal de los tiempos premodernos. Sobre todo, por incursionar en criterios de objetividad, crítica documental, nueva ciencia y posibles leyes del acontecer histórico.
El estudio de Ibn Jaldún cubre extensas realidades históricas, entre ellas, el Norte de África, España, Egipto- Sudán, Siria, Arabia, Grecia, Roma, mundo hebreo, asirios, el África Negra, etc. Así como muy diversas costumbres, instituciones, ciencias, artes, bibliografía, pedagogía, geografía, vida urbana y rural, etc. que son analizadas con detalle. También, nuestro autor, divide para su estudio, en el Libro Primero, Capítulo Dos, el Planisferio Terrestre en siete “Climas”, como líneas de orientación para con su obra general que abarca siete libros con sus respectivos capítulos.
Llama la atención la descripción e interpretación que hizo Ibn Jaldún al aproximarse al conocimiento de África Negra, en lo que él llama “El Primer Clima”, donde explica la importancia del tráfico de esclavos negros en la región habitada por el pueblo “Lemlem”, desde la zona ribereña del llamado Nilo Sudanés (Níger hoy), donde los habitantes de Ghana y Tekrur los hacen cautivos en razias y los venden hacia el Magreb, donde conforman la mayoría de los esclavos. Citamos un ejemplo relativo al África más profunda y desconocida aún:
“Más allá de la comarca de Lemlem, en dirección del sur, se encuentra una población poco considerable; los hombres que la forman semejan más bien animales salvajes que seres racionales. Viven en pantanos boscosos o llanuras áridas y habitan las cavernas; sus alimentos consisten en hierbas y granos sin ninguna preparación; a veces incluso se devoran los unos a los otros: de modo que no merecen contarse en el número de los humanos.” 1
Resalta la importancia de todas estas valoraciones, basadas más bien en referencias documentales y tradiciones antiguas, aunque quedaba claro que el tráfico de esclavos negros, desde el reino de Malí hacia el Mediterráneo, ya existía en grandes volúmenes antes del siglo XVI cuando empezó la trata negrera europea por el Atlántico. Este tráfico muy antiguo, entre los africanos de la selva y la zona subsahariana con los habitantes del Magreb (y de allí al resto del Mediterráneo), contemplaba no solo seres humanos (muchas veces castrados), sino también oro, maderas finas, pieles, etc. cambiados por productos del norte africano, especialmente frutos secos y la muy preciada sal, que no existía en la selva tropical.
En cuanto a la calificación “Subhumana” de la población al Sur del Lemlem, evidentemente Ibn Jaldún expresa un desconocimiento y confusión de datos, pues el África Central y Guineana, así como la oriental, estaban viviendo la división de la gran migración Bantú negroide hacia el Sur, que se prolongaría, al menos hasta el siglo XVII hasta llegar a Sudáfrica. Muy posiblemente, nuestro autor se refería más bien a los llamados pueblos “paleonegríticos” , mucho más antiguos que los bantúes, quienes ocupaban aún extensas zonas selváticas del África Central (Pigmeos) ya reseñados por Heródoto o los Bosquimanos del Sur africano (hoy restringidos al Kalahari desértico), pueblos muy primitivos, hoy en proceso de extinción por efecto del avance Bantú y de la penetración colonial occidental.
Tanto Ibn Jaldún como Heródoto dos mil años atrás, no tenían conocimiento real del “Mar Circundante”, hoy Océano Atlántico, apenas reseñando algunos detalles de Gibraltar, y las “Islas Eternas”, posiblemente la Islas Canarias también habitadas por presuntos “salvajes” posiblemente “Guanches”. Cien años más tarde Cristóbal Colón descubriría la “América” sin tener muy claro, tampoco, donde se encontraba.
ANB, Cronista Oficial de la UCV.
1 Ibn Jaldún, Al-Mukadimah, México, FCE, 1977, p. 170.
El avance de la reconquista cristiana en España, especialmente desde 1212 con la batalla de las “Navas de Tolosa”, llevaron a la familia de Ibn Jaldún a migrar nuevamente hacia el Norte de África, ubicándose en Túnez, donde el abuelo y el padre de nuestro personaje ocuparon importantes cargos políticos. Allí nació el gran historiador árabe, rodeado de una excelente educación y de círculos intelectuales cercanos a su padre, quien falleció en 1349, bajo un coletazo de la Peste Negra que había azotado a Europa y el Mediterráneo. Ibn Jaldún, entre 1354 y 1363 ocupa altos cargos en la corte de Fez. Entre 1363 y 1365 viaja y se establece en España, particularmente en Granada, siendo embajador ante la Corte de Pedro el Cruel. Regresa al Norte de África en 1365 y se involucra en las pugnas políticas de los reyezuelos norafricanos. Entre 1374 y 1382 se estableció en la villa de Qalat-Ibn-Zalama a escribir su gran obra: conocida como “Introducción a la Historia Universal” o sea “Al-Muqadimah”. Los últimos 24 años de su vida los ocupa en una turbulenta carrera política en El Cairo, donde es Maestro y Magistrado, cumple con la Peregrinación a la Meca en 1387. A su muerte fue sepultado en un Monasterio Sufí en El Cairo.
La “Introducción a la Historia Universal” de Ibn Jaldún, es una obra sin comparación para su tiempo, está disponible en una edición en castellano por el Fondo de Cultura Económica de México desde el año 1977, difícil de conseguir hoy. Este esfuerzo por universalizar el conocimiento de la Historia tal vez no tiene comparación desde los tiempos de Heródoto en el siglo V Ac. Por sus reflexiones se le considera no solamente un Historiador, sino también un precursor de la Filosofía de la Historia por su esfuerzo en usar conceptos de universalidad válida para con las culturas conocidas de aquel momento. Por ser un viajero que recorrió el mundo Mediterráneo desde España y Túnez hasta El Cairo, de Este a Oeste, y desde Damasco hasta La Meca, además de sus estudios bibliográficos y documentales, se le debe reconocer como pionero de la historiografía universal de los tiempos premodernos. Sobre todo, por incursionar en criterios de objetividad, crítica documental, nueva ciencia y posibles leyes del acontecer histórico.
El estudio de Ibn Jaldún cubre extensas realidades históricas, entre ellas, el Norte de África, España, Egipto- Sudán, Siria, Arabia, Grecia, Roma, mundo hebreo, asirios, el África Negra, etc. Así como muy diversas costumbres, instituciones, ciencias, artes, bibliografía, pedagogía, geografía, vida urbana y rural, etc. que son analizadas con detalle. También, nuestro autor, divide para su estudio, en el Libro Primero, Capítulo Dos, el Planisferio Terrestre en siete “Climas”, como líneas de orientación para con su obra general que abarca siete libros con sus respectivos capítulos.
Llama la atención la descripción e interpretación que hizo Ibn Jaldún al aproximarse al conocimiento de África Negra, en lo que él llama “El Primer Clima”, donde explica la importancia del tráfico de esclavos negros en la región habitada por el pueblo “Lemlem”, desde la zona ribereña del llamado Nilo Sudanés (Níger hoy), donde los habitantes de Ghana y Tekrur los hacen cautivos en razias y los venden hacia el Magreb, donde conforman la mayoría de los esclavos. Citamos un ejemplo relativo al África más profunda y desconocida aún:
“Más allá de la comarca de Lemlem, en dirección del sur, se encuentra una población poco considerable; los hombres que la forman semejan más bien animales salvajes que seres racionales. Viven en pantanos boscosos o llanuras áridas y habitan las cavernas; sus alimentos consisten en hierbas y granos sin ninguna preparación; a veces incluso se devoran los unos a los otros: de modo que no merecen contarse en el número de los humanos.” 1
Resalta la importancia de todas estas valoraciones, basadas más bien en referencias documentales y tradiciones antiguas, aunque quedaba claro que el tráfico de esclavos negros, desde el reino de Malí hacia el Mediterráneo, ya existía en grandes volúmenes antes del siglo XVI cuando empezó la trata negrera europea por el Atlántico. Este tráfico muy antiguo, entre los africanos de la selva y la zona subsahariana con los habitantes del Magreb (y de allí al resto del Mediterráneo), contemplaba no solo seres humanos (muchas veces castrados), sino también oro, maderas finas, pieles, etc. cambiados por productos del norte africano, especialmente frutos secos y la muy preciada sal, que no existía en la selva tropical.
En cuanto a la calificación “Subhumana” de la población al Sur del Lemlem, evidentemente Ibn Jaldún expresa un desconocimiento y confusión de datos, pues el África Central y Guineana, así como la oriental, estaban viviendo la división de la gran migración Bantú negroide hacia el Sur, que se prolongaría, al menos hasta el siglo XVII hasta llegar a Sudáfrica. Muy posiblemente, nuestro autor se refería más bien a los llamados pueblos “paleonegríticos” , mucho más antiguos que los bantúes, quienes ocupaban aún extensas zonas selváticas del África Central (Pigmeos) ya reseñados por Heródoto o los Bosquimanos del Sur africano (hoy restringidos al Kalahari desértico), pueblos muy primitivos, hoy en proceso de extinción por efecto del avance Bantú y de la penetración colonial occidental.
Tanto Ibn Jaldún como Heródoto dos mil años atrás, no tenían conocimiento real del “Mar Circundante”, hoy Océano Atlántico, apenas reseñando algunos detalles de Gibraltar, y las “Islas Eternas”, posiblemente la Islas Canarias también habitadas por presuntos “salvajes” posiblemente “Guanches”. Cien años más tarde Cristóbal Colón descubriría la “América” sin tener muy claro, tampoco, donde se encontraba.
ANB, Cronista Oficial de la UCV.
1 Ibn Jaldún, Al-Mukadimah, México, FCE, 1977, p. 170.
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