La profecía auto cumplida podría definirse como: “una definición falsa, o poco probable, de la realidad, que despierta un nuevo comportamiento que lleva a que la falsa concepción original, se vuelva verdadera”. Todos los mecanismos de control y contención de protestas pacíficas, no políticas, y por motivos genuinos y reales (dinero no alcanza, falta gas, electricidad y agua; inseguridad, gente muriendo en los hospitales, faltan medicinas y equipamiento, gente comiendo de la basura, y hasta el CLAP no llega o es insuficiente) generan una fuerza de resentimiento, que al estar reprimida, aumenta la presión y comienza a buscar culpables y responsables, hacia donde canalizar esa energía. En los últimos dos años, la responsabilidad fue trasladándose desde la guerra económica, hacia los comerciantes, luego a los empresarios y finalmente ha llegado a que la responsabilidad es del gobierno, y especialmente del Presidente. El pensamiento mágico y esperanzado del pueblo de “algo tiene que pasar, y esto no puede seguir así”, mas la aseveración de economistas y empresarios de que “esto así, no es viable”, está llevando a comportamientos que pueden ser capaces de revertir una situación. La hiperrealidad construida desde la TV pública, ha ido aumentando la brecha y el resentimiento entre las promesas presidenciales nunca cumplidas, pero siempre vigentes, y una realidad que cada día se deteriora más. Es posible, que los cabildos abiertos de Guaidó, logren que la frustración que se canalizaba hacia la tristeza y la depresión, ahora se convierta en una fuerza transformadora que logre que las cosas cambien.