The Washington Post (5-Junio, 18): “Un éxodo sin precedentes está dejando a Venezuela sin profesores, médicos, electricistas, ingenieros, trabajadores del petróleo, conductores de autobuses, mecánicos y maestros. El país sufre la migración más elevada en su historia moderna. El mermado mercado laboral causa un colapso en la vida cotidiana del ciudadano que siente cómo se le despoja de buena parte de su futuro”. En lo que va de año, apenas en 5 meses, han migrado 400.000 venezolanos, entre ellos 48.000 maestros; 12% del personal de escuelas primarias y secundarias de todo el país.
Por su parte el grupo “Se Educa” (organización educativa sin fines de lucro) señala que la renuncia de docentes no se detiene. Que la mayoría abandona el país para escapar, además de la inseguridad, de las enormes colas para obtener alimentos en anaqueles semivacíos. Como si fuera poco, reciente informe de la comisión permanente del consejo directivo de la U.S.B, revela que el 85% de cargos vacantes de profesores de distintas asignaturas (lapso enero-marzo, 2018) quedó desierto en los concursos de credenciales. Se ofertaron 120 puestos en las 4 divisiones de los cuales 102 se declararon desiertos.
Holganza educativa
La quiebra de cualquier empresa se origina si los obreros que trabajan en ella se declararan en huelga. En cambio el sistema educativo intima de otras condiciones para evidenciar su bancarrota. Como ineludible servicio público no puede detenerse aunque los alumnos se declaren en paro. Sin embargo en Venezuela es ostensible la huelga velada. Maestros y alumnos pujan para huir del país mientras disminuye la intensidad del compromiso escolar. No en pocas escuelas se acrecienta la cifra de niños que repiten o se retiran por falta de comida y hasta de agua potable.
¿De dónde sacamos el relevo?
El término “escuela bolivariana” ha servido sólo para engrosar la propaganda oficialista disfrazada de izquierda y atiborrada de recetas vacías mientras descuida la medición del rendimiento necesario. Los objetivos del sistema escolar venezolano no están en absoluto claros. Alumnos y profesores padecen por igual la fisura entre la imposición oficial y la realidad mundial. De allí el éxodo casi masivo de docentes y educandos incluso hacia países no tan vecinos. Así la educación queda en manos de los menos capaces; es decir sin aliento didáctico para desenvolverse en el inevitable cambio mundial.
¿Y el gobierno qué?
Sigue reacio a admitir, mucho menos explicar, la crisis expandida en la gestión de Maduro. Igual ocurrió con Chávez que creyó tapar los conflictos “a realazos con un erario buchón”. Hoy ningún burócrata se refiere a las penurias del que carece de agua, electricidad, gas, comida, transporte, etc. El precepto marxista sólo engendra un corolario de Estado represivo bajo eufemismo de “guardianes de la paz”. “Veinte años de Chavismo son insuficientes. El desheredado debe postergar sus esperanzas para tiempos mejores. Total, los conflictos de hoy, en el fondo, no son tan graves”.
¿Y el país?
Mientras se degradan las instituciones y la mayoría de las familias carece de patrimonio indispensable para proveer a sus hijos de un perfil de desarrollo adecuado del mundo, crece la imagen del “padre desaparecido”. El muchacho desde muy joven se aleja de su vivienda y de la escuela para subsistir en las calles o fuera del país. Se produce así otra ruptura entre su mundo y la experiencia ganada dentro y fuera del plantel. Hoy la escuela está impedida de realizar un orden complementario a la de la familia.
Luego de 20 años de patriotería letal ningún venezolano avista su entorno con tranquilidad. Fue un error delegar en “el mesías fallecido” un futuro que no labramos nosotros mismos. Sin embargo las naciones no mueren. ¿Seguiremos avistando pasivamente la ruina de cada espacio democrático del país? ¿Entienden eso los factores políticos de oposición que no logran unirse para bien del país?
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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