Cuando llueve pa’ arriba
Una crecida es mucho más que una punta de descarga fluvial. Unas horas de crecida pueden modificar más el paisaje que decenas de años de escorrentía normal
El término puede parecer un eufemismo, o una simple expresión del refranero popular. En Venezuela la frase “Cuando llueva para arriba” equivale a “cuando a la rana le salgan pelos”, que traducido a nuestro lenguaje coloquial se lee como un hecho o situación improbable, una casuística descartada por la imposibilidad de su ocurrencia. En cambio para quienes viven en lugares con topografía irregular, con zonas empinadas como las ciudades andinas, observar un cielo despejado mientras las calles se convierten en ríos caudalosos con corrientes de agua que arrastran todo a su paso, “llover para arriba” significa que en las zonas altas se están produciendo copiosas precipitaciones. Más o menos, esta última interpretación se correlaciona con el sentido que se da a la frase en regiones rivereñas, al margen de ríos grandes o pequeños; es un signo de horas de lluvia en las “cabeceras” o fuente de dicho río, y se conoce como “crecida” que preludia consecuencias poco amistosas para los rivereños asentados en las márgenes de cauce.
Aunque no todas las “crecidas” producen inundaciones, siempre tienen lugar en sistemas fluviales, por tanto no se requiere ser experto en materia de hidrología para pronosticar, presentir y tener la certeza de que está a punto de producirse. Es de significar que su mecanismo y sus efectos no afectan sólo a los cauces, las inundaciones pueden producirse por desbordamiento, pero también por elevación del nivel del mar o del nivel freático, dificultades de drenaje, represamientos, etc. En las crecidas fluviales las inundaciones reducen la punta de caudal, ya que expanden el flujo y ralentizan el paso del agua, retardan la descarga, constituyendo por tanto una laminación natural de la crecida.
Crecidas con desbordamiento e inundaciones comportan fenómenos físicos y socio-económicos que afectan el desempeño de actividades humanas, a la par que pueden ser modificadas por ellas, de manera que se constituyen en un tipo de relación paradigmática del hombre con su entorno ecológico y de hábitat natural. Algunos efectos de los desbordamientos pueden tener consecuencias beneficiosas para el hombre siempre que el fenómeno no sea producto de un abrupto aumento del cauce, se podría obtener incremento de la fertilidad del suelo, la limpieza de cauces, la renovación de aguas estancadas, la renovación de acuíferos aprovechables o el riego con aguas de avenida en zonas deficitarias. Sin embargo, los desbordamientos por crecidas inesperadas, (aunque la lluvia sea tenue pero constante), los efectos son, en su mayor parte negativas, y general de manera inexorable: Daños en infraestructuras: vías de comunicación, sistemas de telecomunicación, viviendas, instalaciones industriales, edificaciones agrícolas, puentes, defensas, presas; pueden ocasionar pérdidas económicas directas e indirectas en el sector privado y en el público, gastos económicos en reparaciones, limpieza general y ayudas de emergencia, incremento del paro y retroceso de la prosperidad general, conflictos de propiedad, efectos psicológicos y, epidemias y problemas de salud pública por expansión de contaminantes, corte del agua potable, falta de abastecimiento, aguas estancadas, etc; agregando la más importante, pérdida de vidas humanas, tanto directa como indirecta.
Una crecida es mucho más que una punta de descarga fluvial. Unas horas de crecida pueden modificar más el paisaje que decenas de años de escorrentía normal. En la vida en comunidad, los hombres y mujeres como seres pensantes comportan gran similitud con el tranquilo cauce de un río apacible; no obstante cuando se obstruyen los canales de drenaje y la lluvia es constante y acrimoniosa en las fuentes de las emociones, no es improbable (tampoco inédito), un desbordamiento de pasiones con consecuencias no deseadas. Necesario es despejar de obstáculos el cauce, dado que la lluvia es un proceso hidrometerológico inevitable como los actos producto de la naturaleza humana. En Venezuela, estamos ante un proceso geomórfico decisivo en la dinámica de los sistemas fluviales, aunque se vea un cielo claro, está lloviendo pa’ arriba.
Pedroarcila13@gmail.com
Aunque no todas las “crecidas” producen inundaciones, siempre tienen lugar en sistemas fluviales, por tanto no se requiere ser experto en materia de hidrología para pronosticar, presentir y tener la certeza de que está a punto de producirse. Es de significar que su mecanismo y sus efectos no afectan sólo a los cauces, las inundaciones pueden producirse por desbordamiento, pero también por elevación del nivel del mar o del nivel freático, dificultades de drenaje, represamientos, etc. En las crecidas fluviales las inundaciones reducen la punta de caudal, ya que expanden el flujo y ralentizan el paso del agua, retardan la descarga, constituyendo por tanto una laminación natural de la crecida.
Crecidas con desbordamiento e inundaciones comportan fenómenos físicos y socio-económicos que afectan el desempeño de actividades humanas, a la par que pueden ser modificadas por ellas, de manera que se constituyen en un tipo de relación paradigmática del hombre con su entorno ecológico y de hábitat natural. Algunos efectos de los desbordamientos pueden tener consecuencias beneficiosas para el hombre siempre que el fenómeno no sea producto de un abrupto aumento del cauce, se podría obtener incremento de la fertilidad del suelo, la limpieza de cauces, la renovación de aguas estancadas, la renovación de acuíferos aprovechables o el riego con aguas de avenida en zonas deficitarias. Sin embargo, los desbordamientos por crecidas inesperadas, (aunque la lluvia sea tenue pero constante), los efectos son, en su mayor parte negativas, y general de manera inexorable: Daños en infraestructuras: vías de comunicación, sistemas de telecomunicación, viviendas, instalaciones industriales, edificaciones agrícolas, puentes, defensas, presas; pueden ocasionar pérdidas económicas directas e indirectas en el sector privado y en el público, gastos económicos en reparaciones, limpieza general y ayudas de emergencia, incremento del paro y retroceso de la prosperidad general, conflictos de propiedad, efectos psicológicos y, epidemias y problemas de salud pública por expansión de contaminantes, corte del agua potable, falta de abastecimiento, aguas estancadas, etc; agregando la más importante, pérdida de vidas humanas, tanto directa como indirecta.
Una crecida es mucho más que una punta de descarga fluvial. Unas horas de crecida pueden modificar más el paisaje que decenas de años de escorrentía normal. En la vida en comunidad, los hombres y mujeres como seres pensantes comportan gran similitud con el tranquilo cauce de un río apacible; no obstante cuando se obstruyen los canales de drenaje y la lluvia es constante y acrimoniosa en las fuentes de las emociones, no es improbable (tampoco inédito), un desbordamiento de pasiones con consecuencias no deseadas. Necesario es despejar de obstáculos el cauce, dado que la lluvia es un proceso hidrometerológico inevitable como los actos producto de la naturaleza humana. En Venezuela, estamos ante un proceso geomórfico decisivo en la dinámica de los sistemas fluviales, aunque se vea un cielo claro, está lloviendo pa’ arriba.
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