Terrorismo sí, Trump no
Pongo en perspectiva hacia dónde nos están llevado; somos mayoría, pero van a por nosotros. No es posible que se pueda promover, libremente, por las redes sociales el libertinaje y el terrorismo...
Hace unos días hice un ejercicio en alguno de mis grupos de WhatsApp: tomé un par de videos de las redes sociales; uno de ellos se trataba de un maestro dándole clase a cuatro niños, quienes al no aprenderse de memoria algunos párrafos del Corán, recibían golpes y tratos brutales. El segundo video se trataba de un juicio, sumario en contra de una indefensa mujer musulmana, de pronto por haber utilizado tacones, por no haberse tapado suficientemente, por maquillarse, quizás por haber manifestado sus ganas de querer manejar, escuchar música, trabajar, estudiar, o por no haber tenido ganas de complacer sexualmente a su esposo, esposo al que le está permitido tener varias mujeres.
En realidad no se trataba de videos “subidos de tono” como aquellos tantos en los que se ven a grupos terroristas jugando fútbol con la cabeza de algún “infiel”.
La reacción del grupo de WhatsApp, a la que se plegó una mayoría, rogaba que, "por favor, no siguiéramos enviando ese tipo de videos con escenas tan crueles”.
Esa reacción era la esperada por mí ante la cual guardé silencio, a pesar de ser una persona que por lo general “no da puntada sin hilo”, sin embargo al leer este artículo entenderán mis amigos las razones para haber guardado silencio.
Resulta que los videos que he estado reenviando para este ejercicio son sumamente comunes, circulan sin ningún tipo de restricciones por las redes sociales y, lamentablemente, forman parte de una realidad a la que se enfrenta el mundo musulmán sometido por su propia gente; lo que hacemos silenciándonos es promover el terrorismo, la barbarie, el machismo y la desigualdad.
Del otro lado de la historia vemos cómo, al presidente Trump, por ejemplo, lo silencian por promover el juego democrático, negándole inclusive el derecho a réplica a todo lo que se imputa.
Es tan perverso lo que estamos apreciando en las redes sociales que no logramos captar las dimensiones de las consecuencias que tendremos que enfrentar a muy corto plazo. Las redes nos están controlando, nos están manipulando, induciéndonos hacia determinadas conductas, imponiéndonos un nuevo lenguaje, supuestamente inclusivo, por ello tenemos que abrir los ojos porque son un verdadero mecanismo de dominio, con mucha fuerza, cuya finalidad es mover al mundo en la dirección que unos pocos quieren.
Hay una pequeña élite, de izquierda por cierto, que ya “consigue apropiarse del mundo de la cultura promoviendo subvenciones, premios y cargos”, se apoderan de la moral y la administran, controlan medios de comunicación y redes sociales y lo hacen con una eficacia arrolladora.
A estos movimientos se unen intelectuales y universidades, pues al final da buenos dividendos y, sorprendentemente, también amigos míos, a los que ya empiezo a perderles el respeto.
Esta semana mi amigo HP trató de escribir algo sobre un personaje poderoso en las redes sociales y, prácticamente antes de pulsar el "send", ya le estaban censurando su mensaje.
Pongo en perspectiva hacia dónde nos están llevado; somos mayoría, pero van a por nosotros. No es posible que se pueda promover, libremente, por las redes sociales el libertinaje y el terrorismo, mientras se le dice, simultáneamente, a Mr Trump: ¡NO!
davidbittanobadia@gmail.com
En realidad no se trataba de videos “subidos de tono” como aquellos tantos en los que se ven a grupos terroristas jugando fútbol con la cabeza de algún “infiel”.
La reacción del grupo de WhatsApp, a la que se plegó una mayoría, rogaba que, "por favor, no siguiéramos enviando ese tipo de videos con escenas tan crueles”.
Esa reacción era la esperada por mí ante la cual guardé silencio, a pesar de ser una persona que por lo general “no da puntada sin hilo”, sin embargo al leer este artículo entenderán mis amigos las razones para haber guardado silencio.
Resulta que los videos que he estado reenviando para este ejercicio son sumamente comunes, circulan sin ningún tipo de restricciones por las redes sociales y, lamentablemente, forman parte de una realidad a la que se enfrenta el mundo musulmán sometido por su propia gente; lo que hacemos silenciándonos es promover el terrorismo, la barbarie, el machismo y la desigualdad.
Del otro lado de la historia vemos cómo, al presidente Trump, por ejemplo, lo silencian por promover el juego democrático, negándole inclusive el derecho a réplica a todo lo que se imputa.
Es tan perverso lo que estamos apreciando en las redes sociales que no logramos captar las dimensiones de las consecuencias que tendremos que enfrentar a muy corto plazo. Las redes nos están controlando, nos están manipulando, induciéndonos hacia determinadas conductas, imponiéndonos un nuevo lenguaje, supuestamente inclusivo, por ello tenemos que abrir los ojos porque son un verdadero mecanismo de dominio, con mucha fuerza, cuya finalidad es mover al mundo en la dirección que unos pocos quieren.
Hay una pequeña élite, de izquierda por cierto, que ya “consigue apropiarse del mundo de la cultura promoviendo subvenciones, premios y cargos”, se apoderan de la moral y la administran, controlan medios de comunicación y redes sociales y lo hacen con una eficacia arrolladora.
A estos movimientos se unen intelectuales y universidades, pues al final da buenos dividendos y, sorprendentemente, también amigos míos, a los que ya empiezo a perderles el respeto.
Esta semana mi amigo HP trató de escribir algo sobre un personaje poderoso en las redes sociales y, prácticamente antes de pulsar el "send", ya le estaban censurando su mensaje.
Pongo en perspectiva hacia dónde nos están llevado; somos mayoría, pero van a por nosotros. No es posible que se pueda promover, libremente, por las redes sociales el libertinaje y el terrorismo, mientras se le dice, simultáneamente, a Mr Trump: ¡NO!
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