BENJAMÍN TRIPIER
Cuando una empresa privada eléctrica adquiere la concesión para prestar el servicio acuerdan conjuntamente, empresa y gobierno, un pliego tarifario que debe compensarle lo suficiente como para poder operar y mantener, invertir y ganar dinero. Ese pliego considera ajustes periódicos a las tarifas según unos parámetros establecidos.
Los gobiernos comienzan a no aprobar los ajustes pactados y la empresa, primero suspende las inversiones, luego el mantenimiento mayor, hasta que finalmente deja la operación y se retira porque aunque podía estar recuperando algo de su inversión, ya pone en riesgo algo mayor que es su reputación.
Cuando la empresa se retira….o el Estado la retira, éste se hace cargo y congela ad infinitum las tarifas, trata de compensar la inversión y el mantenimiento, contando con el personal fijo, pero ya sin tecnología, y con el riesgo (casi siempre real) de la corrupción que encarece las obras y en algunos casos se pagan y no se hacen.
Además del aumento desmesurado y clientelar de su nómina. Pasa a ser parte del presupuesto nacional y ya no importa si gana o pierde, pues se convierte en un servicio público que como casi todos en nuestra región, son de mala calidad en manos del Estado. Con el paso del tiempo comienzan los apagones más frecuentes y más largos, hasta que se convierte en un problema político.
Entonces, como la electricidad es la base de cualquier economía, se vuelve a llamar a empresas privadas para que inviertan y comienza nuevamente el ciclo. Esta vez, se producen aumentos brutales de tarifas en períodos cortos de tiempo para alcanzar un nuevo piso, desde el que pueden comenzar a leer este editorial desde el principio.
Si con tarifas “casi 0” tenemos hiperinflación, imaginen cuando realmente tengamos que pagar por un servicio de calidad…
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Lo que no es noticia _(y debería serlo)
■ Que en nuestro “juego de tronos” entre élites, el pueblo está desconectado y no confía en ninguna. Espera que el que gane la pulseada los saque de esta tragedia
■ Ni que aunque rechazan la palabra privatización, saben que ese es el único camino con otro nombre eufemístico, pero sin empresas privadas que sepan hacer su trabajo, aquí no hay solución
■Tampoco que ahora más que nunca es importante que el sector privado refresque sus estrategias y se ponga un horizonte realista que no sea el inercial
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